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Willian y Cenelly Ruiz dicen que vieron a su hermano. | Foto: Pablo Andrés Monsalve

MISTERIO

Los fantasmas del FAC 271

La Fiscalía ordenó reabrir el caso de un helicóptero de la Fuerza Aérea estrellado hace 45 años con ocho militares a bordo. No se supo si el EPL lo derribó, ni la suerte de algunos de sus tripulantes.

27 de febrero de 2016

Después de darlo por muerto, varios de sus familiares volvieron a ver al teniente de la Fuerza Aérea William Ruiz. Raúl, su hermano menor, tenía 12 y lo vio el año del accidente en un carro por las calles de Aranjuez. Su hermana Cenelly, que tenía 18, lo vio ese mismo año desde el balcón de la casa: pasaba en otro carro y la saludó de lejos. Meses después comprobó, porque vio la firma de registro, que se había hospedado en el Hotel Nutibara identificado como un comerciante bogotano. La impresión fue tan grande, que Cenelly terminó en atención psiquiátrica en la Universidad de Antioquia.

Han pasado 45 años y todos creen que William no murió el 14 de enero de 1970, cuando el helicóptero 271 de la FAC, que piloteaba, se perdió en Mutatá con otros siete militares. Su misión, desde Palanquero, era recoger el cuerpo del agente de Policía Nemesio León Ramírez, muerto en una emboscada del EPL, y llevarlo a Medellín.

La Cuarta Brigada del Ejército en Medellín entregó las primeras versiones. Sin embargo, ese día Radio Habana, desde Cuba, felicitó al EPL por el secuestro del Iroquois. La hipótesis parecía forzada, pues la tripulación nunca avisó de problemas. El 16 de febrero, el EPL dijo que había derribado la aeronave, con datos precisos que solo podía conocer un piloto. Finalmente, el 11 de marzo las autoridades encontraron destrozada la aeronave en zona selvática de Dabeiba.

En estos 45 años, Raúl no ha podido saber lo que sucedió. En una casa del barrio Aranjuez conserva las cartas que William envió antes de morir. Pero están también muchos recortes de prensa, cartas enviadas a excomandantes del EPL, todas con respuestas confusas que niegan un operativo que años atrás esa guerrilla celebró por todo el Urabá.

Raúl recuerda, también, que tres días después de que apareció el Iroquois, la FAC llevó a Medellín los restos de su hermano. El ataúd estaba sellado y era prohibido abrirlo. No hubo necropsia y el funeral fue rápido. “Desde ese momento corrió el rumor de que el Ejército había estado comprando huesos en Urabá”. La familia dice que después del accidente una persona, con la voz del teniente, llamó varias veces a preguntar por ellos.

La familia pidió exhumar el cuerpo en 1971. Querían saber qué les habían entregado: “Solo encontramos huesos, no había ni cartílagos, lo que no es normal. Los huesos estaban descalcificados, no había cráneo y eran muy pocos”, afirma Raúl.

El Ejército negó la versión del EPL y siempre se habló de un accidente, pero el caso siguió abierto. El 9 de marzo de 1973, El Colombiano publicó que en Urabá fueron “dados de baja tres miembros del EPL” y que habían aparecido varios documentos de identidad, entre los que estaba, intacta, la cédula militar de William Ruiz Restrepo. “Es muy extraño que tres años después la encuentren”, dice Raúl, secundado por su hermana Cenelly que desde que vio la firma de su hermano en el Hotel Nutibara no ha tenido paz.

El 13 de enero de 2010, Raúl puso una denuncia ante la Fiscalía por desaparición forzada. Contó que nunca reconocieron el cadáver. El caso ha avanzado lentamente, pero en los próximos días los restos serán exhumados para hacerles pruebas de ADN.

Hace un año, Raúl estuvo en Urabá siguiendo los pasos del helicóptero y se encontró con un testigo de los hechos que le dijo que la nave había sido secuestrada y luego destruida en tierra. “Yo puedo asegurar que esos restos que hay en el cementerio no son de nuestro hermano y no es nada descabellado pensar que él esté ahora en Cuba”. Incluso, en sus averiguaciones, un excomandante del EPL le recomendó que lo mejor era no preguntar más. Raúl y Cenelly creen que William fue secuestrado por el EPL, o que sufrió algún tipo de síndrome de Estocolmo, “porque él era muy inteligente. Volaba muy bien esos helicópteros”. ¿Se estrelló realmente?, ¿fue secuestrado y después explotado?, ¿se trató de un operativo del EPL que contó con la colaboración del piloto u otros miembros que iban a bordo?, ¿hubo otros sobrevivientes?, ¿se trata de un drama familiar? Estos y muchos interrogantes son los que la Fiscalía deberá responder para ponerle fin a los fantasmas, que aún rodean el misterioso caso del Iroquois.