No para la sangre

9 de enero de 2005

El asesinato del gobernador de Bagdad, Ali al-Haidri, el 4 de enero, marcó el punto más alto de la seguidilla de atentados, ataques suicidas y las explosiones de carros bomba en las diferentes ciudades de Irak. Esta ola de violencia en Irak se intensifica a medida que se acercan las elecciones del 30 de enero, clave del proyecto norteamericano en el país, y es atribuida a fuerzas sunitas, pro Saddam Hussein, que temen la llegada al poder de los mayoritarios chiítas. Estados Unidos sigue asegurando que los comicios se harán tal como se había planeado. En un esfuerzo por controlar la situación, la policía militar fue dotada de poderes judiciales como parte de la ley marcial declarada como medida de emergencia. El líder del grupo que se atribuyó el ataque, Abu Musab al-Zarqawi, supuesto aliado de Al Qaeda, se declaró responsable del asesinato del gobernador, diciendo que sus hombres habían asesinado a "un tirano y agente norteamericano".