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Ahora lo más difícil

El éxito del nuevo gobierno va a depender de los congresistas. Por primera vez una encuesta revela sus opiniones frente a las propuestas del presidente Alvaro Uribe.

5 de agosto de 2002

Dos meses despues de haber sido elegido Presidente de Colombia, y cuando se apresta a asumir oficialmente las riendas del poder, no se sabe si Alvaro Uribe es un genio o un ingenuo de la política.

Genio, porque la manera como llegó a la Presidencia revolucionó la manera de hacer política en el país. De candidato disidente y con muy poco reconocimiento se convirtió, en tres años, en un increíble fenómeno de opinión que le dio la victoria electoral en la primera vuelta. Su trabajo político de base, la coherencia de su discurso, su obsesión por la credibilidad y su sintonía con la opinión bien podrían ser los puntos de una cartilla para futuros aspirantes a la Casa de Nariño.

E ingenuo porque algunas de las decisiones que ha dicho que va a tomar como Presidente pueden acabar con la poca gobernabilidad que todavía queda en el país. No había transcurrido una semana de trabajo del nuevo Congreso cuando Uribe revivió el fantasma de la revocatoria. Reunió a su bancada de Senado y luego de Cámara y les anunció que su proyecto de reforma política no sólo incluirá la revocatoria sino que ésta se hará por referendo. La noticia dejó pálidos a sus oyentes. Aun los congresistas más uribistas se declararon en rebeldía. Y la sola posibilidad de que el Congreso le quite el apoyo a Uribe para las reformas urgentes y estructurales erizó a medio país y crispó los nervios de los operadores de los mercados internacionales. Los spreads, las primas de riesgo que exigen los inversionistas por prestarle a Colombia, se subieron de cerca de 6 por ciento a 8,5 por ciento. Esto significa que hoy por hoy al país le queda casi imposible conseguir en el exterior dineros frescos para cubrir su enorme déficit.

La categórica oposición del Congreso a una eventual revocatoria (84 por ciento) quedó consignada en una encuesta que contrataron Votebien.com, El Colombiano y SEMANA con Invamer Gallup. Dicha encuesta -única en su género ya que abarcó a 153 parlamentarios- revela, por otro lado, que hay mayor consenso en el Capitolio del que se creía alrededor de las reformas económicas que se requieren con urgencia. También que el Congreso considera como prioritario el tratamiento de la reforma política y que está dispuesto a aprobar muchos de sus aspectos, obviamente distintos a la revocatoria.

El resultado de la encuesta es tan oportuno como revelador. Oportuno puesto que el Congreso es actualmente el mejor aliado del gobierno para sortear la crisis. Los parlamentarios van a ser quienes le den al gobierno todos los instrumentos para salvar la economía, enfrentar la guerra y reformar la política. Y revelador ya que la encuesta muestra que los congresistas están mucho más comprometidos con las reformas que quiere el gobierno -y que necesita el país- de lo que se pensaba. De ahí el gran riesgo político de insistir en una revocatoria que, como se vio en 1991, no soluciona nada pero que sí puede unir al Congreso en contra de unas reformas que pretenden ir al fondo de los problemas que aquejan el país. ¿Qué piensa el Congreso que necesita Uribe para gobernar?



¿Como votaran?

La encuesta, que les preguntó personal o telefónicamente a 40 senadores y a 113 representantes a la Cámara de todas las regiones del país sobre sus posiciones acerca de las grandes reformas que se avecinan, es una radiografía de un Congreso que tendrá que desempeñar un papel histórico.

Para una mayoría de los congresistas, 48 por ciento, su labor prioritaria gira alrededor de los temas políticos. Paradójicamente, son menos los congresistas que consideran que los temas de orden público y económicos que marcaron la agenda de la campaña presidencial son primordiales. Un 34 por ciento dice que las reformas legales en materia de seguridad son prioritarias y apenas un 16 por ciento que lo son los cambios económicos y sociales.

Hay cuatro asuntos que son parte de la reforma política y reúnen el mayor consenso: más del 80 por ciento de los congresistas acepta que el voto de ellos sea siempre público; que sólo el Estado financie las campañas políticas; que debe reglamentarse la oposición y que el Congreso funcione en bancadas.

En cambio, la gran mayoría del Congreso está tan en desacuerdo con la revocatoria como con la creación de una nueva zona de despeje. Un 84 por ciento está contra la revocatoria y un 83 contra otro Caguán. La bancada que se ha alineado con el gobierno, paradójicamente, está aun más en desacuerdo con la revocatoria: el 88 por ciento de ellos la rechazaría. Y otras de las propuestas uribistas de campaña que causan un rechazo extremo, el 89 por ciento, es la del Congreso unicameral. En la bancada uribista es aún menos popular, un 91 por ciento está en desacuerdo.

Llama la atención que el canje de guerrilleros por secuestrados -que la semana pasada volvió a salir a flote como una posibilidad- no contaría con el aval del Congreso. Sólo el 32 por ciento votaría en favor de éste.

Quizás el mayor consenso que se adivina en el Congreso es curiosamente alrededor de los cambios económicos. Por ejemplo, la creación de un seguro de desempleo, como lo ha propuesto el ministro de Trabajo y Salud, Juan Luis Londoño, tiene un 93 por ciento a favor. Así mismo, implantar un mismo régimen pensional para todos los colombianos -lo que equivale a quitar privilegios que hoy tienen incluso los mismos congresistas- goza de un acuerdo del 86 por ciento. Un régimen tributario más equitativo y mayores castigos a los evasores de impuestos también serían hoy aprobados por el Legislativo con más de las tres cuartas partes de los votos. El Congreso recién elegido aprueba la flexibilización laboral (75 por ciento); la fusión de ministerios y otras entidades (80 por ciento) y la disminución de la nómina oficial (81 por ciento). En cambio no está dispuesto a privatizar; si lo hiciera el gobierno se encontraría con el rechazo del 65 por ciento del Congreso.

Otra de las revelaciones de la encuesta es que si bien un 40 por ciento de los congresistas reconocen que la guerrilla controla las regiones donde consiguen sus votos, sólo un 52 por ciento aprueba la creación de un nuevo impuesto para financiar la guerra. Un 57 por ciento está en contra de revivir el Estado de Sitio (aunque en este punto la bancada uribista está dividida) y la mitad cree que no debe haber controles a la prensa.

En últimas, lo que termina de revelar esta encuesta -que tiene la ventaja de que cada congresista pudo expresarse con total libertad, pues no se dieron a conocer las opiniones de cada uno sino las del conjunto- es la gran sintonía que existe entre el gobierno y las mayorías parlamentarias acerca de las soluciones para sacar a Colombia del atolladero.

Es un Congreso que aprobaría muchas reformas políticas, aun las que los afectan como, por ejemplo, perder la investidura por ausentismo o recortar burocracia. Y que podría aprobar medidas económicas que pueden incluso ser impopulares, como el aumento de la edad de jubilación o el incremento en los aportes a las pensiones.

También es interesante destacar que en el punto en el que el gobierno se ha mostrado más radical, el de las reformas legales para la guerra, el Congreso se muestra más moderado. Si los congresistas se mantienen en las posiciones que han expresado en esta encuesta sería entonces posible para el presidente Uribe sacar adelante muchas de las reformas estructurales que prometió en su campaña. Es una luna de miel que no puede desaprovechar. Más cuando una mayoría de los congresistas afirma que para cambiar lo mejor es trabajar, trabajar y trabajar? y aprobar la reforma política. Pero sin revocatoria.