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| Foto: Foto AFP

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Venezuela: Portazo a la OEA

La decisión de retirarse de la Organización de Estados Americanos le resta margen de maniobra al régimen de Nicolás Maduro y deja al vecino país aún más aislado en la región.

29 de abril de 2017

Con su anuncio del ini-cio de los trámites para retirarse de la Organización de Estados Americanos, Nicolás Maduro dio paso a una situación sin precedentes, pues si bien Cuba y Honduras ya habían sido suspendidos, esta es la primera vez que un país miembro busca voluntariamente su retiro. Su salida llega en un momento de alta tensión entre el país vecino y la organización, pues Luis Almagro, su secretario general, se ha convertido en uno de los críticos más implacables del chavismo desde su llegada a la dirigencia de la OEA en 2015.

En efecto, Almagro propuso activar la Carta Democrática de la organización, mecanismo que se usa cuando ya se han agotado todas las instancias diplomáticas y se presenta una ruptura del orden institucional democrático. Para lograrlo, primero convocó a los cancilleres de los países miembros para discutir la situación de Venezuela, encuentro que 19 de las 34 delegaciones aprobaron sin el consentimiento de Caracas.

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Como respuesta a esta reunión, que calificó como una medida de “injerencismo”, la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, presentó una carta de denuncia ante la organización con la que se inicia el proceso de retiro, que durará al menos dos años. Por ello, aunque Maduro ve la salida de su país como la única forma de evitar las sanciones que impone la activación de la Carta, esta no es una estrategia útil para contener la crisis en casa. Al contrario, su anuncio le sigue restando legitimidad a su gobierno y no hace nada para apaciguar las protestas que han sacudido a Venezuela en las últimas semanas.

Además, lejos de ser un “paso gigante para romper con el intervencionismo imperial”, como afirmó el presidente en su cuenta de Twitter, concretar su salida de la OEA le saldrá muy caro a Venezuela. No solo por los 8,7 millones de dólares que el país le debe, sino también porque esta decisión sumerge a los venezolanos en un aislamiento que agudiza la crisis económica, política y social que agobia al país vecino. Así mismo, es una muestra de que el régimen de Maduro ha perdido terreno en la arena internacional, pues hasta esta semana su gobierno había conseguido bloquear las iniciativas en su contra en la OEA, usando los votos de países pequeños en el Caribe que se benefician del petróleo subsidiado venezolano.

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Pero esta vez se le acabó la suerte. En consecuencia, Maduro buscará evitar quedarse sin aliados, por lo que, como le dijo a SEMANA el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, Mauricio Jaramillo Jassir, “lo más probable es que Venezuela recurra a escenarios regionales como la Unasur (Unidad de Naciones Suramericanas) y la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) para compensar el aislamiento en el que queda”. Sin embargo, aunque el chavismo siempre buscó alternativas a la OEA, estas organizaciones están muy desprestigiadas y no cuentan con la presencia de Estados Unidos y Canadá, actores clave en el continente. Por lo tanto, encontrarle reemplazo a una organización que tiene siete décadas de recorrido y una institucionalidad muy sólida es tarea casi imposible.

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Igualmente, los opositores venezolanos le pusieron otro obstáculo a la ruptura con la OEA, pues varios miembros de la Asamblea Nacional le recordaron a Maduro que el Legislativo debe aprobar el retiro de la organización. Con todo, queda claro que el mandatario piensa que para quedarse en el poder debe radicalizar sus posturas y mostrar músculo frente a la comunidad internacional, pero las “curas contra el imperialismo” que le suministra a Venezuela solo contribuyen a agravar su enfermedad. Una dolencia que, con la gente en las calles en forma permanente, se acerca cada día más a volverse terminal.