DETRÁS DE LAS ELECCIONES.

Cambio y Miedo

El nuevo Presidente de EE.UU enfrenta el reto de cambiar un país que se siente vulnerable frente al mundo. Por Horacio Godoy, para Semana.com

Horacio Godoy*
4 de noviembre de 2008

Cambio y miedo. Son quizás las principales características de la larga campaña por la presidencia de los Estados Unidos. La palabra cambio ha sido la más escuchada en todos los debates, todas las campañas publicitarias y en todos los discursos de los candidatos de ambos partidos. Sin duda, esto refleja una percepción de parte de los estadounidenses del estado de cosas en el país y de la necesidad urgente de cambiar de curso, de reformar políticas fracasadas y de encontrar nuevas alternativas para el futuro del país.

Los cambios que se buscan son de diverso orden y afectan a casi toda la política nacional. Aunque con diferencias en los discursos de ambos partidos, el primer cambio que se ha visto está en la propia oferta electoral. El demócrata, Barack Obama es el primer candidato y se espera sea el primer Presidente afroamericano en la historia del país. Esto constituye una novedad de por sí trascendente, luego de la larga y persistente historia de discriminación en ese país.

Como para no quedarse atrás, el candidato Republicano John McCain escogió a una mujer como su compañera de fórmula a la vice presidencia. Aunque Sarah Palin no es la primera mujer que ha aspirado a ese cargo (ya lo hizo Geraldine Ferraro en 1984) sí lo es dentro de su partido. La participación prominente de dos minorías tradicionalmente excluidas en esta competencia electoral, son un indicio de cuánto puede estar cambiando la sociedad estadounidense y de cuánto se encuentra dispuesta a ensayar nuevas fórmulas que le ayuden a superar crecientes problemas tanto internos como externos.

Una segunda razón por la cual los estadounidenses quieren cambiar de rumbo parte de la valoración negativa del gobierno saliente. El presidente George W. Bush termina su segundo periodo presidencial con una alta percepción negativa en la opinión pública motivada tanto por su pobre desempeño en lo social, como por los altos costos de una guerra sin dirección en Irak. El sentimiento anti-Bush es tal que el mismo candidato McCain ha hecho notorios esfuerzos por distanciarse de su Presidente, recordándole al electorado a lo largo de la campaña acerca de las muchas veces que en los últimos años se opuso tanto al Presidente como a las propuestas de su propio Partido Republicano.

Se prevé además, un probable cambio en la tendencia histórica de comportamiento electoral. Así, estados que han votado republicano desde la elección de Ronald Reagan en 1980, pueden pasar a manos demócratas. Según El Político.com, un blog especializado, los demócratas pueden llegar a ganar 8 curules nuevas en el Senado y 22 curules nuevas en la Cámara de Representantes. Esto no solo le daría una mayoría cómoda en ambas cámaras del Congreso, sino que implicaría un cambio en el comportamiento electoral de varios estados tradicionalmente republicanos.

El cambio también ha sido el tema principal de los discursos de los candidatos. La estrategia de Obama claramente ha hecho énfasis sobre la necesidad de cambios urgentes en la dirección de las políticas públicas, de orientarlas más hacia la clase media y de generar mayor confianza en la capacidad nacional. El candidato republicano McCain, si bien se ha apoyado en su larga trayectoria en el Senado, ha insistido en que es capaz de liderar cambios de estrategia en situaciones complejas como la guerra en Irak, o cambios de política en áreas difíciles como la seguridad social o la inversión. Ambos candidatos hablan de un país que debe repensarse, y redefinirse hacia un futuro que se presenta incierto, inseguro y hostil. En esto existen bastantes coincidencias entre ambos. Las diferencias parecen estar más en lo que proponen, se debe hacer para superar la actual situación.

Crisis financiera y miedo

Hasta septiembre esta elección era entonces de cambio. La crisis en el sector financiero, que provocó la quiebra de bancos hipotecarios primero y luego arrastró a casi todo el sistema financiero mundial, les estalló a las campañas presidenciales y las dejó perplejas, sin discurso. Hasta el tema de la guerra en Irak pasó a segundo plano, frente a las dimensiones de la crisis en las bolsas y los bancos. La discusión sobre qué hacer ante la incertidumbre económica absorbió a las campañas, y de alguna manera contribuyó a cristalizar y hacer más visible otro gran tema que ha estado ahí latente en estas elecciones presidenciales, el miedo.

