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RECONCILIACIÓN

Construyamos la paz en los territorios

El exgobernador de Meta que estuvo 7 años en poder de las Farc habla de cómo el bienestar de los sobrevivientes y la reconciliación deben ser el norte que guíe a alcaldes y gobernadores en el posconflicto.

Alan Jara U *
30 de noviembre de 2016

Logramos lo que muchos colombianos habíamos soñado desde hace décadas: ponerle fin al conflicto armado con las FARC. Pero después de estos cuatro años de encuentros y desencuentros en la Mesa de Conversaciones de La Habana, la tarea no queda ahí porque se avecina el reto de construir esa paz en la cual los alcaldes y gobernadores juegan un papel esencial.

¿Cómo lograrlo? Es difícil de responder: No podemos devolver el tiempo. Ojalá trajéramos de vuelta a padres, madres, hermanos, tíos de tantos colombianos muertos durante el conflicto armado. Ojalá pudiéramos hacer que tantos colombianos olvidaran su destierro, la desaparición de algún familiar, la violencia sexual, las amenazas…

Pero no es posible. O por lo menos en mi caso, olvidar más de siete años de secuestro no lo ha sido. Sin embargo, tomé la decisión de perdonar y seguir adelante porque si no lo hubiera hecho, permanecería con ese rencor dentro, como si aún siguiera secuestrado.

No obstante, entiendo que el perdón, que es el primer paso hacia la reconciliación, es una decisión personal que puede ser más llevadera cuando existen garantías para que aquello que padecieron más de ocho millones de colombianos nunca se vuelva a repetir. Y ahí es donde su papel como alcaldes y gobernadores puede generar un cambio, para que tanto dolor empiece a sanar.

Consolidar lo firmado en las regiones es lo que requerimos de ustedes, alcaldes y gobernadores, para volver la paz una realidad.

¿Cómo hacerlo? Desde antes de negociar, el país tomó la decisión de reconocer el conflicto armado y, por lo tanto, de reparar a todas las víctimas, sin distinción de actor armado ni del hecho que habían sufrido. Por eso, la Ley de Víctimas o Restitución de Tierras puso en marcha no sólo las indemnizaciones individuales, sino también la atención psicosocial, los procesos de reparación colectiva, entre muchas otras funciones de la entidad que dirijo.

El punto 5 del Acuerdo Final tomó esos avances y pidió reforzarlos para que las víctimas no sólo puedan cubrir sus necesidades básicas con una compensación económica –que de ninguna manera se compara al dolor de tantas víctimas-, sino con un proceso para reconstruir el tejido social en los territorios y cicatrizar todos aquellos roces que dejó la incursión de uno u otro bando.

Volver tangibles estos procesos en las regiones es responsabilidad de la Unidad para las Víctimas, de la mano con los mandatarios locales. Que quede claro: ¡Ustedes no estarán solos en la implementación de los acuerdos! A través de nosotros, el gobierno nacional pone una parte importante de los recursos, pero estos deben ser complementados por alcaldías y gobernaciones.

Es el principio de la cofinanciación, que se puso en marcha con la aprobación de la Ley de Víctimas. Este consiste en que la Unidad pone alrededor del 60 % de los recursos y los entes territoriales deben complementar el faltante.

Bajo este principio, la Unidad ya ha cofinanciado 42 proyectos, en 179 municipios, que han beneficiado a casi 70.000 sobrevivientes del conflicto armado, principalmente en temas de proyectos productivos y de memoria histórica.

En este momento, estamos recibiendo nuevas propuestas para el primer semestre del 2017, con énfasis en la generación de ingresos para las víctimas.

Pensar en ese bien superior que es el bienestar de los sobrevivientes y la reconciliación de Colombia debe regirnos y guiarnos para seguir trabajando de la mano, entre los territorios y la nación. El enfoque territorial, que tengo muy presente en mi gestión, es clave para superar el conflicto, pues las regiones han sido las más golpeadas por la violencia.

Todos tenemos dudas, es normal. Pero la mejor manera de entrar al posconflicto es hacerlo real, y en la Unidad, ustedes tendrán un apoyo para eso. Los invito pues, desde la posición de quien es a la vez víctima y trabaja por las víctimas, a hacer equipo y sobre todo, a no quedarnos con el espejo retrovisor en el pasado, sino centrarnos en las oportunidades que llegan de cara al reto que se viene.

¡Construyamos la paz!

*Director de la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas.