REPORTAJE

Obama: ¿La personificación de un sueño?

Aunque muchos dicen que el ascenso de Obama es una derrota al racismo en Estados Unidos, algunos negros temen que se vuelva una excusa para expiar todas las culpas. Especial de Daniel Pacheco desde Washington.

Daniel Pacheco, especial para Semana.com desde Washington
21 de enero de 2009

La conmemoración 80º aniveresario del nacimiento de Martin Luther King, el reverendo protestante que lideró el movimiento de los derechos civiles y murió abaleado en 1968 sin lograr ver cómo su movimiento derrubaba la segregación contra los negros en los estados del sur de E.U., magnifica la trascendencia de la posesión de un presidente negro.

Obama, quien a pesar de ser hijo de una madre blanca y un padre negro se identificó desde su juventud como “afro-americano”, representa para muchos el gran sueño del que Luther King habló en un famoso discurso: “que todos los hombres son creados iguales”.

Por eso para Thomas Mannings, un taxista descendiente de padres jamaiquinos, “Significa mucho que un hombre negro llege a la cima del mundo”.

Para Thomas, y millones de negros en E.U., la elección de Obama es mucho más que la victoria de un hombre; es lo que esa victoria dice del mundo en que ellos y sus hijos ahora viven. Un mundo en el que el límite lo pone cada vez más el empeño y el talente individual y no el color de la piel.

La pregunta inevitable es si el sueño de Luther King se realizó cuando el 44º presidente tomó juramento.

Es una pregunta que resulta incómoda en medio del optimismo. Heather Good, una jóven de alrededor de 30 años y piel blanca, responde con cautela: “Es un sueño mucho más amplio que tener un presidente negro”.

Cuando Bomani Armah, líder la ceremonia en la Catedral Nacional (la última iglesia en la que King pronunció un sermón) en conmemoración del cumpleaños de Luther King, hace la misma pregunta al público de alrededor de 3.000 personas no más de tres desprevenidos levantan la mano. Sin embargo, en privado 68% de los negros encuestados por CNN sobre el mismo tema respondieron positivamente.

A Deborah Capcrarom, una activista negra y estudiante de periodismo en Georgetown University, le preocupa que la presidencia de Obama sea una excusa “para que los blancos piensen que esta nación ya se lavó de su pecado original”, dice refiriéndose a la esclavitud. Sobre todo cuando el hombre que fue elegido es “literalmente un afro-americano, de padre africano y madre americana y no un negro”.

Aunque Deborah advierte que su visión es especialmente crítica, y por lo tanto atípica, argumenta que el recorrido de Obama muestra que “él no ha hecho las cosas por las que los negros marchamos y por las que los negros luchamos”.

De cierta manera Obama le da la razón. En su discurso para Convención del Partido Demócrata del 2004 Obama dijo que “No hay una América negra y una América blanca y una América latina y una América asiática: hay unos Estados Unidos de América”.

No quiere decir esto que piense que no existe desigualdades raciales en la sociedad estadounidense, pues él mismo las enumera en su libro “La audacia de la esperanza” al mencionar, por ejemplo, que el sueldo promedio de un negro es 25% menor que el de un blanco y 29% el de un latino. Sin embargo, su misma posición de presidente hace difícil atribuir estas diferencias a barreras raciales infranqueables.

El asunto, el mismo que domina hoy la agenda politica, se define en términos económicos. En una entrevista de la semana pasada al Washington Post Obama declaró que “si tenemos un buen enfoque económico, eso será un mecanismo para mejorar las relaciones raciales”.

La pregunta sobre el sueño de King queda abierta de todas maneras. Si, por ejemplo, se nivelaran los sueldos de todos los grupos raciales estadounidense ¿estaría satisfecho el reverendo King? ¿O hay algo más en la reivindicación de los negros estadounidenses que escapa al espítitu unificador de Obama y su discurso multiracial?