Home

Nación

Artículo

Al estilo Kennedy

Gaviria piensa revolucionar el sistema de comunicación entre el presidente y sus gobernados

20 de agosto de 1990

Después del gobierno de Virgilio Barco, cualquier cambio de estilo que se establezca en las relaciones entre la Casa de Nariño y los medios de comunicación es un progreso. Tal vez por esto, la rueda de prensa que la semana pasada sostuvo el Presidente electo, César Gaviria, al regreso de su gira internacional, fue tan bien recibida. No pasó nada espectacular, pero fue precisamente eso, la forma normal como se desarrollaron las preguntas y las respuestas, lo que dejó la impresión de que si iba a haber variaciones de estilo entre los gobiernos entrante y el saliente, la principal tal vez se iba a dar en el campo de la comunicación.
Curiosamente, el cambio no es sólo un producto de la diferencia de elocuencia y personalidad de los dos gobemantes. Obedece a toda una filosofía de gobierno que Gaviria y sus asesores vienen masticando y analizando de tiempo atrás. Al ver la gravedad de los balbuceos de Barco, quien tras la telaraña de micrófonos no pocas veces tuvo sus metidas de patas y dio pie a los mejores chistes del pasado cuatrienio, el nuevo equipo de gobierno quiere poner en vigencia un obvio principio político: ningún programa, ninguna reforma de alcance, es posible sin la comprensión y el apoyo de los gobernados. Y mal puede conseguirse apoyo, si los gobernados no saben o no entienden lo que está pasando o para dónde va la administración.
Tan simple como esto pueda sonar, la mayoría de los gobernantes de Colombia difícilmente ha puesto en práctica esa norma elemental. Con excepciones como Alfonso López Pumarejo con la Revolución en Marcha y Alberto Lleras con el Frente Nacional, en el país casi nunca se ha podido crear una conciencia colectiva en torno a los programas del gobierno de turno.
Gaviria, con una combinación de pragmatismo y sentido de la historia, pensando en que la singular coyuntura en la que llega al poder le abre enormes oportunidades, le está parando particulares bolas a los aspectos de comunicación. Tanto es así, que durante la recién terminada gira dio instrucciones para que en cada país fueran estudiados los sistemas de información oficiales.
En Inglaterra, Francia, España y Estados Unidos se llevaron a cabo reuniones con especialistas sobre el tema. La más útil fue, al parecer, con Hamilton Jordan en los Estados Unidos. Jordan fue el Secretario General de la Presidencia durante la administración Carter, pero es más conocido como uno de los grandes estrategas políticos del siglo 20, pues diseñó y ejecutó el plan que llevó a Carter a la Presidencia, cuando esto parecía un imposible.
La conclusión general de estos contactos es que los sistemas de comunicación entre los gobiernos y la prensa son considerados necesarios en los dos continentes, aunque hay diferencias sustanciales de estilo. Mientras en Europa, por lo general, son más formales y en algunos países las preguntas se deben conocer por adelantado, en Estados Unidos el mecanismo es más espontáneo y el gobierno se somete a un fogueo más intenso. En los dos sistemas existe la combinación de ruedas de prensa tanto del jefe del Estado como de su vocero oficial, pues se considera que así como un Presidente no puede aparecer todos los días para someterse al escrutinio de los periodistas, tampoco es bueno que la obligación del gobierno de contestarle a la prensa esté limitada a la voluntad del Presidente. En Estados Unidos, el jefe de prensa es vocero oficial del gobierno y todos los días se presenta ante los periodistas para dar a conocer la agenda del Presidente y para responder los interrogantes del día. El Presidente, obviamente, aparece con menos frecuencia y sólo para lo que se considera trascendental.
Gaviria y sus asesores estudian la posibilidad de poner en práctica una combinación de todas estas fórmulas adaptándolas al medio local. Se ha pensado crear la figura del portavoz presidencial que, en fechas establecidas, deberá responderle a la prensa. Aunque nada se ha decidido ya, se ha filtrado el nombre de Mauricio Vargas para este cargo, pero no se ha confirmado si, como en los Estados Unidos, se sumaría a las funciones del jefe de prensa o podría ser independiente. De sumarse a la jefatura de prensa, se elevaría la categoría de este cargo que en otros países es casi de nivel ministerial y en Colombia ha venido perdiendo importancia.
En todo caso, la responsabilidad de responder en nombre del gobierno requeriría una gran cercanía al Presidente, cancha y elocuencia para capotear a los periodistas. De llegar a implantarse el sistema, la frecuencia no podría ser diaria, pues en Colombia nadie se aguanta a nadie todos los días. Una reunión semanal o algo de ese orden sería probablemente lo más pertinente.
Pero no menos importante que la creación del portavoz oficial es la decisión de Gaviria de que el propio Presidente de la República atienda ruedas de prensa periódicas. En Estados Unidos, precursores en estas cosas, las estableció Roosevelt y parte de su grandeza histórica se le atribuye al contacto permanente, directo y cordial que mantuvo con la prensa y con la opinión durante sus doce años de gobierno.
El otro gran innovador fue Kennedy, el primero en aparecer en vivo en TV, en ruedas de prensa improvisadas. El éxito de su primera rueda de prensa fue tan grande, que hace tres años se celebraron los 25 años de la misma con artículos de prensa y seminarios en las universidades.
La teoría detrás de todo esto, es que si bien la lectura de textos o el teleprompter no tienen riesgos, esto no permite medir el calibre real, ni tienen el toque personal del interrogado, pues los textos casi siempre son escritos por terceros. Personas como Roosevelt y Kennedy, que eran seguras de sí mismas y conscientes de su capacidad para comunicar, sabían que la espontaneidad y los riesgos de una rueda de prensa acababan dejando una impresión mucho más viva que la perfección del teleprompter. Gaviria, a pesar de las fallas de su tono de voz, cuenta con una gran facilidad de expresión, que le dio grandes dividendos en la campaña y que le ha creado una imagen muy positiva dentro del público, particularmente después de la incoherencia verbal del actual Presidente. Una rueda de prensa le debe permitir a un Presidente contestar lo que debe contestar, evadir lo que debe evadir y reconocer lo que no sabe. El manejo acertado de estas tres variables ha sido parte del éxito de Gaviria.
Pocos países como Colombia necesitan más una modemización en este sentido. Mucho daño ha hecho en el pasado la posibilidad que han tenido los gobiernos de pasar agachados en las crisis. El caso de Germán Montoya y los famosos narcodiálogos y el caso de Vasco y Venezuela, para no citar sino dos hechos recientes, son situaciones donde cualquier posición oficial en el momento oportuno hubiera sido mejor para todos, especialmente para el gobierno, que la prolongación indefinida del problema hasta que la cosa no aguanta más. Por esto, las reformas que en esta materia tiene en mente el próximo Presidente, más que estar basadas en su personalidad, constituyen innovaciones institucionales de importancia.