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Manifestantes en la refinería de Lindsey (de Total) cerca a Immingham, al noreste de Inglaterra piden "Trabajos británicos para trabajadores birtánicos", el pasado viernes 30 de enero. También 700 trabajadores en una refinería escocesa se sumaron a la huelga ese día en una campaña creciente contra la contratación de empleados extranjeros por un complejo industrial petrolero que se construye en el Reino Unido. | Foto: (AP Foto/ Anna Gowthorpe)

SOCIEDAD

Alarma xenófoba en Europa

La recesión y el desempleo creciente en Europa han exacerbado el racismo y el odio al inmigrante, clima enrarecido en el que reverdecen los movimientos políticos extremistas, facistas y neonazis.

Paula Camila Osorio, reportera de Semana
6 de febrero de 2009

En los últimos meses han revivido con especial fuerza en Europa las numerosas historias de odio o racismo. Una huelga en el Reino Unido contra la contratación de extranjeros, un inmigrante de la India quemado por tres muchachos italianos que querían "probar emociones fuertes" y una niña ecuatoriana golpeada salvajemente en el metro de Barcelona, son algunos de los síntomas de la alarmante tendencia mundial.

El caso británico es un buen ejemplo de dicha situación. La huelga de los empleados de una veintena de refinerías del Reino Unido exige medidas proteccionistas ante la crisis financiera, y reclama al gobierno cumplir con una promesa hecha por el primer ministro Gordon Brown, poco después de asumir su cargo: "empleos británicos a los trabajadores británicos".

El detonante fue la decisión de la empresa Total, propietaria de la refinería de Lindsey –donde comenzó la huelga–, de contratar la ampliación de la planta a la empresa italiana Irem. Según anunció la empresa, para la labor serán contratados obreros italianos y portugueses. Temerosos ante la recesión que ha dejado dos millones de desempleados, los trabajadores británicos ven en los inmigrantes el chivo expiatorio perfecto.

Resulta paradójico que sea precisamente una empresa italiana la protagonista de la huelga en el Reino Unido, pues en Italia abundan los ataques de xenofobia. Un episodio reciente es revelador de lo que allí ocurre. En la estación ferroviaria de Nettuno, cerca a Roma un trío de jóvenes italianos prendió fuego a un inmigrante de nacionalidad india de 35 años, quien hoy está en estado crítico. La policía ha dicho que no cree que detrás de lo ocurrido haya motivaciones racistas, pero el ataque no es un hecho aislado. Tres días antes, el subdirector de la oficina de Inmigración de la comisaria de Civitavecchia, Paolo Morra, disparó y asesinó a un inmigrante senegalés con el que había sostenido una disputa.

El primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, quien preside el gobierno desde 2001, ha endurecido las políticas migratorias. Lampedusa, una isla que el premier pretende convertir en centro de retención de ilegales, vive una crisis por el hacinamiento de inmigrantes y las protestas de sus habitantes. Además, el gobierno ha desatado una persecución contra los gitanos y una cacería de brujas contra los inmigrantes, luego de que una joven italiana fue violada por un extranjero.

La última perla de corte racista la soltó el ministro del interior italiano, Robero Maroni. “Con los clandestinos hay que ser malos, no buenistas”, dijo respondiéndole al presidente de Italia, Giorgio Napolitano, quien había exigido acciones concretas contra el racismo.

También en Alemania, y a pesar de los rígidos controles que existen al respecto, han aumentado los movimientos neonazis, al igual que vienen creciendo los episodios xenófobos en algunas ciudades españolas. Eso sin contar con que el apoyo electoral a movimientos nacionalistas de extrema derecha se está expandiendo por todo el viejo continente. Con lemas que fomentan el anti-islamismo, el antisemitismo y el odio por el inmigrante: “Para una Eslovenia étnicamente pura", "Devolver Bulgaria a los búlgaros", "Francia a los franceses", estos nuevos partidos de corte neofascista ganan cada vez más espacio en las instituciones. En los últimos meses, se esta preocupante tendencia se ha hecho sentir de una u otra forma en Austria, Francia, Bélgica, Suiza, Noruega, y los Países Bajos.

Y mientras en el Reino Unido la huelga se acerca a su fin, gracias a que el gobierno cedió a las demandas xenófobas de los huelguistas, en los demás países donde la crisis ha provocado este viraje hacia la intolerancia, los partidos de extrema derecha, con una incidencia en la política todavía minoritaria, se preparan para las elecciones de junio en Europa.