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ALGUIEN MIENTE

POLEMICA ENTRE ESTADOS UNIDOS, ALEMANIA Y COLOMBIA POR SUPUESTA NARCONEGOCIACION. DOS DE LOS TRES DICEN MENTIRAS.

24 de febrero de 1997

Desde que comenzó el proceso 8.000 se ha vuelto costumbre en Colombia que los pleitos no se resuelvan con pruebas en los estrados judiciales, sino con el enfrentamiento de la palabra de una persona contra la de otra. Unas veces es la de Santiago Medina contra la de Fernando Botero; otras la del Fiscal contra la del Presidente; otras la de Juan Fernando Cristo contra la de César Villegas, y así sucesivamente. Lo que nunca se pensó es que esta modalidad de mano a mano verbal se pudiera extender de personas a gobiernos. Y eso es precisamente lo que sucedió entre el gobierno de Estados Unidos y Alemania, alrededor del caso conocido como la conexión alemana. Se presentaron graves acusaciones que terminaron en la palabra del uno contra la palabra del otro. La polémica entre gringos y alemanes fue originada por el embajador de Estados Unidos en Colombia, Myles Frechette, quien en una entrevista concedida el pasado domingo 19 de enero al periódico El Tiempo afirmó que el ministro alemán Bernd Schmidbauer había enviado un mensaje a diplomáticos de la embajada norteamericana en Bonn, informándoles que Alemania pensaba llevar a cabo una negociación en su país entre el gobierno colombiano y el cartel de Cali. La denuncia más grave de Frechette estaba contenida en la siguiente frase: "Este ministro Schmidbauer preguntó si al gobierno norteamericano le interesaría tal negociación. Le contestamos inmediatamente que en absoluto".Las declaraciones de Frechette fueron el detonante de una bomba que explotó tanto en Colombia como en Alemania. La respuesta alemana no se hizo esperar. En un corto comunicado dado a conocer por su embajada en Bogotá, desmintió en forma categórica al diplomático estadounidense y agregó que nunca ha tenido la intención de entablar conversaciones con carteles de la droga y que por lo tanto este punto no fue tema de conversación entre representantes de los gobiernos de Alemania y los Estados Unidos.Las cosas no pararon ahí. Frechette contraatacó. Dos horas después de conocido el comunicado de los alemanes, el controvertido embajador, en una improvisada rueda de prensa, dijo que se ratificaba en todo lo que había dicho y que tenía las pruebas para demostrarlo. Alemanes y norteamericanos esgrimieron sus sables en un altercado diplomático más propio del trópico que de las potencias occidentales. Cuatro días después de las explosivas declaraciones de Frechette, el presidente Samper se pronunció sobre el tema en una gira por San Vicente del Caguán . "Nunca, jamás, mi gobierno consideró la posibilidad de negociar con el cartel de Cali". Cuando los periodistas le preguntaron que entonces de dónde sacaba Frechette esas informaciones, el Primer Mandatario respondió: "Pregúntenselo a él mismo".En medio del enfrentamiento entre gringos, alemanes y colombianos, la opinión pública seguía sin entender qué era lo que realmente estaba ocurriendo. Lo único cierto parecía ser que, como también se ha vuelto costumbre en Colombia últimamente, alguien tenía que estar mintiendo. Las pruebas¿Cuál es la verdad de toda esta historia? De acuerdo con los documentos obtenidos por SEMANA, todo comenzó en abril de 1996 cuando se reunieron en la casa-cárcel de La Modelo, Eduardo Mestre y su amigo el ex cónsul de Colombia en Alemania, Carlos Villamil Chaux. En esa reunión Mestre le comentó que el consorcio español-alemán Metromed estaba buscando una persona para que se hiciera cargo de las reclamaciones que había en curso por parte de la empresa Emtmva, que era la encargada de manejar lo relacionado con el Metro de Medellín en Colombia. Si le interesaba le recomendó entrar en contacto con un alemán de nombre Klaus Mollner, quien acabó siendo, ni más ni menos, Werner Mauss. Antes de salir de la prisión, Mestre le entregó una carta de recomendación y el teléfono de la residencia de Mollner. Una vez en España, Villamil se comunicó por teléfono con Mauss y acordaron una cita en Bonn. La reunión se llevó a cabo en un restaurante y en ella también estuvo presente la esposa de Mauss. Hablaron un poco de todo y en especial el alemán hizo referencia a