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Marcela Sánchez, directora de la Fundación Colombia Diversa. | Foto: Archivo SEMANA

ENTREVISTA

"Al legislar sobre matrimonio gay, Congreso cumple con un deber tardío"

Para Marcela Sánchez, directora de la Fundación Colombia Diversa, reconocer el matrimonio gay es un paso tímido en la protección de los derechos de la población LGBTI. ¿Por qué?

6 de diciembre de 2012

La Comisión Primera del Senado aprobó el pasado lunes un proyecto de ley que define el matrimonio como "un contrato solemne por el cual dos personas de distinto o del mismo sexo hacen una comunidad de vida permanente y singular, con el fin de convivir, procrear o de auxiliarse mutuamente". Este es el reconocimiento de que las parejas homosexuales se pueden casar y gozan de los mismos derechos que tienen las parejas heterosexuales. A propósito de la noticia, Semana.com habló con Marcela Sánchez, la directora de la fundación Colombia Diversa.

Semana.com: ¿Qué opina sobre la decisión de la Comisión Primera del Senado de legislar sobre las uniones de parejas homosexuales?

Marcela Sánchez:
Hay que aclarar que el Congreso legisló sobre el concepto de matrimonio. Amplió la definición a parejas del mismo sexo. Me parece que está cumpliendo con un deber tardío. El Congreso ha tenido la oportunidad de legislar, incluso sobre otros conceptos menos amplios como el de la unión de parejas de personas del mismo sexo, pero no lo ha hecho. Ahora cumple con un deber.

Semana.com: No está claro que en la plenaria del Senado se vaya a aprobar la ley. ¿Cuál mensaje cree que enviaría el Senado en caso de que naufrague?

M. S.:
El mismo mensaje que siempre ha dado: que no cumple con el deber de proteger las minorías, porque las mayorías siempre están protegidas de hecho. Si se cae, no sería una sorpresa, sería un mensaje de que el Congreso discrimina, legitima la desigualdad y considera que unas personas sí tienen derechos y otras no.

Semana.com: ¿Cuál hecho nuevo permitió que esta vez una comisión del Congreso reconozca el matrimonio gay?

M. S.:
Que la Corte Constitucional exhortó al Congreso a regularlo. Esta iniciativa no la hacen por iniciativa propia legislativa. La Corte considera que el matrimonio gay sí es constitucional y se debe regular.

Semana.com: ¿Cuáles otras reivindicaciones legales están pendientes, según la comunidad LGTB?

M. S.:
La adopción en pareja. No hay limitación para que personas gay adopten. De manera individual se puede hacer, pero no en pareja. Eso en cuanto a reconocer la igualdad de derechos. Pero también falta otro tipo de acciones afirmativas, como políticas públicas para acabar con la discriminación.

Semana.com: ¿Considera que el movimiento LGTB necesita una representación política más decidida?

M. S.:
Sí, es importante que haya un doliente que tenga como prioridad estos temas y los defienda. Pero no son necesarios políticos LGTB, explícitamente gays, sino que estén claramente comprometidos con la diversidad sexual. Aquí no se ha avanzado, a diferencia de otros países, porque no se ha contado con ese liderazgo.

Semana.com: ¿A qué cree que se debe eso?

M. S:
La clase política no ha estado a la altura del desafío. Es un tema que se ha trabajado con organizaciones civiles y la universidad, pero los partidos políticos no han asumido un interés en el tema. La representación ha sido muy marginal. Es vergonzante el apoyo. Pero también es cierto que la visibilidad es muy nueva. Por ejemplo, la marcha LGTB solo tiene diez años, es muy prematuro. La marcha de México tiene 30 años. Es incomparable el apoyo y la incidencia, pero sí hay un rezago de los partidos frente a ese tema.

Semana.com: ¿Y por qué la población LGBTI no se lanza a la política?

M. S.:
La gente no votaría por un político abiertamente gay, ni siquiera dentro de la misma comunidad LGTB, porque hay muchos otros temas como para que un político se deba dedicar solo a este. A un político gay se le exigiría más conocimientos, porque tendría que demostrar que no está ahí solo por su condición sexual.

Semana.com: ¿Usted considera que hay un desequilibrio entre la realidad política, a pesar de que se aprobó la ley de matrimonio en primer debate, y la realidad jurídica?

M. S.:
Ni siquiera es que haya un desequilibrio, ha habido un retroceso. Uno esperaría un presidente que hable del tema, pero no. Por eso, en un Estado democrático existen las instituciones, para que haya un equilibrio. En Colombia ha habido candidatos comprometidos con la diversidad sexual pero son ejemplos muy puntuales. Esa salida política del clóset es muy reciente en Colombia.

Semana.com: ¿Y por qué hay ese desequilibrio entre las conquistas jurídicas y las conquistas políticas?

M. S.:
Porque el objetivo no es solo político. Lo jurídico no admite un debate moral sino que tiene que ser en derecho, que no dé lugar a otras interpretaciones. En cambio, el Congreso se presta para cualquier opinión infundada. La seriedad del debate constitucional se ha puesto como modelo en otros países. En la discusión jurídica, un político no se puede lucir con prejuicios. Si las mayorías nos han dado la espalda, para eso están las cortes, para hacer un equilibrio en la democracia.

Semana.com: En comparación con otros países, ¿qué tan vanguardista ha sido la Corte Constitucional en Colombia?

M. S.:
Hubo un momento en el que la Corte fue pionera en el reconocimiento de los derechos de las parejas. Ahora México, Argentina y Brasil le llevan la delantera. A la Corte le hemos puesto unos debates interesantes, pero está detenida, teniendo en cuenta que es el organismo que más protección le ha dado a los derechos de la población gay. Eso sí, no retrocede y no tendría cómo tampoco porque técnicamente no es posible.

Semana.com: ¿Cómo ha sido el camino de las reivindicaciones?

M. S.:
No ha sido un camino fácil, se requiere de mucha creatividad en el uso del derecho constitucional. En el Congreso, el reconocimiento, no solo de la población LGBTI, sino de todas las minorías, ha sido marginal. Los debates se han dado afuera de ese escenario. Aunque hay quienes han incursionado en la política y han defendido los derechos LGBTI, han fracasado dentro de los partidos. ¿Será que nosotros tenemos una buena Corte y ellos no tienen buenos partidos? Quién sabe.