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| Foto: Archivo SEMANA

PROCESO DE PAZ

“Nada está Acordado, hasta que Todo esté Acordado”

¿Qué es lo que falta por negociar? Nada más y nada menos que el Fin del Conflicto, lo que podemos definir como el apéndice de la consolidación del proceso: Implementación, Verificación y Refrendación.

Jairo Gómez (*)
15 de marzo de 2016

Algo sucede en la Mesa de Negociación en La Habana. De nuevo el emisario presidencial para destrabar los diálogos es el hermano del presidente, Enrique Santos. ¿Qué es tan grave que los negociadores del Gobierno en la mesa no puedan solucionar y se necesite la presencia del curtido periodista? Son muchas las especulaciones, pero a juzgar por la última entrevista del máximo jefe de las Farc Rodrigo Londoño -Timochenko-  a la Agencia EFE, las zonas de concentración serían hoy el obstáculo a superar, hecho que también dificulta el normal desarrollo de la subcomisión del Fin del Conflicto.

No se trata de obstáculos insalvables, pero sí de serias diferencias que han llegado al límite de plantearse un congelamiento de las negociaciones. Una molestia en la mesa es la insistente decisión del gobierno de asumir tareas unilaterales que para las Farc, deben ser tema de discusión en Cuba. Pero más allá de los contratiempos, no es deleznable la acuciante presión a los negociadores de gobierno y Farc para que se pacten unos acuerdos definitivos en el menor tiempo posible.

Digamos la verdad, se ha diseñado toda una estrategia mediática y política para presionar la firma del acuerdo sin tener en cuenta que los puntos que faltan por discutir en la Mesa de Negociación no son de poca monta. Acelerar la firma del Acuerdo definitivo por presión mediática no es conveniente. “Del afán no queda sino el cansancio”, dice la sabiduría popular y sería grave que, tras por ponerle fechas al proceso, estas se conviertan en el tan mediatizado “inamovible”, que es en realidad un obstáculo. Es un error.

Pero, ¿Qué es lo que falta por negociar? Nada más y nada menos que el Fin del Conflicto, tercer punto de la agenda, y lo que podemos definir como el apéndice de la consolidación del proceso: Implementación, Verificación y Refrendación. Temas delicados que, de ser tratados a la ligera por las partes negociadoras, no podrán refrendar la confianza de los colombianos que creen en la Paz.

Dicho lo anterior, el punto tres –Fin del Conflicto- contiene siete ítems de altísima complejidad: Cese al fuego, Dejación de las armas, Situación jurídica de los guerrilleros, Lucha contra la corrupción y la impunidad, Reformas para la Paz, Garantías de Seguridad y Paramilitarismo. A continuación describiré tres de los siete ítems, que, a mi entender, son los temas de más álgida discusión en la mesa de conversaciones, amén del proceso de concentración o ubicación de los alzados en armas.

“Cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo”: Es cierto que la subcomisión para la terminación del conflicto viene haciendo un trabajo paralelo cuyo fin es crear un marco que le permita a las partes ordenar, a cada fuerza, ahogar los tiros e ir construyendo un escenario sin violencia política armada. La subcomisión, se dice desde La Habana, ya tiene definido el mecanismo. Pero surge una inquietud válida: ¿Cómo pactar el Cese sin definir los mecanismos de Verificación y los territorios de ubicación de las fuerzas insurgentes? Esto está por aclararse, y la discusión evoluciona por un camino lleno de espinas.

“Dejación de las Armas”: Este es un punto de honor para cualquier guerrillero que hizo del fusil su arma más eficaz para combatir al Estado colombiano. “Que se olviden quienes creen que verán una foto de la guerrillerada entregando armas”, es la posición de los miembros del equipo negociador sentados en la mesa. Resolver este tecnicismo de la guerra no es otra cosa que ponerle fin al conflicto y despojar a los insurgentes de un instrumento importante para hacer política. No es fácil identificar el mecanismo más idóneo de dejación de armas, se tendrá que acudir a los ejemplos de otras latitudes para consolidar una salida a este peliagudo tema.

“Esclarecimiento del Paramilitarismo”: Es un escollo irresuelto que aún no permite conciliar las posturas del Gobierno con las exigencias del equipo negociador de las FARC. Por una parte, se insiste desde el gobierno en desconocer la “reparamilitarización” del país, que, a ojo de las FARC, es inocultable en regiones como el Putumayo, el Chocó, la franja del Pacífico –Buenaventura y Tumaco- y el Eje Cafetero. Y por otro lado, la erradicación de estas organizaciones que, según los insurgentes, es prenda de garantía y seguridad para los desmovilizados. Lo que nos conduce a afirmar que este es un tema de complicada resolución.

Dicho lo anterior, queda probado que lo que falta por negociar no es una pera en dulce. Ambas partes tendrán que conciliar posturas antagónicas en torno a temas que no sólo son altamente complejos, sino también muy sensibles. Estamos hablando de acabar una guerra de más de cincuenta años. Tal vez uno de los conflictos internos más antiguos del mundo.

Lo que me conduce a proponer que fijar fechas y elevarlas a la categoría de un “inamovible” es un error y puede provocar desazón y desconfianza entre los colombianos frente a un acuerdo de paz que, si se ajusta más a su contenido que a los tiempos, será una realidad antes de que concluya el 2016.  “nada está acordado hasta que todo este acordado”.  

*Periodista