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Henrique Capriles y Pablo Pérez buscan la reelección como gobernadores de los estados de Miranda y Zulia, plataformas fundamentales para hacer contrapeso al chavismo.

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Venezuela: el futuro de la oposición

La Mesa de Unidad Democrática perdió las elecciones presidenciales pero aún no se siente derrotada. Los medios, las ONG y gremios económicos también tendrán que reacomodarse para hacer un difícil contrapeso al reelegido presidente Hugo Chávez.

13 de octubre de 2012

Si algo quedó clarodespués de las elecciones del 7 de octubre en Venezuela es que la oposición golpista, antidemocrática y conspirativa pasó a la historia en Venezuela. A pesar de que unos sectores minoritarios, sin ninguna injerencia política, protagonizaron protestas en algunas zonas de Caracas, y unos pocos insisten en que hubo fraude, la Mesa de Unidad Democrática, y su candidato, Henrique Capriles Radonski, no solo reconocieron el triunfo de Hugo Chávez, sino que también avalaron los resultados del proceso electoral.

A pesar de estar notablemente "golpeado", Capriles se sacudió la resaca rápidamente. Dos días después de las elecciones, invitó a todos sus seguidores a pasar la página y a continuar trabajando por un proyecto político alternativo, en el que no caben los radicales. "Los que quieren volver a generar la antipolítica no cuenten con nosotros. La antipolítica le hizo un daño gigantesco a los venezolanos", dijo.

Muchos esperaban que la coalición opositora lo proclamara vocero y su máximo dirigente, pero el jueves de la semana pasada inscribió su candidatura para volver a la Gobernación del estado Miranda. "No es excluyente ser gobernador y ser un líder nacional", dice. Capriles es más un ejecutor que un hombre de discursos, por eso prefiere competir en las urnas el 16 de diciembre contra Elías Jaua, el candidato de Chávez para este Estado. La apuesta es arriesgada porque el oficialismo hará lo que esté a su alcance para derrotarlo y sacarlo de la competencia para siempre. Pero también hay un cálculo importante. Las gobernaciones y alcaldías son una plataforma de ejercicio de poder que la oposición no puede perder porque es una de las pocas formas de seguir haciendo contrapeso político a Chávez en Venezuela.

El presidente ganó en todos los estados, menos en Mérida y Táchira, pero la lógica del votante en elecciones regionales es diferente: no están dispuestos a votar por los candidatos que Chávez imponga si no tienen acogida local. Por eso la oposición aspira a conservar sus gobernaciones, la de Miranda en cabeza de Capriles, en Zulia, con Pablo Pérez, y la del estado Lara, con Henry Falcón, tres líderes que gozan de buena popularidad, y a ganar en otros estados. Luego vienen las elecciones para alcaldías en abril, donde aspiran ganar varios municipios. Durante la campaña presidencial, Capriles hizo sus giras en compañía de estos candidatos, que también fueron elegidos democráticamente a través del proceso de primarias en febrero pasado. Habrá que ver si la estrategia les funciona.

Uno de los interrogantes que quedan después de estas elecciones es qué tan fracturada quedó la Mesa de Unidad, integrada por los distintos partidos y fuerzas. Enrique Márquez, quien lidera el partido Un Nuevo Tiempo, le dijo a SEMANA que la oposición no tiene otra opción que permanecer unida. "No nos enfrentamos a un partido, el PSUV, nos enfrentamos a un Estado".

Pero mantener una coalición unida entre movimientos políticos y sectores tan disímiles no será fácil, algunas diferencias afloraron durante la campaña, especialmente entre los partidos tradicionales Acción Democrática y Copei, y las fuerzas más jóvenes que representa Capriles, quien dijo públicamente que había derrotado a la vieja política en Venezuela, porque planteó un diálogo entre los venezolanos, no un pacto entre políticos. También hay roces entre la 'nueva política', pues hay una puja por liderazgo de otras figuras como Leopoldo López y Maria Corina Machado. "Es lo normal en la lucha política, lo importante es que la gente no se desanime si llegan a haber expresiones de desacuerdo", dice Teresa Albanes, miembro directivo del MUD, quien coordinó el proceso de las primarias de la oposición.