Colombia en el sentido de que era un país muy bueno para invertir, pero que desafortunadamente sus problemas de guerrilla y narcotráfico eran su mayor obstáculo.Según Villamil, Mauss también se refirió a la situación política del presidente Samper y a la indebida presión de los norteamericanos y le dijo que el gobierno alemán estaría en condiciones de ayudar a Colombia y a su Presidente solucionar sus problemas. Villamil le preguntó si él podía comentar esa conversación con el Presidente. La respuesta de Mauss fue : "Para eso se lo estoy diciendo".Días después, Villamil regresó a Colombia y le solicitó una cita al presidente Samper. De acuerdo con su declaración a la Fiscalía, en el Palacio de Nariño le hizo un relato pormenorizado de su reunión con Mauss. Le propuso que, de concretarse la asesoría a Metromed, él estaría viajando con frecuencia a Alemania y podría servir de intermediario entre los dos gobiernos. Según Villamil, el Presidente se mostró muy interesado.A comienzos de mayo, Villamil se convirtió en el asesor de Metromed. A su vez comenzó a trabajar en el tema que le había planteado a Samper. En uno de esos viajes a Alemania, Mauss le consiguió una cita con el ministro de Seguridad, Schmidbauer, una de las personas más cercanas al canciller Helmut Kohl. La cita se llevó a cabo en la Cancillería. Villamil, que entendía su misión como de carácter privado, le hizo saber esto a Schmidbauer. Por esa razón elaboraron un escrito conocido como el 'no-documento', una especie de memorando sin membrete ni firmas oficiales en el cual se registró la conversación sostenida.En ese memorando, que posteriormente Villamil entregó al presidente Samper, Schmidbauer se refirió a dos temas en los cuales Alemania podría ayudar: la paz con la guerrilla y el desmonte de los carteles del narcotráfico. A esas alturas, por cuenta de la conexión Villamil, ya el presidente Samper había entablado una correspondencia con el canciller Kohl. La primera misiva se la envió el 17 de mayo de 1996. En ella Samper oficializa los contactos hasta ese momento informales de Villamil.
El memorando
A comienzos de junio, Villamil viajó nuevamente a Alemania para atender los asuntos relacionados con Metromed. En esas diligencias se reunió nuevamente en la Cancillería con Schmidbauer. En la entrevista el funcionario alemán fue directo y concreto. Schmidbauer le dijo a Villamil que si Colombia lo solicitaba oficialmente, el gobierno alemán sería el mediador en "conversaciones de paz que se adelantarían en la Cancillería de su país con los jefes del narcotráfico, con el fin de acabar, al menos en Colombia, con esta actividad y con las organizaciones guerrilleras, en busca de una paz definitiva para el país". Igualmente podría servir de mediador con Estados Unidos para que participara en este proceso. Según Villamil, ese mismo día un funcionario de la Cancillería alemana lo visitó en su hotel y le comunicó que ya habían tenido lugar conversaciones entre funcionarios alemanes y norteamericanos sobre el tema, y que hubo una respuesta favorable. Le dijo que el canciller Kohl había intervenido en ellas personalmente y que había logrado el compromiso de los estadounidenses, particularmente del presidente Clinton, de no controvertir públicamente los resultados del juicio al presidente Samper. Y que, además, apoyarían un proceso de paz con la guerrilla y los narcos coordinado por Alemania. Estas conversaciones sostenidas por Villamil, tanto con Schmidbauer como con funcionarios de la Cancillería, fueron consignadas en un memorando de junio de 1996 que el ex cónsul le entregó al presidente Samper.El gobierno de Samper estaba de acuerdo con la intermediación que proponía el gobierno alemán como quedó consignado en la serie de cartas enviadas por el propio Presidente al canciller Kohl. En estas le agradece el interés demostrado por parte del gobierno alemán en los temas relacionados y hace referencia específica a las palabras 'narcotráfico' y 'guerrilla'. En una de ellas, fechada el 13 de junio, le manifiesta: "Somos conscientes del interés de su gobierno en ayudarnos en la solución de dichos problemas y de las conversaciones adelantadas por usted con el presidente Clinton para facilitar esa ayuda. Por ello queremos manifestarle nuestros más sinceros agradecimientos".

