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YO PECADOR, ME CONFIESO

El más importante telepredicador de los Estados Unidos confiesa sus culpas.

4 de abril de 1988

Muchos no podían creerlo. El pasado 21 de febrero, frente a más de 10 millones de telecreyentes, Jimmy Swaggart, la figura dominante entre los predicadores televisivos de los Estados Unidos, confesó haber pecado contra su esposa, su familia y sus feligreses. Con su estilo histriónico, entre lágrimas y sollozos, el santon reconoció haber estado con una prostituta de Nueva Orleans, aunque no especificó en qué había consistido su pecado.
Pero no fue la actitud teatral de Swaggart lo que le dio el verdadero tono dramático a la escena, sino el nivel de hipocresía que se puso en evidencia. El predicador fue hasta entonces un pretendido adalid de la moralidad, que blandió desde su programa la espada de la venganza contra los pecados de sus competidores cuando uno a uno, fueron cayendo de sus telepúlpitos el año pasado, por escándalos de carácter sexual.
El primero fue Jim Bakker, super estrella de las prédicas televisadas, que cayó cuando se descubrió su relacion amorosa con su secretaria Jessica Hahn (quien después apareció desnuda en la revista Playboy). Hoy se sabe que fue el propio Haggart quien desencadenó el escándalo al pasarle el chisme a los superiores de Bakker en la jerarquía de las asambleas de Dios.
Tampoco escapó a su maledicencia el actual aspirante a la candidatura republicana Pat Robertson, antiguo telepredicador, de quien reveló que se había casado con su esposa estando ella embarazada de su primer hijo. Hoy Robertson, aunque ya no compite con Swaggart en, el mercado de la salvación electrónica, enfrenta serias dificultades en sus aspiraciones políticas por cuenta del chisme, y por las acusaciones que siguieron de que había alterado su partida de matrimonio para solucionar a las malas el problema.
Pero esa capacidad para tirar la primera piedra (y esconder la mano) finalmente se volvió en contra suya. Paradójicamente, fue un competidor de menor cuantía el que le pagó con la misma moneda. Marvin Gorman, el pastor de la Primera Asamblea de la Iglesia de Dios, que aparte de su feligresía de 5 mil personas, tenia su propio show de televisión celestial, y un futuro cargado de bendiciones y dólares, cayó en la mira de Swaggart quien tal vez quería cortar por lo sano, antes de que se convirtiera en amenaza. En julio de 1986, Swaggart invitó a Gorman a su oficina y tras una larga charla, le arrancó la confesión de que había tenido relaciones sexuales adúlteras. No había acabado el incauto de salir de la oficina,cuando el escándalo estaba ya armado. Gorman perdio todo y actualmente tiene demandado a Swaggart por US$90 millones.
Pero como la vida da muchas vueltas, no pasaría mucho tiempo antes de que la revancha estuviera al alcance de Gorman. Una llamada anónima le reveló que su enemigo había adquirido el hábito de ir disfrazado a la zona roja de Nueva Orleans, y que había sido visto varias veces en compañia de prostitutas. Lo siguiente fue poner a un detective tras la pista para obtener evidencia, y claro, las fotos que el sabueso tomó no dejaron duda sobre la realidad de la doble vida de Swaggart. Las posteriores declaraciones de una prostituta, a quien ofreció US$10 por hacer "actos pornográficos", completaron el panorama.
Hasta entonces, la vida de Jimmy Swaggart había sido una espiral ascendente. Nacido hace 53 años en un hogar humilde, según él, sintió por primera vez "el llamado de Dios" cuando tenía 8 años, mientras hacía fila para entrar a cine. Nunca dejó su vocación por la prédica y (más tarde) por los dólares, armado de una gran capacidad oratoria y musical -su conjunto de música "religiosa" ha vendido más de 150 millones de discos. Luego de ser predicador ambulante durante los años 60, llegó primero a la radio y luego,en 1973, a la televisión, con lo que sus ingresos subieron a sumas millonarias. De US$60 millones que " hizo" en dádivas en 1982, pasó a US$141.6 en 1986. El imperio que ayudó a construir para la Iglesia Pentecostal, la de mayor crecimiento en Estados Unidos, incluye varias sucursales alrededor del mundo e inversiones millonarias.
Tal vez por esa razón, el castigo que la jerarquía de esa Iglesia le impuso se antoja demasiado débil: tres meses de suspensión de sus apariciones televisadas, y un curso de rehabilitación para expiar sus pecados. Pero aunque se le rehabilite, lo que parece claro es que la era de la iglesia electrónica en los Estados Unidos pasa por un periodo crítico y que la credibilidad de los predicadores de las "Asambleas de Dios" pentecostales, se verá muy afectada entre un público que cada vez se convence más de que tras las cruces que se hacen por la salvación del alma, se esconde otro símbolo mucho menos piadoso: el poderoso caballero, don dinero.