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"25 años a mi edad son tres cadenas perpetuas"

Pocos días antes de ser extraditado, el jefe del cartel de Cali da su primera entrevista a un medio de comunicación.

14 de noviembre de 2004

SEMANA: ¿Cómo son los términos que se hicieron en la negociación con Estados Unidos?

Gilberto Rodríguez Orejuela: No hay ninguna negociación. Además hay que creerle al señor embajador de Estados Unidos, "No hay negociación con Estados Unidos".

SEMANA: ¿Estarían ustedes dispuestos a negociar con Estados Unidos?

G.R.O.: La justicia norteamericana es una justicia pragmática. Si somos importantes para ellos, seguramente habrá propuestas; el problema es que nosotros no tenemos sino nuestra libertad para entregársela por el resto de nuestras vidas y algunos bienes.

SEMANA: ¿Y qué pedirían ustedes a cambio?

G.R.O.: Respeto jurídico para nuestra familia y para las personas que de una manera lícita han trabajado en empresas absolutamente legales y están presas o perseguidas por la justicia o incluidas en la Lista Clinton.

SEMANA: Cuando habla de respeto jurídico a su familia, ¿a qué se refiere?

G.R.O.: A que se les respeten sus derechos fundamentales como el derecho a la honra, al buen nombre, al trabajo, que les están siendo vulnerados sistemáticamente a través de la llamada Lista Clinton quitándoles el acceso al sistema financiero, al sistema de salud, a ser empresarios o trabajadores, a asociarse, en fin, son una especie de muertos civiles. Ellos no tienen por qué estar ahí al lado de narcotraficantes y terroristas porque son hombres y mujeres de bien.

SEMANA: Y si se llega a un acuerdo, ¿los presionarían para hacer delaciones?

G.R.O.: Sería un imposible. Si venimos discutiendo que desde hace casi 10 años estamos presos sin tener nada que ver con el narcotráfico, ¿cómo podemos tener el conocimiento como para delatar a otras personas? Ya hubo un cambio generacional en el negocio del narcotráfico y si nosotros no participamos de ese cambio no tendría por qué ser creíble ninguna delación. Además, nosotros hemos respondido por nuestros actos sin involucrar a terceras personas. No es un problema de prepotencia sino de dignidad. Yo creo que el país ya tiene eso suficientemente claro.

SEMANA: Pero, según informaciones, a usted le darían una condena relativamente leve. Solo 25 años cuando podían ser tres cadenas perpetuas.

G.R.O.: 25 años a mi edad son tres cadenas perpetuas.

SEMANA: ¿Entonces qué beneficios buscarían ustedes de su entrega pactada si se llega a dar?

G.R.O.: Hipotéticamente hay varios. Por un lado, el derecho de la familia a visitarnos. Por otro lado, una cárcel de mediana seguridad. Esos son beneficios invaluables si la pena llegare a ser de más de 20 años.

SEMANA: Suena usted tranquilo ante un destino como el que le espera...

G.R.O.: La verdad es que creo que he encontrado cierta paz interna. Mi única preocupación es mi familia. Mi destino ya está en manos de Dios.

SEMANA: ¿Entonces usted reconoce la validez de los cargos que se le hacen?

G.R.O.: No, de ninguna manera. Pero soy una persona realista. Me doy cuenta de que el proceso en nuestra contra es político. No creo que nadie piense que nosotros, a nuestra edad, detenidos en la Picota, monitoreados por todos los aparatos electrónicos del mundo, vamos a estar traficando. Interpreto más bien que involuntariamente hicimos enemigos muy poderosos en el transcurrir de nuestras vidas, que nos las están cobrando, ahora que estamos presos. Lo acepto como una realidad y en nombre mío y el de mi hermano, repito una vez más, solo nos importa nuestra familia.

SEMANA: ¿Entonces usted afirma que no han traficado desde la cárcel?

G.R.O.: Es que no podríamos. Tenemos todos los certificados posibles que así lo demuestran. Nuestras conversaciones son interceptadas, nuestra correspondencia es abierta. Así lo certifican las distintas cárceles donde hemos estado. Además de eso, ni tontos que fuéramos sabiendo que los ojos del mundo están mirándonos con lupa.

SEMANA: ¿Entonces quién hizo el montaje?

G.R.O.: No entremos en eso que no es el momento de hacer recriminaciones. Pensemos que Colombia necesita la ayuda económica de Estados Unidos, que el gobierno estadounidense necesita mostrar resultados en la lucha contra las drogas y que mi hermano y yo tenemos un valor simbólico en ese contexto.

SEMANA: Habla usted como una víctima, no como el jefe del cartel de Cali.

G.R.O.: Mire. Yo en mi vida he cometido muchos errores. Creo sinceramente que pagué por ellos. Pero no salgo de mi asombro por el sinnúmero de arbitrariedades e irregularidades jurídicas que se han cometido contra mí, contra mi hermano y contra mi familia desde que estoy detenido.

SEMANA: Dénos ejemplos.

G.R.O.: La incautación de nuestro patrimonio ha sido absurda. Mi familia es muy numerosa y no solo hemos tenido tradicionalmente varias empresas legítimas sino que mis hijos, mis hijas, mis yernos o mis nueras han tenido una vida profesional que les da derecho a un patrimonio. Todo, sin embargo, ha sido confiscado. Desde los apartamentos y vehículos de nuestros hijos, hijas, sobrinos, sobrinas y demás familiares que pueden demostrar que se pagaron legítimamente, hasta Drogas La Rebaja, que se vendió a la cooperativa de los trabajadores a quienes están despojando de su patrimonio. Mi yerno por ejemplo es un profesional en informática... lleva años en esa actividad. Compró su propio apartamento con su trabajo. ¿Qué derecho tienen de quitárselo por solo haberse casado con mi hija? ¡Lo que ha habido es una confiscación masiva!

SEMANA: ¿Se siente débil o fortalecido para enfrentar los dos juicios?

G.R.O.: Pues la verdad, a estas alturas, creo más en la justicia norteamericana que en la colombiana.

SEMANA: Pero la Corte Suprema rechazó algunos de los cargos en su contra...

G.R.O.: Sí, pero no rechazaron el cargo de narcotráfico desde la cárcel, que es el más absurdo.

SEMANA: Mucha gente cree que usted va a confirmar el proceso 8000.

G.R.O.: Como les dije anteriormente, mi entrega no incluye ninguna delación.

SEMANA: ¿Se arrepiente de haberse involucrado con políticos?

G.R.O.: Ese es un tema que a estas alturas no me interesa. Pero sí aclaro que toda mi vida me consideré un buen liberal y traté de colaborar con las causas de mi partido. La dimensión que eso adquirió posteriormente no estaba en mis cálculos.

SEMANA: Eso en términos sencillos es admitir que sus dineros sí ingresaron a la campaña de Ernesto Samper.

G.R.O.: Esa pregunta se la acabo de contestar. No voy a agregar una palabra más.

SEMANA: ¿Y cómo está su corazón?

G.R.O.: El físico, un poco maltratado; el espiritual está lleno de optimismo, sereno y firme en la convicción de sentirme un hombre inocente desde el año 1995, cuando le pedí perdón a la sociedad y a mi familia por haberlas ofendido. Con amigos y sin reconocer a ningún enemigo.