Aún antes de la crisis financiera, se adivinaba en los temas de las campañas, en las preguntas de los debates o en los avisos publicitarios, una sociedad estadounidense que enfrenta sin mucha confianza, diversos problemas para los que no parece encontrar soluciones. Se percibe una sociedad que se siente insegura y vulnerable.

Existe miedo al terrorismo. El principal efecto de los atentados terroristas del 11 de Septiembre del 2001 fue que se instaló en los estadounidenses un sentimiento de vulnerabilidad. Las respuestas que dio el gobierno, desde lanzar al país a una guerra en Irak, hasta imponer una estricta seguridad en los aeropuertos, no han logrado conseguir que la gente supere su temor. Persiste el recelo hacia el mundo de afuera, como si éste estuviera en contra de Estados Unidos, y un sentimiento de que el país es endeble frente a los terroristas, que depende en exceso de otros, y que los otros países se alían con Estados Unidos para sacarles ventajas (China y otros).

Este miedo está generando un discurso que se asemeja a las posiciones aislacionistas, típicas del siglo XIX, y que, en cambio, los aleja la posición internacionalista adoptada por Estados Unidos a partir de la Segunda Guerra Mundial. Resulta notorio, que durante el debate entre Obama y McCain que trató temas de relaciones exteriores, ninguno de los dos candidatos mencionó a Naciones Unidas, ni a ninguna otra institución de diplomacia multilateral. Sin embargo ambos hicieron énfasis en que harían lo que tocara para defender los intereses nacionales, aún a costa de la oposición de otros países.

Hay recelo ante un mundo diverso y dinámico. Desasosiego, ante el crecimiento, no solo de China y de India sino de Europa, el sureste de Asia y hasta de América Latina. Incluso hay aprensión frente a los tratados de libre comercio, como el de Colombia, y se oponen a ellos más por los puestos de trabajo que se perderían, pues se irían a países más competitivos, que a otra cosa. Resulta revelador que el argumento que hizo McCain a favor del TLC con Colombia se basó justamente en dos premisas: la primera, que éste era bueno para la industria norteamericana, y la segunda, que era una muestra de apoyo al mejor aliado que tienen en una región que no los quiere.

Fue miedo lo que expresaron ambos candidatos cuando hablaron de superar la dependencia de Estados Unidos de la importación de petróleo y de la necesidad de producir más crudo en el país o de encontrar fuentes de energía alternativas. Aun con estrategias diferentes, tanto McCain como Obama hacen referencia a la debilidad que implica para Estados Unidos, pero mas en términos de seguridad nacional, que en el sentido puramente comercial.

El notable incremento en las migraciones hacia Estados Unidos de los últimos diez años es otro factor de miedo. La población inmigrante, tanto legal como ilegal, es de unos 38 millones de personas, en su mayoría proveniente de México y Centroamérica. Entre los años 2000 y 2007, ingresaron a Estados Unidos 11,7 millones de personas, un volumen de inmigrantes que no se veía desde hacía 25 años. (De estos se calcula que cerca de un 50 por ciento pueden ser ilegales, la mayoría de México). Como señala Steven Camarota del Center for Immigration Studies, el incremento en la entrada de inmigrantes latinos, en especial de Centroamérica, representa una nueva tendencia con una tasa mayor al crecimiento del resto de la población y esto se nota más en las áreas de mayor concentración de inmigrantes. Los temores a un desborde de los inmigrantes, aunque no es real, pero se percibe como un riesgo y está llevando a políticas como la del muro a lo largo de la frontera con México y a proyectos de ley que introducen mayores medidas represivas y discriminatorias frente a los inmigrantes ilegales y sus familias.

Farid Zakaria en su reciente libro The Post American World, sostiene una visión de esperanza y confianza frente a los desafíos que hoy enfrenta Estados Unidos, pero asegura que para lidiar con ellos con éxito, la sociedad debe superar el miedo y el sentimiento de desconfianza en que ha caído. Es de esperar que los cambios que parecen estar a punto de llegar con el nuevo Presidente, lleven a los estadounidenses hacia esta visión. Insistir en otro ciclo de políticas aislacionistas, de prevención y sentimiento de vulnerabilidad, presentaría un riesgo grave para Estados Unidos y para el mundo de nuevos conflictos y crisis globales.


*Horacio Godoy es profeso de, Universidad del Norte, Barranquilla, Coordinador de la Especialización en Estudios Político-Económicos