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Aunque otros presidentes han tenido peores niveles de favorabilidad, el 45 por ciento de Humala debe empezar a preocuparle. | Foto: Tomada de Univisión.

ENTREVISTA

''Ya no es el Humala que tenía gran respaldo en los sectores sociales más bajos''

Aunque el presidente de Perú, Ollanta Humala, no lleva ni un año en el poder, desde los ciudadanos hasta su familia creen que va perdiendo la prueba. Semana.com habló sobre la gestión del mandatario con Jaime Cordero, periodista del diario peruano 'El comercio'.

Natalia Marriaga Martínez, periodista de SEMANA
14 de julio de 2012

Montado en agresivas propuestas de izquierda, en julio del 2011 llegó Ollanta Humala a la Casa de Pizarro, residencia presidencial de Perú. Sin embargo, tras la primera vuelta, el discurso de Humala se matizó tanto que al alcanzar la Presidencia, pocos reconocen al líder que se presentó en los comicios del 2011.
 
Un año después de empezar su mandato, una encuesta de la empresa Datum pidió a los peruanos evaluar el desempeño del presidente. Las violentas manifestaciones en la ciudad de Cajamarca, los escándalos con su gabinete ministerial y las voces de oposición, que incluso vienen de su familia, no ayudaron al jefe de Estado en el examen al que lo sometieron sus compatriotas. Su nota fue de tan solo 11.4 sobre 20 puntos. 

El presidente aún goza de una popularidad del 45 por ciento, que si bien parece poco, no es tan grave como la de otros mandatarios peruanos. No obstante, ya no cuenta con el respaldo de aquellos que lo llevaron al poder el año pasado. Jaime Cordero, el periodista del diario peruano El comercio analiza la situación de Humala, su transformación, su declive y lo que le espera.

Semana.com: El presidente Ollanta Humala está atravesando una crisis en todos los frentes. Las protestas sociales no han cesado, el estado de emergencia en Cajamarca continúa, sus votantes notan defraudados su inclinación hacia la derecha y, para completar, hasta su familia le está haciendo una oposición férrea. Si una buena parte está contra él, ¿quiénes representan el 45 por ciento de favorabilidad?

Jaime Cordero: El presidente Humala llega al poder con un discurso de reivindicación de la protesta social, defensa de los derechos de la gente del interior. Llega con un abrumador voto de respaldo de las provincias. Donde Humala no logra ganar es en Lima. Eso es sistemático de las expectativas que se habían creado en torno a él. Los que estaban nerviosos cuando Humala llegó al gobierno eran los empresarios. Pero esa sensación ya se ha normalizado y la sensación es que nada va a cambiar demasiado. Por eso, los más contentos ahora son quienes ya estaban contentos antes, es decir, la clase empresarial y la clase alta, pues no ha habido un gran cambio ni un gobierno de reforma que transforme de manera radical la estructura social.

Semana.com: No lleva ni un año en el poder, pero una encuesta de Ipsos-Apoyo le da un 45 por ciento de favorabilidad. El semanario The Economist, indicó que Humala está recogiendo los amargos frutos de expectativas fallidas. ¿Qué está haciendo mal y qué debería hacer para recuperar puntos?

J.C.:
El electorado peruano es muy intolerante con los gobernantes. Es muy raro que un gobernante logre mantener altos niveles de favorabilidad. Alejandro Toledo (2001-2006) llegó al 13 por ciento. Alán García (1985-1990 y 2006-2011) llegó al 20 por ciento. No es un país que sea benevolente con los gobernantes. La caída se explica con las expectativas incumplidas. El electorado esperaba la ‘Gran Transformación’ que anunció en su campaña y que para muchos implicaba una acelerada redistribución y un cambio total en la manera de gobernar. Son ellos los más decepcionados, pues esa expectativa se cambió por la Hoja de Ruta, que en el mejor de los casos es una versión light de la Gran Transformación. Más que decir que el apoyo está bajando, cada vez más ese apoyo de Humala va migrando. Ya no es el Humala que tenía gran respaldo en los sectores más bajos del espectro social. Ahora se concentra en las clases medias y no es despreciable tampoco el respaldo que tiene en las clases altas.

Semana.com: La oposición es normal para cualquier gobierno, pero, ¿el hecho de que la oposición venga de la familia de Humala está afectando de peor manera su imagen y margen de maniobra?

J.C.:
Su familia estuvo detrás de él en la campaña. Sus padres son representativos de los votantes de Humala. Son representativos del sector de izquierda menos progresista y más rancio. Su familia vio en Humala la posibilidad de un candidato que esa izquierda no había tenido en los últimos 20 años. Pero luego de llegar a la Presidencia, la bancada parlamentaria y los ministros de esa ala izquierda se fueron.

