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Violencia fantasma

Con varios atentados y actos de fuerza, los radicales de ambos bandos parecen haberse salido de control.

23 de noviembre de 2002

Las imagenes del atentado contra el canal Globovisión, de Caracas, se convirtieron en la prueba más reciente de que algo muy oscuro está sucediendo en Venezuela. El hecho se sumó a sendos ataques contra los diarios El Nacional, Tal cual, la televisora regional de Lara, la sede de la sindical CTV, los gremios empresariales Fedecámaras, Conindustria, Consecomercio y políticos opositores. Todo ello podría indicar que, mucho más allá de las protestas, los tropeles y las apasionadas discusiones callejeras entre los opositores y los partidarios del gobierno, fuerzas oscuras se preparan para una lucha subterránea que recuerda épocas que se creían superadas en el país vecino.

Los primeros indicios señalan el surgimiento de un movimiento incipiente que sería responsable de los ataques, no sólo contra El Nacional sino contra empresarios, políticos y sindicatos de la oposición. Las denuncias provienen de los gremios de ganaderos, políticos y periodistas para quienes ha nacido la guerrilla venezolana. Todavía está en pañales pero ya tiene nombre. Según los panfletos que circulan por Caracas se llaman Ejército Revolucionario Bolivariano y Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL). A pesar de los vehementes desmentidos del gobierno a la oposición no hay quién la convenza de que no se trata de una consecuencia de la red de milicias bolivarianas defensoras de la revolución que lidera el presidente Hugo Chávez.

Los panfletos del supuesto FBL aseguran que "no somos ni financiados por el gobierno de Chávez ni un apéndice de las organizaciones colombianas. Somos la FBL tan venezolanas como el himno nacional, sólo respondemos nuestros principios y valores revolucionarios y al pueblo venezolano del cual hacemos parte y somos su brazo armado. No somos otra cosa que pueblo en armas para defender sus victorias". La Federación de Ganaderos (Fedenaga) ha denunciado la existencia de ese grupo, cuyos afiliados han sufrido 123 secuestros en los últimos cuatro años.

Lo más grave es que, según muchos analistas, la creación de organizaciones guerrilleras que defienden en forma difusa la supuesta 'Revolución Bolivariana' de Chávez también ha motivado a los adversarios a formar sus propios grupos armados de choque. La creciente animosidad con que los opositores llaman por Internet a los vecinos del este de Caracas a organizar la autodefensa armada es apenas una muestra.

Batallon Ayala

La militarización de Caracas y la toma de la policía metropolitana, controlada por el opositor alcalde Alfredo Peña, sacó del anonimato al coronel Cliver Antonio Alcalá Cordones, muy allegado a Chávez, quien comandó la operación del Batallón Ayala con tanquetas y tropas. Aunque por ahora no pasa de ser una leyenda urbana Globovisión habría pagado con un atentado el precio de transmitir el beso público de bienvenida que le dio al coronel la rubia Aixa Guevara, contratista de obras y jefa de los círculos bolivarianos del Chacao, el municipio más rico de Venezuela.

Miguel Rodríguez, director de la Disip (policía política) de inmediato atribuyó el bombazo, que destruyó varios automóviles, a "grupos de la oposición desesperados por perjudicar al gobierno de Chávez" e interesados en descarrilar las negociaciones propiciadas por el secretario general de la OEA, César Gaviria.

Pero el director de Globovisión, Federico Ravell, quiere demostrar que lo de Alcalá es más que un chisme callejero. Afirmó a SEMANA que "la granada de fabricación alemana provenía del sector militar según la investigación".

Y la periodista Marianella Salazar completó el panorama al asegurar en su columna de El Nacional que el número de la espoleta encontrada en Globovisión pertenece al Batallón Ayala, cuyo comandante es Alcalá , y que éste también es jefe del Ejército Revolucionario Bolivariano, que estaría tomando posiciones para controlar la capital.

Los partidarios de Chávez niegan la existencia de milicias revolucionarias a pesar de que es un hecho público que bajo la fachada de los círculos bolivarianos han florecido grupos urbanos, de los cuales algunos se presentan a cara descubierta y otros encapuchados. Son los 'Tupamaros', 'Carapaicas', 'M-28', 'Coordinadora Simón Bolívar', 'Tamanaco' y otros con nombres de caciques que se dejan retratar con armas.

José Pinto, vocero de los 'Tupamaros', dijo a SEMANA que los autores de las bombas terroristas contra los medios de comunicación son "grupos de la oposición para dañar al gobierno porque César Gaviria está aquí. Los medios privados mienten. No hay ninguna prueba de que el gobierno está armando y financiando a grupos armados. El presidente Chávez lo que quiere es paz y democracia".

El diputado oficialista Luis Velásquez Alvaray lo ratificó a SEMANA: "Ningún grupo afecto al gobierno puede estar colocando bombas. No somos nosotros sino los grupos golpistas e insurrectos de militares en la plaza Altamira. Los militantes del MVR no tenemos nada que ver con los atentados explosivos. Hay que profundizar la investigación y caiga quien caiga tiene que ir preso".

Pero el alcalde opositor Alfredo Peña sostiene lo contrario. Para él la impunidad es la prueba de la participación oficial en el terrorismo. "La sede de la alcaldía capitalina, dijo a SEMANA, ha sido víctima de siete atentados que han dañado seriamente su edificación. No hay presos, ninguna detención, varios muertos y decenas de heridos en los enfrentamientos internos policiales y la intervención por parte del Batallón Ayala".

Las denuncias son perentorias. Ernesto Alvarenga, ex jefe parlamentario del MVR, denunció a SEMANA que la Disip ha puesto en marcha la operación 'Tierra arrasada', que incluiría "atentados contra medios adversos al gobierno, personalidades, amenazas y campañas de descrédito de todo tipo".

"En esta operación aparecen involucrados el gobierno y la ejecutan la Disip y el Batallón Ayala. La violencia proviene del gobierno. Son círculos del terror, parecidos a los grupos de Noriega en Panamá, que quieren impedir la consulta popular. Yo he sido víctima de esos ataques. Mi oficina fue explotada y la tuve que cerrar", dice Alvarenga. Pero también admite que la oposición podría tener su bando radical. "Talibán existen a ambos lados pero los que se han manifestado violenta e impunemente hasta ahora, son los afectos al gobierno".

Detrás de acusaciones y contraacusaciones los analistas más sensatos afirman que lo único que parece claro es que los extremistas de lado y lado se habrían salido de las manos de los sectores a los que pretenden defender. La prueba, por ejemplo, es que hace un par de semanas los 'Tupamaros' y otros grupos protagonizaron ataques contra manifestantes opositores que transportaban las firmas para convocar al referéndum revocatorio a pesar de que altos miembros del chavismo, como Alfredo Rangel y Freddy Bernal, los visitaron para pedirles expresamente abstenerse de hacerlo. Y es difícil pensar en algo más contraproducente para los intereses del gobierno que atacar con bombas a medios como Globovisión en un momento en que está negociando su supervivencia en una mesa patrocinada por la OEA. Del lado de la oposición, grupos como Bandera Roja han sido señalados como responsables de actos de violencia en los enfrentamientos del 11 de abril y podrían perfectamente ser los autores de hechos como los de Globovisión para acusar a los gobiernistas. Y mientras se acerca la hora de las definiciones, con el fantasma de un nuevo paro nacional para el 2 de diciembre, las hipótesis están abiertas.