ESTADOS UNIDOS

Colombiano causa sensación con el zumba en EEUU

Por NICK SORTAL
27 de febrero de 2009

ORT LAUDERDALE, Florida, EE.UU. (AP) — A los siete años, imitaba a John Travolta y le mostraba bailes de Grease a sus amiguitos de Colombia.

A los 18 daba clases de baile y ganó un campeonato nacional de lambada.

Veinte años después, Alberto Pérez tiene a todo el mundo bailando... al ritmo de zumba, su creación.

"¿Recuerda esa escena de (la película) Forrest Gump en la que él comienza a correr y todo el mundo se le suma", dice "Beto" Pérez. "Me siento un poco como Forrest Gump".

Hay clases de zumba por todos lados. Tan solo en el sur de la Florida, se ofrecen en unos 250 gimnasios y centros comunitarios. Algunos dan hasta diez clases por semana.

Zumba es una rutina aeróbica que combina salsa, merengue, samba, reggaeton y otros ritmos latinoamericanos. El objetivo de Pérez es simple: hacer que la gente se divierta bailando.

Y lo hacen.

"Por ahí estoy haciendo cola en una (tienda) Publix, escucho la música y me pongo a bailar", señala Eileen Harmon, de Tamarac, quien toma una clase de zumba para personas mayores. "Y la gente se queda mirándome".

Todo comenzó con "Beto" Pérez, quien demostró buena visión comercial.

"Vine a Estados Unidos sin dinero. Pero creía en el sueño americano de que si uno trabaja y persevera tiene éxito", manifestó.

Pérez es de Cali, donde en su adolescencia trabajó en una heladería.

"Cuando iba a trabajar, pasaba por un estudio de baile y me ponía a mirar", recuerda. "Hasta que me cerraban las cortinas. Pero yo practicaba mucho. Dios me dio este talento".

En 1989 se inscribió en un concurso de lambada, ritmo que hacía furor en ese momento, y ganó el primer premio. Después de eso, el estudio que alguna vez le cerró las cortinas lo contrató y comenzó también a tomar clases.

Al mismo tiempo, daba clases de aeróbicos en otro gimnasio. Pérez dice que un día se olvidó la música de su clase y usó entonces música de salsa y merengue que tenía en el auto. Ese episodio marcó su vida.

Hizo cuatro viajes a Estados Unidos para promover lo que denominó Rumbacize, hasta que en 1999 se radicó definitivamente en este país.

"No podía hablar inglés bien, pero sabía lo que quería hacer en una clase", indicó.

Un gimnasio le ofreció una clase, por un mes. Al poco tiempo daba 22 clases por semana en distintos gimnasios de la región.

"Trabajaba como loco, pero era una locura linda", afirmó. "Seguí perseverando".

En el 2001, Alberto Perlman, de 25 años, se veía venir el fin del boom de los dotcom.

"Mi madre me decía que había un tipo en su gimnasio que era sorprendente, que tal vez yo podía hacer algo con él", dijo Perlman.

El nombre de Rumbacize ya había sido registrado, por lo que decidieron llamarlo "zumba", aludiendo a movimientos rápidos, como los del zumbido de un mosquito.

Se asociaron con una compañía de video y lanzaron una publicidad en el 2002.

"Mi idea era vender videos de zumba y después ver qué pasaba", expresó Perlman. "Pero la gente llamaba y preguntaba cómo podía conseguir licencias para dar clases. De modo que cambiamos de proyecto".

Ahora, junto con un tercer socio, Alberto Aghion, tienen Zumba Fitness LLC, empresa con 28 empleados que vende indumentarias para el zumba, manuales de instrucción y equipo para ejercicios, incluidos palos para tonificar los músculos que suenan como maracas cuando uno se ejercita.

Desde el 2003 venden licencias para dar clases de zumba. Los instructores pueden pagar 250 dólares por un año o abonar 360 dólares para unirse a una red que los ayuda a conseguir trabajo y les da nuevas rutinas de Beto.

Se calcula que en la actualidad 4 millones de personas toman clases de zumba en 40 países, según Perlman. Hay 20.000 personas con licencias para dar clases. Una convención de instructores realizada en Orlando en octubre del año pasado agotó las mil boletas puestas en venta.

Pérez y sus socios lanzaron el zumba en un momento oportuno, cuando crecía la popularidad de programas de televisión como "Dancing with the Stars" (Bailando con las Estrellas) y So You Think You Can Dance? (¿Crees que puedes bailar?), y la gente quería aprender a bailar.

Stacy Keibler, quien se hizo famosa compitiendo en Dancing With the Stars en el 2006, baila con Beto en una publicidad.

"Tuvimos un poco de suerte", admite Perlman. "Salen un centenar de productos para ejercicios todos los años y tal vez uno pegue. A nosotros se nos dio".

A la suerte le agregaron buen sentido comercial.

"Yo pongo el talento", dijo Beto, quien vive en un departamento en la Brickell Avenue de Miami. "No tengo idea de cuánto dinero tengo. No me interesa la parte material".

"Beto es muy intuitivo", expresó Perlman, que es el que maneja los negocios.

Beto da una clase por semana ahora, en el Equinox Fitness Club de un centro comercial de Aventura.

Un miércoles reciente, encendió la música, pero no se puso a gritar órdenes.

Apenas si se lo escucha. Las 34 mujeres presentes, no obstante, lo miran fijamente. El apunta hacia sus ojos, para que lo sigan.

La música es la que manda y Beto parece un niño disfrutando.

Cuando una estudiante nueva tiene problemas para seguirlo, él se acerca y comienza a bailar merengue con ella. Cuando otra interrumpe la rutina para ir a tomar agua, le señala un reloj, con un gesto simpático y perentorio a la vez.

Liz Becker, de 36 años, luce rodilleras en ambas piernas, pero se contornea como las demás cuando Beto la estimula.

"El tiempo se pasa volando, una ni siente que se está ejercitando", dijo Becker.

Esa es la idea, acota Beto. Que la gente se divierta.

Inconscientemente se pasa la mano por una cicatriz en la frente, producto de una lesión que sufrió break dancing en el patio de su casa cuando era pequeño. "Me encanta hacer sonreír a la gente. Eso es lo mejor de todo", afirmó.

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