El tiro por la culata

13 de septiembre de 1993

CUANDO CARLOS Cancio Porcel dirigió en diciembre pasado su avión cubano de pasajeros hacia Miami, sabía que sería úrecibido por sus paisanos del exilio como un héroe.
Lo que nunca imaginó es que su acción iba a resultar en un juicio por el secuestro de la aeronave, que lo podría llevar a la cárcel en Estados Unidos.
El problema es que Cancio y algunos parientes suyos inmovilizaron al resto de la tripulación antes de desviar al aparato hacia el norte. Cuba reclamó que esa acción constituía secuestro de aeronave en los términos de los tratados internacionales sobre eI tema y el alegato fue aceptado por la fiscalía, que con la colaboración oficial del gobierno cubano, hizo regresar a Miami a los tripulantes afectados, quienes ya rindieron su declaración.
El asunto es una muestra del cambio de actitud que se aprecia en las relaciones cubano-norteamericanas, lo que tiene enfurecidos a muchos miembros de la comunidad en el exilio.