Los presidentes Álvaro Uribe y George Bush establecieron una excelente relación personal e ideológica. Sin embargo, con Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, no es lo mismo. Son como agua y aceite

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Todo tiempo pasado fue mejor

La llegada de Obama y su ala liberal de los demócratas al poder parece no haber estado en las cuentas del gobierno. El TLC pende de un hilo.

8 de noviembre de 2008

Hace cuatro años, en este mismo mes de noviembre, la primera visita al exterior que hizo el candidato ganador de las elecciones de Estados Unidos, el presidente republicano George W. Bush, fue a Colombia. Una señal inequívoca de la posición privilegiada del país en la agenda internacional del mandatario estadounidense. En estos incipientes días, el hoy presidente electo, el demócrata Barack Obama, devolvió llamadas de felicitación a nueve jefes de gobierno; el presidente Álvaro Uribe no fue incluido en el primer corte.

Si bien a primera vista es un detalle menor, simboliza la distancia que hay entre un Estados Unidos gobernado por Bush y los republicanos y uno en manos de Obama y los demócratas frente al tema de Colombia. Una realidad que el gobierno colombiano aún hoy no parece dispuesto a aceptar públicamente, como quedó evidente con las declaraciones de los múltiples voceros gubernamentales. Siguen hablando de que la política de Estados Unidos frente a Colombia siempre ha sido bipartidista y que no importaba quien ganara. El mismo presidente Álvaro Uribe destacó recientemente el apoyo de los ex presidentes demócratas Bill Clinton y Jimmy Carter al TLC y al Plan Colombia como prueba del consenso en Washington sobre el país.

El error de esa lógica es que tras la victoria de Barack Obama, la influencia de los dos ex mandatarios -y en particular de Clinton- se va a reducir sustancialmente. Clinton puede terminar relegado a la posición honorífica que tienen tradicionalmente los ex. Como dicen, a rey muerto, rey puesto. Y aunque es muy posible que Obama nombre en su gabinete y en la Casa Blanca ex asesores de Clinton, es de esperarse que la lealtad de estos funcionarios esté por los lados del nuevo Presidente y no con su ex jefe.

El partido de Obama es diferente al de Clinton. Los congresistas que apoyaron inicialmente al candidato afroamericano son más del ala liberal de los demócratas, aquellos que dependen en mayor medida del apoyo de los sindicatos y que se identifican ideológicamente con las ONG de derechos humanos. Durante estos seis años, la administración Uribe se confió en que era suficiente mantener una relación estrecha con los republicanos y con Clinton para sacar adelante los intereses de Colombia.

Y con el paso del tiempo, ha quedado claro que en las elecciones de 2008, el gobierno a propósito o por inercia, se la jugó con dos cartas, la senadora Hillary Clinton en las primarias demócratas y con el republicano John McCain en los comicios generales. Infortunadamente, perdió. Tal vez por reconocer que las cosas van a ser a un diferente precio el próximo año, la administración Uribe aún no pierde la esperanza de que Bush logre sacar el TLC antes de que termine diciembre.

"Existe una posibilidad y es que el Congreso estadounidense lo estudie en las sesiones extraordinarias que, al parecer, serán convocadas para este mismo mes con el objeto de tomar medidas para superar la crisis financiera", le dijo a SEMANA la embajadora en Washington, Carolina Barco.

¿Cómo es posible semejante cosa, sobre todo si Obama ha declarado sus reservas frente al TLC? Muy sencillo. En primer lugar, se cree que en las sesiones extraordinarias que arrancan al final de este mes (lo que en inglés se llama el 'Lame Duck Congress', o Congreso del Pato Cojo'), el TLC podría ser considerado. Para ello se requiere que el presidente Bush exija eso a cambio de no oponerse al paquete de leyes de estímulo económico que quiere hacer aprobar la bancada demócrata. Bush, al parecer, tiene cierto margen de maniobra, ya que los demócratas quieren entrar con pie derecho a la Casa Blanca y evitar que expire el seguro de desempleo, cuya vigencia termina este mes, a menos que se dicten nuevas leyes. Obama y los suyos están preocupados, especialmente con las cifras del viernes, cuando se supo que en octubre perdieron sus puestos 240.000 trabajadores y que el desempleo alcanzó el 6,5 por ciento, el más alto en 14 años.

La pregunta es cómo podría Obama cambiar de opinión, si a lo largo de la campaña ha criticado el TLC. Según Michael Shifter, analista del Diálogo Interamericano, uno de los institutos de pensamiento sobre América Latina más importantes de Washington, "Obama es un intelectual, un hombre muy sensato y sabe que si en Colombia hay progresos, deberá llegar a un acuerdo para apoyar el TLC. También sabe que, en momentos de crisis, este país no puede mirar para adentro y que el comercio internacional es decisivo".

Adam Isacson, del Centro para la Política Internacional, otro de los estudiosos más sobresalientes en Washington, también le indicó a esta revista que Obama no es por principio enemigo del comercio internacional, y que "si el gobierno de Álvaro Uribe muestra avances en la protección a los sindicalistas, le daría un argumento para justificar su respaldo al tratado con Colombia". Eso haría que la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, llevara el tratado al Congreso para su votación. Ayuda también, dicen fuentes del gobierno colombiano, que Rahm Emmanuel, el futuro jefe de gabinete de la Casa Blanca de Obama, haya dicho en privado que el tratado debe salir adelante. La pregunta es cuándo.

Fuentes del Congreso y del Departamento de Estado le dijeron a Colombia que es "muy improbable" que se vote el TLC este año. Pelosi no cree que se haya cumplido el compromiso de acabar la impunidad por los asesinatos de sindicalistas. Una analista de Washington, conocedora como pocos de la región, le dijo a SEMANA que el reciente escándalo por las ejecuciones extrajudiciales "hace muy difícil que los legisladores estén dispuestos a premiar a Uribe". Y como si fuera poco, SEMANA conoció que el gobierno de Bush no descarta presentar a cambio el TLC de Panamá, que es mucho menos polémico.

Tal vez la única noticia positiva provino de un informe de la Government Accountability Office (Oficina de Responsabilidad del Gobierno) sobre el Plan Colombia y que fue publicado en Washington el miércoles de la semana pasada. Aunque se ha resaltado la parte negativa del informe -donde dice que no se han reducido los cultivos de coca en Colombia- , en muchos de sus apartes destaca los éxitos en seguridad y elogia al gobierno de Uribe. Contrario a lo que se ha reportado, no se recomienda acabar con la ayuda de inmediato, sino hacer un plan para reducirla en el tiempo, pero "con mucho cuidado", como le dijo a SEMANA Jess Ford, autor del informe.

Quizás el mayor riesgo que enfrenta Colombia es que deje de importar en Washington. "Con tanto lío en Irak, Afganistán, China, Rusia, Irán y Corea del Norte -dijo Moisés Naím, director de Foreign Policy-, América Latina no recibirá mucha atención ni aunque Obama fuera el latinoamericanista más entusiasta de Estados Unidos".