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¿Dónde quedaron las dudas sobre Karzai?

El presidente de Afganistán, elegido con graves problemas de legitimidad por fraude en las elecciones, quien se posesionó con la bendición de Estados Unidos y Europa, promete perseguir la corrupción.

Alianza BBC
3 de noviembre de 2009

De repente, los gobiernos occidentales y la Organización de las Naciones Unidas (ONU) transformaron al presidente de Afganistán, Hamid Karzai: pasó de ser un candidato manchado por la sospecha del fraude a  un vencedor legítimo de las elecciones.
 
Un factor clave en este cambio de actitud fue la decisión del oponente del mandatario, Abdullah Abdullah, de retirarse de la segunda vuelta de los comicios en lugar de boicotearlos. Según los expertos, un boicot hubiera causado más violencia.

Con la retirada de Abdullah, Karzai era el único candidato y, de haberse celebrado las elecciones, el resultado le habría dado una victoria segura. De este modo, tras la decisión de la Comisión Electoral de cancelar la segunda ronda, las felicitaciones al presidente reelecto comenzaron a llegar.

Según los gobiernos de Estados Unidos y del Reino Unido, este desenlace es constitucional, legítimo y refleja la voluntad del pueblo.

Repentinamente, se comenzó a hablar de que los afganos no deseaban una segunda vuelta y de que el resultado coincide con las encuestas de opinión.

Ahora se asegura, incluso, que la victoria de Karzai es más amplia que la que obtuvo en 2004, con un apoyo significativo entre todos los grupos étnicos del país.

¿Elección legítima?
Sin embargo, a pesar de todo, la sombra de la duda sigue pesando sobre la legitimidad de la elección del presidente afgano.

Por un lado, el motivo que alegó Abdullah para retirar su candidatura fue que no existían garantías para unos comicios libres y justos.

Según el principal rival político de Karzai, las medidas tomadas para corregir el fraude de la primera vuelta fueron insuficientes.

En la misma línea se manifestó este martes el Talibán, que en las últimas semanas había amenazado con actos violentos durante el proceso electoral.

"Lo sorprendente de todo esto es que hace dos semanas se estaba discutiendo si el presidente títere Hamid Karzai estaba involucrado en el fraude electoral y ahora se le declaró ganador a partir de esos mismos votos fraudulentos", afirmaron los insurgentes en una declaración citada por la agencia de noticias AFP.

Intenciones
En este contexto, consciente de que el "estigma de la corrupción" pueden lastrar su segundo mandato, Karzai –en sus primeras palabras como vencedor oficial de los comicios- hizo un llamado a la unidad y a la honestidad política.

"Nuestro gobierno fue desacreditado seriamente por la corrupción administrativa. Intentaremos limpiar ese estigma de nuestro territorio de todas las maneras posibles", aseguró Karzai este martes.

Un "mea culpa" y una declaración de intenciones que se producen, según algunos analistas, en respuesta a las presiones de las potencias occidentales, que le exigieron al mandatario mayores esfuerzos en seguridad y transparencia a cambio de su apoyo político.

"Los aliados internacionales de Karzai le han dejado en claro lo que esperan de él. Occidente transmitió el mensaje de que será juzgado por sus actos y no por sus palabras, y que el nivel de compromiso y de tropas en suelo afgano dependerán de eso", afirmó el corresponsal de la BBC en Kabul, Ian Pannell.

De que el presidente afgano cumpla con esas expectativas depende, por ejemplo, de la hasta ahora aplazada decisión sobre el aumento de tropas estadounidenses en Afganistán, que el general Stanley McChristal cifró en 40.000 efectivos más.

Cinco años claves
A partir de ahora, Karzai dispondrá de cinco años –las leyes afganas le permitirían servir un tercer mandato- para intentar sacar al país de la situación en la que se encuentra y demostrar que su elección fue acertada.

"El fracaso sería algo obvio. El éxito sería más difícil de definir", sugirió el corresponsal de asuntos exteriores de la BBC, Paul Reynolds.

En este sentido, el último informe de los expertos del Centro para una Nueva Seguridad de Estados Unidos, traza tres escenarios posibles para el próximo lustro en Afganistán.
El primero -el peor y, según el estudio, el menos probable- sería que el país asiático vuelva a la época del Talibán anterior a septiembre de 2001.

El segundo, y "más probable", sería que la OTAN se vaya retirando de Afganistán y Estados Unidos se vea envuelto en un conflicto de larga duración.

Y el tercero sería que "emerja un Estado afgano que funcione" y ponga límites a los "grupos trasnacionales del terror".

"Este último escenario todavía es posible, pero necesitará más compromiso, tiempo y recursos por parte de los Estados Unidos", asegura el estudio.