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VEREDICTO SORPRENDENTE

Con el sobreseimiento del último de los golpistas contra Gorbachov, la historia del colapso de la URSS podría reescribirse.

19 de septiembre de 1994

Al final de la tarde del 18 de agosto de 1991, en Crimea, dos limusinas Zil, escoltadas por otros cuatro automóviles Volga, entraron a la dacha oficial de Mijail Gorbachov. el primer y último Presidente de la Unión Soviética. Entre sus ocupantes estaba el general Valentin Varennikov, comandante en jefe de las fuerzas armadas terrestres y ferviente comunista.
Lo que pasó en el conjunto de vacaciones permanece en la oscuridad, dentro de la confusión de un episodio muy poco claro en el que fuerzas ultraconservadoras del Partido Comunista intentaron dar marcha atrás, recuperar el poder pleno para esa colectividad, y evitar la implosión de la URSS. El movimiento fracasó, y los involucrados, tanto los que permanecieron en Moscú como los que viajaron a hablar con Gorbachov, resultaron presos. En febrero pasado el Parlamento ruso les otorgó una amnistía general pero Varennikov (al contrario de los demás) insistió en que el juicio continuara, para comprobar que no había incurrido en "traición a la madre patria".
Tres años después de los hechos el fiscal Arkady Danilov terminó por darle la razón al viejo general, y recomendó su sobreseimiento, porque "no hubo evidencia de que los complotados hayan quebrantado la ley". Para llegar a esa conclusión, Danilov se inclinó por la versión según la cual Gorbachov no se habría opuesto con suficiente fuerza al movimiento golpista, lo que habría sido un factor para que éste siguiera adelante.
El fallo, que recibió muy poco cubrimiento periodístico en Rusia, tiene implicaciones en el debate histórico sobre quién es responsable por la desaparición de la URSS. Los golpistas sostienen que estaban dentro de la ley en su esfuerzo por salvar la unidad del país. Y Gorbachov, quien sigue perdiendo terreno, sostiene que el golpe fue el disparador del desastre. La historia lo dirá.