¿Qué hacer con las orcas cautivas?

Según los expertos eventos trágicos como el ataque de una ballena a su entrenadora en la Florida, recuerda que las orcas son animales salvajes, fuertes y muchas veces impredecibles.

BBC MUNDO
25 de febrero de 2010

El reciente ataque de una orca cautiva contra su entrenadora en el parque temático SeaWorld en Florida, Estados Unidos, plantea nuevamente la interrogante sobre nuestra relación con estos depredadores marinos.

Nadie sabe qué desencadenó el incidente y los expertos concuerdan en señalar que es casi imposible determinar la razón por la cual la orca, llamada Tilikum, reaccionó de esa manera.

Lo que sí queda en evidencia es la tensión que se genera cuando decidimos interactuar muy de cerca con estos enormes animales.

También es un tema a debatir qué hacer con las orcas, también conocidas como ballenas asesinas, que siguen en cautiverio.

"Son animales altamente sociales que tienden a vivir en grupos cohesivos, así que es muy artificial capturarlas y mantenerlas cautivas en espacios reducidos", señala el doctor Andrew Footes, un experto en orcas de la Universidad de Aberdeen en el Reino Unido.

"Los eventos trágicos nos recuerdan que las orcas son unos animales salvajes, fuertes y muchas veces impredecibles", indica por su parte Danny Groves de la Sociedad para la Conservación de las Ballenas y Delfines (WDCS, por sus siglas en inglés).

Ataques aislados
Aunque no hay muchas informaciones al respecto, se han registrado al menos 24 ataques de orcas cautivas contra personas.

A diferencia de lo que la gente suele pensar, los ataques de orcas en escenarios salvajes también pueden producirse.

El doctor Footes relata que el investigador Chris Pierpoint de la Asociación de Observadores de los Mamíferos Marinos estaba trabajando en la Antártida cuando fue víctima de un sofisticado y planificado ataque por parte de un grupo de orcas.

Las orcas salvajes de la región cooperan entre sí nadando juntas hacia las focas que flotan sobre el hielo, Al hacerlo forman una ola que desplazan a la indefensa foca del hielo al agua. "Eso le pasó a Chris", apuntó el doctor Footes aunque sin mayores consecuencias para el investigador.

"Son realmente incidentes aislados", aclara Footes. "Las ballenas viven en agua fría, así que no suelen tener mucho contacto con la gente".

¿Devolverlas al mar?
Lo que revela el más reciente ataque de una orca es lo poco que realmente se sabe de estos animales, ya sea que estén en cautiverio o en su hábitat natural.
Apenas nos estamos empezando a dar cuenta de lo verdaderamente inteligente que son las orcas y lo compleja que es su sociedad.

Los estudios de las ballenas cautivas han ofrecido pocas pistas, aunque sí hay ayudado a revelar su comportamiento acústico.
 
"La ciencia no justifica el cautiverio", subraya el doctor Foote. "Algo que espero que salga de este desafortunado incidente es que se logre una seria discusión para lograr la retirada paulatina de estos parque marinos".

¿Entonces qué se puede hacer con estas orcas?
Una opción es esperar que no ocurra un incidente igual o asegurarse que no suceda, haciendo que los entrenadores no se acerquen tanto a la piscina.
Otra es sacrificar a las ballenas consideradas como demasiado peligrosas para estar en cautiverio.

La opción final y que parece ser la más aceptable desde el punto de vista de los derechos de los animales es devolver a las orcas a su hábitat original.
En repetidas ocasiones la WDCS ha pedido que las ballenas en cautiverio sean liberadas, sobre todo porque el cautiverio parece reducir drásticamente sus expectativas de vida.

El caso de Keiko
Pero no todo es tan simple como suena.
Un estudio publicado el año pasado por científicos estadounidenses y daneses en la revista Marinos Mamíferos documentó los intentos de devolver a una ballena asesina llamado Keiko al océano.

Capturada en 1979 cuando tenía dos años, Keiko se hizo famosa como la estrella de la película "Liberen a Willy", que fue lanzada en 1993.
Tras el éxito de la película creció la presión pública para que Keiko volviera al océano.

En 1996 comenzaron los entrenamientos para lograr su regreso y después de 2000 comenzó a ser sacada a mar abierto para que se fuese acostumbrando a la vida salvaje.

Sin embargo, Keiko raramente interactuaba con orcas salvajes y nunca terminó integrándose a su hábitat natural.

También le costó aprender a cazar, sumergiéndose en aguas menos profundas y en menos ocasiones que las ballenas salvajes.

A pesar de todos los esfuerzos de sus entrenadores, Keiko no pudo romper su necesidad de tener contacto humano y seguía o volvía a la embarcación que la acompañaba a mar adentro.

Eventualmente murió en 2003 cuando vivía semi cautiva.

"La liberación de Keiko demostró que soltar animales que han estado cautivos durante mucho tiempo es un gran desafío y si bien como humanos nos atrae la idea de liberar al animal, su supervivencia y bienestar puede sufrir un gran impacto", apuntaron los autores del informe.