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Los presidentes de Rusia, Dmitri Medvedev, y Estados Unidos, Barack Obama. | Foto: AP

MUNDO

EE.UU. y Rusia cierran pacto para reducir armas nucleares

El histórico acuerdo sustituye al Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START), que expiró en diciembre.

Alianza BBC
26 de marzo de 2010

 
 
Una conversación telefónica entre los presidentes de EE.UU., Barack Obama, y Rusia, Dimitri Medvedev, ayudó a cerrar el nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START, por sus siglas en inglés), que debe sustituir al que venció en diciembre pasado. 
 
El presidente Obama informó en la mañana del viernes sobre la "productiva llamada telefónica" que tuvo poco antes con Medvedev, con la que finiquitaron un año idas y venidas en las conversaciones e introdujeron cambios en la relación bilateral.

"Me complace informar que tras un año de intensas negociaciones, EE.UU. y Rusia han concretado el acuerdo de control de armas más amplio en cerca de dos décadas", dijo el mandatario desde la sala de prensa de la Casa Blanca.

El nuevo pacto sustituirá el Tratado de Reducción de Armas Estratégicas de 1991, que estuvo en vigencia hasta el año pasado, y será firmado por ambos mandatarios el 8 de abril en Praga, capital de la República Checa.

Flanquedo por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y por el secretario de Defensa, Robert Gates, Obama anunció a los estadounidenses el acuerdo que "busca paz y seguridad de un mundo sin armas nucleares, un objetivo que han acogido presidentes como John F. Kennedy y Ronald Reagan".

"Relanzar" relaciones con Rusia

Ya en julio Moscú y Washington habían acordado reducir sus arsenales a entre 1.500 y 1.675 misiles nucleares por país, equivalente al 30% de las ojivas nucleares en existencia, pero mantenían diferencias sobre la supervisión de ese desarme.

Observadores afirman que señal de una mejora en la relación bilateral, dañada en tiempos del ex presidente estadounidense, George W. Bush, quien -según muchos- no supo manejar las aspiraciones rusas de retomar parte del liderazgo mundial que ejerció durante la Guerra Fría.

En sus palabras del viernes, el presidente Obama recordó que "desde que asumí el cargo he estado comprometido a 'reiniciar' las relaciones con Rusia".

Algunos analistas y operadores políticos en Washington han cuestionado la acercamiento "apaciguador" que ha puesto en práctica la Casa Blanca hacia Rusia, un país en el que algunos ven todavía una amenaza política y militar que contraviene los intereses estadounidenses.

"De muchas maneras las armas nucleares representan tanto los días más oscuros de la Guerra Fría, como una de las amenazas más perturbadoras de nuestros tiempos", afirmó Obama.

Ratificación parlamentaria

El Tratado que firmarán Medvedev y Obama en Praga deberá ser sometido ante los parlamentos de ambos países para su ratificación y plena entrada en vigencia.

La duración del nuevo START será de diez años, prorrogables a otros cinco, si ambos países así lo convienen.

Se prevé que la reducción de los arsenales estratégicos empiece a verificarse a los 7 años de la entrada en vigencia del acuerdo, aunque cada país podrá adoptar el sistema que considere conveniente para tal fin.

De acuerdo con los lineamientos presentados por la Casa Blanca, el acuerdo no limita los programas de defensa antimisiles que actualmente tiene planeados EE.UU. ni el desarrollo de fuerzas convencionales de ataque.

Doble éxito para Obama

El acuerdo tiene un valor simbólico importante el que las dos mayores potencias nucleares logren entenderse antes de la revisión del acuerdo de no proliferación a producirse durante la llamada Cumbre Nuclear que se realizará en Washington el próximo mayo.

Washington y Moscú podrán mostrar "seriedad" a la hora de presionar a países como Irán o Corea del Norte sobre la necesidad de reducir sus desarrollos nucleares militares y en general al abogar contra la proliferación de armas atómicas en el mundo.

Para el presidente Obama el anuncio del nuevo START cierra una semana políticamente exitosa para su gobierno.

En el frente interno, la Casa Blanca abrió con un importante triunfo al lograr la aprobación del proyecto de reforma de la salud, otro objetivo al que dedicó sus esfuerzos durante un año, aunque le resulta políticamente costoso por el rechazo conservador.

Pero, sumado al nuevo acuerdo nuclear con Rusia, le da oxígeno al mandatario para que siga adelante con su agenda de reformas internas y al mismo tiempo con los cambios en la diplomacia estadounidense que se propuso al llegar al poder.