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La foto de la Unidad Nacional actual no es la misma que la de agosto de 2010 . La coyuntura ha cambiado hoy el presidente Santos tiene menos gobernabilidad y más enemigos.

POLÍTICA

¿Agoniza la Unidad Nacional?

La elección del magistrado de la Corte Constitucional, las reuniones entre las bancadas y el presidente Santos y la avalancha de debates de control político a los ministros evidencian que la Unidad Nacional no es la misma que en 2010. Tiene futuro pero muy distinto.

18 de agosto de 2012

Tal vez la elección de un magistrado nunca había generado tantas expectativas -ni tantas consecuencias- como la del conservador Luis Guillermo Guerrero para la Corte Constitucional. Días antes medios, políticos e intelectuales habían encendido las alarmas por el posible cambio en el equilibrio de fuerzas que se podría dar al interior del alto tribunal y que amenazaría su inclinación liberal.

Sin embargo, de lo que nadie ha hablado es del impacto de esa selección parlamentaria en el corazón de la política colombiana. La victoria del magistrado Guerrero representó una derrota del gobierno, evidenció las hondas heridas que siguen existiendo entre el Capitolio y la Casa de Nariño tras la reforma a la Justicia, y sacó a relucir las grietas de la coalición de la Unidad Nacional.

Era un secreto a voces que Carlos Medellín era el candidato del ministro Germán Vargas Lleras y que contaba con el guiño del presidente Santos. Parlamentarios que prefieren mantener su nombre en el anonimato afirmaron a esta revista que el presidente, sus asesores más cercanos y el ministro hicieron campaña, aunque tardía y tímida, a favor de Medellín. En otro escenario, eso habría bastado para garantizar su elección con las mayoría de la Unidad Nacional.

La sorpresa fue que por primera vez la coalición no operó como una aplanadora bien aceitada. La bancada conservadora y mitad del partido de la U, el del presidente Santos, hicieron oídos sordos y votaron por Guerrero. El mensaje para el ejecutivo fue muy claro: las secuelas de la reforma a la Justicia están vivitas y coleando, por lo cual la relación entre Congreso y Presidencia no volverá a ser la misma. Incluso, aunque nunca se usó la palabra revancha ni venganza, en los pasillos del Congreso se oía a más de un senador diciendo que era el momento de "apretar al gobierno" y el ambiente no era cordial sino de franca rebeldía.

Además de la elección del magistrado, otros eventos de la semana evidenciaron una nueva dinámica más hostil entre el primer mandatario y la clase política. La semana pasada, los parlamentarios citaron más de ocho debates de control político y pusieron en el banquillo a los ministros de Ambiente y Minas por Cerro Matoso, al director del Inpec y a la ministra de Justicia por el tema de las cárceles, y hasta tuvo que hacer presencia la ministra de Cultura. Esta 'avalancha' de peticiones de cuentas obedece a dos razones. La primera es que no hay agenda legislativa y el gobierno no ha radicado proyectos, por lo que los senadores y representantes ocupan su tiempo con estas citaciones beligerantes. En segundo lugar, es una estrategia del Congreso para ganar legitimidad frente a la opinión pública. En palabras de Iván Cepeda, representante del Polo, "hay una conciencia del deterioro del prestigio de la imagen del congreso después de la reforma a la Justicia. Es sano que se promueva el debate de control político, que se haga un escrutinio, riguroso y propositivo".

El otro gran cambio es el método de comunicación entre el presidente Santos y su coalición. La mesa de Unidad Nacional no se ha reunido desde marzo y en cambio, el primer mandatario se reunió la semana pasada con las tres bancadas más grandes -La U, liberales y conservadores-, en palacio. Fue un espacio de exorcismo de los fantasmas de la reforma a la Justicia, de reclamos y de dejar en claro las nuevas reglas de juego. La conclusión de esta semana fue que la coalición no es la misma que armó Santos el 7 de agosto de 2010 y que algunos cambios son si no urgentes, sí necesarios.

¿Qué pasará con la Unidad Nacional? Es muy prematuro saberlo pero expertos en cábalas políticas ven dos posibles caminos: un cambio extremo o seguir por el mismo camino. En el primer bando están los liberales y algunos integrantes de la U. "El presidente no se ha dado cuenta que la coalición no existe. El escenario ya no es el mismo del 7 de agosto del 2010" asegura un senador liberal quien confiesa que los hechos y la coyuntura también han cambiado. El país pasó de un unanimismo extremo a una coyuntura con 'ambiente de crisis' en la cual el gobierno Santos tiene enemigos y una oposición declarada en figura del expresidente Álvaro Uribe. "Santos no puede seguir manejando una coalición uribista con los enemigos adentro" dice otro senador liberal que sugiere que hay una coalicion poderosa formándose entre parte del Partido de la U y los conservadores. Y otro senador añade que la base del problema es la falta de definición del presidente Santos, lo que lo esta llevando a perder identidad propia.

Para quienes comparten está visión, es inevitable que el presidente Santos promueva un rompimiento definitivo y la creación de una nueva coalición santista. "Debe definir para dónde va, si quiere o no la reelección y quien lo acompañará en esa campaña" sentencia otro político liberal. ¿Tratará de tener a todo el mundo contento? ¿Retomará las banderas liberales aunque implique rompimientos? En otras palabras, el presidente debe plantearles la pregunta de "quién está conmigo y quién no está conmigo" a las bancadas de la Unidad Nacional y revelarles a qué le va a apostar en este segundo tiempo de gobierno. Con esto concuerdan unas voces en Palacio, quienes consideran que no pueden obligar a nadie a quedarse en la coalición, y que a veces es más sano para la gobernabilidad manejar una coalición más pequeña pero leal. Para los liberales y conservadores sería sencillo, pero para el Partido de la U, el cual tiene tendencias distintas a su interior, sería un desafío escoger un bando, y probablemente tendrían que aprobar el proyecto que permite el 'transfuguismo político'. Es decir, una Unidad Nacional 2.0.

Otro panorama en el cual creen los conservadores, es que la Unidad Nacional se mantenga incólume en medio de la turbulencia política. "Aquí estaremos hasta el último día posible" afirma un representante conservador que confiesa que solo hasta el próximo año, cuando se avecinen las elecciones, se tomarán decisiones. No es un secreto que en Colombia, la política se hace con ideas y puestos. Y en este sentido, el presidente tiene la sartén por el mango y son pocos los que se irían al desierto de la oposición. Sin embargo, mucho puede pasar en un año y la coyuntura de hoy podría ser muy distinta a la de mañana. Si el proyecto de Álvaro Uribe toma forma y fuerza, y el presidente no repunta en las encuestas, algunos azules podrían verse tentados a cambiar de toldo. Y si en cambio, no surge candidato fuerte para enfrentarse a Santos en 2014, los conservadores serían "los primeros en apoyar la reelección del presidente" asegura un representante.

Con los eventos de la semana pasada, el mundo político se descongeló y alcanzó rápidamente altas temperaturas. Es prematuro saber qué pasará pero es evidente que desde este momento y hasta las elecciones de 2014, serán más las preguntas que las respuestas. En los próximos días se avecinan dos decisiones que podrían dar pistas sobre el futuro de la coalición y el talante del presidente: la elección del defensor del pueblo y la terna para la Procuraduría. Estas darán aún más luces sobre el futuro y la salud de la Unidad Nacional.