Más allá de las diferencias, Albanes cree que es indispensable que la Mesa actúe realmente como veedor de la gestión del gobierno en unos temas estratégicos como la salud o la educación, y que los parlamentarios articulen su trabajo de control político también en líneas estratégicas. El gobierno del presidente Chávez acaba de crear un Ministerio para hacerle seguimiento a lo que ha prometido en campaña. Con mayor razón, la oposición necesita poner la lupa sobre el cumplimiento de las mismas.

Aun si la Mesa logra permanecer unida y trabaja articuladamente, una de las mayores dificultades que tendrá para ejercer la oposición es la falta de recursos. El Estado venezolano no financia a los partidos y en el sector privado hay un temor instalado a patrocinar un proyecto político alternativo por las retaliaciones que el gobierno puede tomar contra ellos, como las expropiaciones.

Atrás quedaron los días en que Fedecámaras jugaba un rol activo opositor, promoviendo los paros e instalando a su presidente tras el golpe a Chávez en 2002. La Fedecámaras de hoy juega como un actor económico, defendiendo los intereses del sector privado y el empleo, pero ya no es abiertamente partidista. "El excesivo pragmatismo del sector privado puede ser peligroso también", aclara, sin embargo, su actual director, Jorge Boti. Y es que es prácticamente imposible competir sin recursos contra la enorme maquinaria del Estado, que al final inclinó la balanza a favor de Chávez en estas elecciones.

Los medios de comunicación privados, que también han jugado un rol activo como opositores, en detrimento de su misión y credibilidad informativa en ocasiones, enfrentan también una difícil situación. Luego de la derrota de Capriles en las urnas, hoy se está cuestionando el cubrimiento que algunos de estos medios hicieron de su campaña, unos por no darle suficiente vitrina y otros por pasarse de propagandísticos, y se vuelve a hablar de la necesidad de volver al periodismo no partidista. "Los medios informativos en Venezuela deben retomar el rol que los legitima socialmente: brindar a los ciudadanos la información requerida para que estos pueden participar de manera responsable en la toma de decisiones en una sociedad democrática. Si lo hicieran, posiblemente se constituirían en un factor de normalización política en Venezuela," dice Ewald Shcarfenberg, periodista y consultor venezolano.

Las organizaciones de la sociedad civil en Venezuela también han sido muy perseguidas por el gobierno. Aunque para las elecciones se activaron nuevas asociaciones lideradas por jóvenes para hacer monitoreo y cuidar el voto, es dudoso que vayan a permanecer activas durante 6 años. Al igual que los partidos, no les es fácil trabajar sin financiación, y el dinero que podrían recibir de la cooperación internacional los vuelve también un objetivo ante el gobierno que ha buscado criminalizar esta actividad. Además, la situación para defensores de derechos humanos en Venezuela es cada vez más precaria porque el gobierno se ha retirado de organismos internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Por último, los venezolanos que tienen cómo salir del país, después de estas nuevas elecciones, pueden ser otro factor adicional de desmembramiento social, y aunque la oposición venezolana tiene vínculos con otros países como Colombia o Estados Unidos, es en Venezuela que se necesita una ciudadanía que se sienta activa y no derrotada.

Los que claudicaron ante la idea de otro periodo de Chávez solo esperan una muerte incierta del presidente, que esta semana, además, nombró vicepresidente a Nicolás Maduro, el hombre de confianza de La Habana en Caracas. Si Chávez llega a morir antes de tres años de cumplirse su periodo y tienen que convocar a elecciones, es probable que la oposición pueda derrotarlos, pues ninguno de los herederos del chavismo arrastra tantos votos, pero no pueden descuidar el capital político representado en seis millones y medio de electores. No son tiempos fáciles para la oposición, pero tampoco han sido derrotados.