Ahora, pensar que su familia es un factor determinante o que es “la verdadera oposición”, como ellos mismos lo afirman, es exagerado. Ellos no afectan su margen de maniobra efectivo a la hora de gobernar. Humala ha tratado de manejar sus problemas familiares con mucho tino. El presidente nunca ha tenido una controversia expresa con su padre ni sus hermanos. Su padre es el que está empujando el tema. Claro que debe ser molesto tener al opositor tan cerca, al enemigo prácticamente, pero no sé hasta qué punto eso pueda complicar sus decisiones de gobierno. Hasta el momento, Humala ha demostrado tener una autonomía significativa. Si se trata de influencia política habría que preguntarse por Nadine Heredia, su esposa.

Semana.com: Quienes antes fueron sus más acérrimos opositores, como los fujimoristas, ahora aplauden algunas de sus iniciativas como el manejo de la economía ¿Ese apoyo le resulta problemático (ya sea con su familia o con el electorado) al presidente?

J.C.:
El fujimorismo también se ha cuidado y ha tenido un respaldo muy tibio. Ellos aprovecharán cada oportunidad que tengan para atacar al gobierno. Lo que más complica al gobierno es la pérdida de sus propios aliados. En poco menos de un año ya perdió varios congresistas y varios sectores de la izquierda lo han abandonado. Mientras más pase eso, más necesario será buscar alianzas con otras fuerzas.

Semana.com: Los mega proyectos mineros que hubieran invertido 50 millones de dólares en los próximos cinco años en el país equivaldrían al 85 por ciento del gasto planificado del país, pero las protestas y los conflictos sociales están alejando a las compañías y disminuyendo la inversión. ¿Cómo afectará esto el desarrollo del país y la percepción del presidente?

J.C.:
Si algo bueno queda de estas protestas es que se tiene que encontrar una manera de conciliar los estándares medioambientales con la actividad minera. Lo malo es que eso se utilice como un arma política, como lo hace Gregorio Santos, presidente regional de Cajamarca. Santos ha dicho que no quiere la mina y eso tampoco es una postura constructiva. La postura de Humala manda un buen mensaje al empresariado: ‘la mina se hace bien y se hace’. Eso muestra un presidente con autoridad, que tiene pantalones y es capaz de decir que se hará, pero se hará bien. La percepción normal es que el inversionista, al ver que tiene a la región en contra, incluso con violencia, pueda detener las inversiones, encarecerlas o complicarlas. Pero la reserva minera está ahí y los empresarios encontrarán la manera de sacarla. Por eso nadie duda de que seguirán llegando inversiones mineras al Perú.

Semana.com: Gregorio Santos ha dado a entender que aspiraría a la Presidencia del país. Teniendo en cuenta la crisis por la que atraviesa Humala y las notorias protestas en su contra, ¿podría Santos arrebatarle el cargo de mandatario?

J.C.:
Santos tiene ambiciones políticas claras. Él no está solo cuidando de Cajamarca, sino que le está apostando a ligas políticas mayores. Pero esos liderazgos regionales no están articulados adecuadamente para que puedan convertirse en un movimiento nacional. Parece difícil que en el sur del país Santos tenga la misma fuerza que tiene en Cajamarca.

Semana.com: A pesar de todas sus críticas, ¿en cuáles ámbitos se está destacando Humala?

J.C.:
Eso depende de quién haga el análisis. Para muchos, el gran mérito será dejar las cosas casi como estaban. Dejar la economía en manos de los técnicos y mantener el modelo económico que ha venido funcionando por lo menos en término macro. De otro lado, creo que en cuanto a lo político, las grandes reformas que se esperaban se están demorando mucho y quién sabe si se harán. Es cierto que Humala ha introducido un elemento más fuerte de asistencia social y ha aplicado de manera más activa el principio de la redistribución para reducir las desigualdades. También es un mérito que haya logrado desmarcarse de la presión externa. Antes, Humala era el candidato favorito de Chávez y Correa y hasta ahora, Perú ha logrado navegar de manera más o menos neutra en las complicadas aguas de la diplomacia latinoamericana.

Semana.com: ¿Podrá Humala salir de la crisis en la que se encuentra?, ¿cómo lo lograría?

J.C.:
Por el lado de la familia, debe dejar las cosas como están. Si logra disuadir a su padre de ser su crítico más ácido, eso lo ayudaría mucho. En las protestas, hay que terminar y llegar a acuerdos con respecto a lo que se empezó. Toca hacer el control de daños. Ya ha habido prejuicios para la popularidad del presidente, y para no seguir cayendo, Humala debe encontrar una manera de prevenir los conflictos sociales violentos y negociar antes de que la sangre llegue al río. Hay que tener una política más proactiva con respecto a lo social. Hay una deficiencia en la capacidad del Estado de distribuir el dinero de la minería en las regiones. No hay capacidad de gastar bien el dinero. Una municipalidad pobre a la que de un año para otro le dan 40 millones de dólares, va a seguir siendo pobre porque no va a saber cómo invierte ese dinero de una manera efectiva . El Estado tiene que encontrar un mecanismo para que los ingresos de la actividad minera lleguen a la población. Ese será su mayor reto.