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Hasta finales de 2015 más de diez aeronaves fueron incautadas. La Policía Antinarcóticos adelanta varias investigaciones para verificar el uso que se le está dando a los aviones privados. | Foto: Cortesía Policía Antinarcóticos

JUDICIAL

Aeronaves para delinquir

Con creciente frecuencia, los delincuentes están usando aeronaves para traficar droga, divisas y armas. Encontraron nuevas formas de evadir la ley, pues los controles son insuficientes.

9 de enero de 2016

El uso de aeronaves civiles para traficar con droga o armas había disminuido considerablemente en Colombia desde finales de la década de los noventa cuando fuertes controles aéreos se impusieron en el país. Sin embargo, la Policía Nacional encendió sus alarmas ante el incremento de inmovilizaciones e incautaciones, que evidenciarían la reaparición de este fenómeno.

La compraventa de los aviones, como la de los bienes inmuebles, se hace mediante una escritura pública que debe ser registrada ante la Aeronáutica Civil para que esta abra un expediente. Desde ese momento la entidad se encarga de controlar las aeronaves, pero entonces llega uno de los primeros inconvenientes. Como asegura el capitán Jaime Hernández, presidente de la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles, Acdac, “hay 66 inspectores y se necesitan mínimo 100, el grupo de aeronavegabilidad cuenta con 80 personas y se necesitan 160. Con una Aerocivil poderosa y con presupuesto todo sería más eficaz”.

Esas fallas quedan en evidencia cuando el Grupo de Control de Aviación Civil de la Policía Antinarcóticos se encuentra con bastantes irregularidades en medio de sus investigaciones. Solo en 2015 inmovilizó más de 200 aeronaves por no tener la documentación al día, y hay cerca de 50 que están en investigación sobre sus presuntos nexos con actividades ilícitas.

Uno de los principales dolores de cabeza es la falsificación de las escrituras y la suplantación de identidad. La Policía en Villavicencio descubrió en uno de sus operativos que el supuesto dueño de un avión Piper, avaluado en 600 millones de pesos, estaba muerto desde 2013 pero renovaba sus permisos desde entonces a través de un poder, y que el avión se dedicaba a transportar estupefacientes y personas al margen de la ley desde 2006.

En otro caso, una piloto de Avianca compró en Medellín un avión Cessna 206 en mal estado y firmó la escritura de compraventa con un hombre que aseguró tener un poder del dueño. El supuesto propietario resultó ser un humilde pintor de la capital antioqueña que no tenía nada que ver con el asunto pero figuraba como propietario desde 1985. Y como si esto fuera poco, un zapatero de Bogotá venía renovando desde hacía tres años los papeles de un avión Beechcraft C-90 avaluado en 1.800 millones de pesos.

Los delitos no paran allí. En primer lugar, se han incrementado los casos de alteración en los planes de vuelo, pues el piloto nunca llega al destino declarado, sino que aterriza en pistas clandestinas u otros aeropuertos.

En segundo lugar, los delincuentes alteran la autonomía de vuelo de las aeronaves. Llevan bidones de combustible a bordo para rellenar el tanque en el aire y llevar droga a destinos muchas veces fuera del país. Eso no solo es delictivo, sino que supone graves riesgos al hacer esa operación en pleno vuelo.

Finalmente, está la suplantación de identidad, en donde una persona se hace pasar por el piloto autorizado, saca la aeronave del hangar y realiza vuelos clandestinos al servicio del narcotráfico. Lo logra presentando documentos falsos o muchas veces con la complicidad de quienes realizan los controles.

Funcionarios de la unidad investigativa de aeronaves de la Policía Antinarcóticos le dijeron a SEMANA que la situación es tan crítica que hoy se enfrentan a grupos criminales que convierten sus aeronaves en ambulancias aéreas, pues de esta manera evitan que sean inspeccionadas ya que está prohibido hacerlo por peligro de infección y contaminación. “Aun así hace unos meses examinamos una y no llevaba ni siquiera una máscara de oxígeno”, cuenta un funcionario. No cabe duda de que el uso de aeronaves para el narcotráfico ha reaparecido con fuerza en el país a pesar de que se creía desplazado a Venezuela, y que los retos de las autoridades y entes de control no serán nada fáciles.