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Douglas Botero. | Foto: Cortesía Villegas Editores

ANIVERSARIO

Cien años del nacimiento de Douglas Botero

El 2 de septiembre se cumplieron 100 años del nacimiento de este personaje de la vida colombiana que desempeñó un papel vital en lo político, económico y social en la segunda mitad del siglo XX.

3 de septiembre de 2016

Douglas Botero se desempeñó como ministro de Comunicaciones y luego de Gobierno en la Administración Lleras Restrepo, y como embajador en Washington en los gobiernos de Carlos Lleras, Misael Pastrana y Alfonso López Michelsen, quien también lo nombró posteriormente embajador en Caracas.

Uno de sus hijos, en diálogo con esta revista, afirmó: “Sus amigos recuerdan a nuestro padre como un hombre lúcido, de cáustico fino humor, que supo manejar con discreción tanto la prosperidad como la adversidad. A causa de un elíxir paregórico preparado con alcohol metílico en vez de etílico, la fortuna le dio una bofetada. Papá duró ciego 19 años, pero lejos de recoger velas a causa de su invidencia, redobló su actividad política, empresarial y periodística. Él veía con desdén y consideraba injusta la amarga vehemencia y el fastidio que en general tiene el colombiano contra todo; contra el país y sus instituciones, contra sus conciudadanos, contra el otro partido”.

Durante 12 años Douglas Botero escribió una columna esporádica en el diario El Tiempo bajo el seudónimo de Kerensky. Una minoría de sus lectores conocía que detrás de Kerensky se escondía la incisiva pluma de Botero Boshell, pero muy pocos conocieron las razones que lo inclinaron a utilizar, como seudónimo, el nombre de Alexánder Kerensky, primer ministro ruso entre 1916 y 1917. El pueblo ruso estaba ansioso de paz; el manejo timorato y equívoco de Kerensky llevó a que Lenin y los bolcheviques se adueñaran del poder en octubre de 1917. La pluma de Botero era tajante y los circunloquios se los dejaba a otros. Un aparte de su artículo ‘Impunidad’ reza: “Pero en Colombia, país único, hemos inventado un curioso sistema jurídico. Nuestras leyes castigan a quienes matan, secuestran, extorsionan o roban, salvo que estos delitos sean cometidos por bandas de asesinos que, al grito de ‘queremos la paz’ manifiestan que son exclusivamente políticos sus actos atroces. Y cuando el delito se califica de político, el Código Penal queda sin vigencia, y debe entablarse un diálogo entre los delincuentes y el gobierno. Y este diálogo no tiene sino un objetivo, que es el indulto o la amnistía, es decir, la impunidad. Esta suspensión de las leyes penales le ha traído funestas consecuencias al país”.

En homenaje al centenario del nacimiento de este ilustre colombiano, sus hijos encargaron su biografía al conocido literato Juan Gustavo Cobo Borda y a la historiadora Patricia Pinzón de Lewin. Villegas Editores ha sacado una edición que consiste en dos tomos: el primero es la biografía de Botero Boshell alrededor de sus raíces antioqueñas e inglesas; y el otro tomo un compendio de las columnas de Kerensky.

En unos de sus apartes, Cobo Borda y Pinzón escriben: “Ni los años ni la ceguera morigeran su ímpetu vital. No vivía solo en la estrecha parroquia y le encantaba disfrutar del mundo, trátese de los sastres londinenses o la cultura europea. Era un ‘bon vivant’ que quizá solo añoraba su confesado ‘hobby’ de conductor temerario. ‘Lo que resta después de cierta edad son los libros, los viajes y la buena compañía’. Pero también sabía que los viejos, aparentemente desfasados y nostálgicos, trátese de los dos Lleras en Colombia, Churchill en Inglaterra o Adenauer en Alemania, todavía tenían arrestos para seguir combatiendo, y otro de ellos, precisamente el gran timonel chino Mao Zedong, le proporcionaría pólvora y metáforas para continuar en la lucha”.