El papel de Serpa
Para mediados de junio todo parecía indicar que las cosas con los alemanes iban por buen camino. Pero Villamil consideró que una sola golondrina no hacía verano y que un proceso de paz tan complejo necesitaba de un peso pesado. Le planteó esta inquietud al Presidente, quien de inmediato lo puso en contacto con Horacio Serpa. Villamil le hizo saber a Serpa que él estaría dispuesto a invitar a los Mauss a Colombia y realizar una reunión no oficial para que el Ministro conociera en detalle la propuesta de los alemanes. Fue así como unos días después los Mauss, el ministro Serpa y Carlos Villamil se sentaron a manteles en la casa del ex cónsul y durante varias horas discutieron el asunto. De acuerdo con Villamil, a partir del momento en que Serpa entra al proceso el tema del narcotráfico desaparece y las conversaciones se centran única y exclusivamente en el tema de guerrilla. Este cambio pudo ser confirmado a través de la correspondencia entre Samper y Kohl, la cual a partir de ese momento excluye la palabra narcotráfico. Posteriormente Serpa viajó a Alemania invitado por Mauss para reunirse con Schmidbauer y el propio canciller Helmut Kohl. Coincidencialmente este viaje tuvo lugar 24 horas después de que Estados Unidos le quitara la visa a Samper y el contacto con el gobierno alemán cobraba más fuerza que nunca. Serpa, preocupado por la situación, pensó quedarse en Colombia para enfrentar la crisis. Samper le contestó que ahora este viaje era indispensable. El 14 de julio Serpa y Villamil viajaron rumbo a Alemania. Y, como ya se sabe, se hospedaron en la lujosa residencia de Mauss. Unas horas después se dirigieron a la Cancillería donde los esperaba el ministro Schmidbauer. Serpa le entregó al Ministro la solicitud oficial de intermediación suscrita por el Presidente de Colombia. Según Villamil, Schmidbauer solicitó quedarse a solas con el ministro Serpa. Una nueva reunión con Schmidbauer y Serpa tuvo lugar tres días después. A ella asistieron el embajador, la pareja de alemanes y Villamil. En esa reunión se acordó la intermediación de Alemania para unas negociaciones de paz con la guerrilla. En eso estaban las cosas cuando explotó el escándalo de Mauss en Colombia que dio al traste con todo el proceso. Mal manejo¿Cómo se puede interpretar todo este episodio? Si bien es cierto que el caso de los alemanes y las frustradas conversaciones de paz dejaron un mal sabor, nadie puede desconocer que el gobierno está en su legítimo derecho de buscar soluciones a los dos problemas más graves del país. Hasta ahora nadie ha criticado la búsqueda de una negociación con la guerrilla. Y en cuanto al narcotráfico lo cierto es que inexplicablemente el tema desapareció a mitad de camino. Varias razones pudieron haber hecho que el tema fuera abortado. Tal vez el gobierno se dio cuenta que el tema podía tener mala presentación. También pudo haber sido que la respuesta categóricamente negativa de Estados Unidos intimidara a los alemanes. La explicación oficial es que la parte del narcotráfico era una iniciativa de Villamil que fue descartada cuando entró Serpa al proceso. Esta versión va en contravía de los documentos que demuestran claramente que el Presidente hacía referencia explícita al tema en su correspondencia con el canciller Kohl. De todo este enredo surgen varios interrogantes. El primero es qué se puede negociar con unos narcotraficantes que ya están presos. En el pasado el concepto de negociación se aplicaba a la búsqueda de la entrega de unos capos incapturables. El segundo es qué interés podía tener el gobierno alemán en meterse en un episodio de tan mala presentación. Fuera de los hermanos Rodríguez Orejuela qué interés puede tener para una potencia europea que los hermanos Rodríguez Orejuela se queden con el 20 por ciento de sus fortunas. La única posible respuesta es que en el caso de la conexión alemana había tantos intereses como protagonistas y cada uno tenía una agenda propia: Samper quería neutralizar a Clinton a través de Kohl. Serpa, la paz con la guerrilla. Alemania, negocios, y Mauss, comisiones. La conclusión de todo lo anterior es que, a pesar de que hay algunos cabos sueltos, la conexión alemana pudo haber sido más una iniciativa diplomática que un intento delincuencial. Pero lo grave no fue el pecado sino la forma como se intentó ocultarlo. Dos gobiernos le han dado un mal manejo a todo este bochornoso episodio. El de Alemania que ha incurrido en prácticas inaceptables como la expedición de pasaportes falsos y la bendición de la corrupción para ganar contratos y liberar secuestrados. Cuando Schmidbauer justifica esta conducta con la frase "a problemas atípicos soluciones atípicas", no hace más que dejar en evidencia un total desprecio por Colombia. El gobierno colombiano tampoco queda bien parado. Una vez más las versiones oficiales no coinciden con los hechos. Tanto el Presidente de la República como el Ministro del Interior manifestaron nunca haber tocado el tema del narcotráfico cuando la propia correspondencia presidencial y la declaración de Villamil demuestran lo contrario. Lo único claro en este asunto es que tanto el gobierno de Colombia como el de Alemania mintieron.