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ALIANZA CON EL DIABLO

Siguen las revelaciones sobre el alcance de las relaciones entre los hermanos Rodriguez Orejuela con el club América de Cali.

14 de agosto de 1995

A MEDIDA QUE AVANZAN los allanamientos por parte del Bloque de Busqueda, cada vez queda en claro que la salida de Juan José Bellini de la presidencia de la Federación Colombiana de Fútbol, es apenas el principio de una cadena de revelaciones relacionadas con las amistades peligrosas de muchas personas con los presuntos jefes del cartel de Cali.
SEMANA conoció un paquete que contiene una docena de cartas que le fueron enviadas a Gilberto Rodríguez Orejuela entre diciembre de 1984 y marzo de 1985, cuando el hoy confeso narcotraficante se encontraba tras las rejas en la cárcel de Carabanchel en España, luego de ser detenido por la Policía en un apartamento de Madrid.
Las cartas tienen un común denominador: rendirle cuentas a Rodríguez -pese a que no era accionista del América ni miembro de su junta directiva- de las actividades que cumplía el club.
"Nosotros seguimos el curso normal de este, su América. Iniciamos Copa Libertadores perdiendo un punto ante Millonarios aquí, ya que el equipo tiene jugadores nuevos y aún no se han acoplado. Sin embargo, estamos seguros que en el Paraguay a donde viaja la delegación mañana, se obtendrán óptimos resultados confiando en esa genial dirección del médico Ochoa y la moral tan en alto de nuestros jugadores", le dijo a Rodríguez el entonces presidente del América, José Sangiovanni Russo.
La gerente del club escarlata, Beatriz Uribe de Borrero, también le escribió a Gilberto Rodríguez y en otra carta conocida por SEMANA, en la que además le cuenta algunas cosas relacionadas con el equipo, le describe problemas políticos que se vivían por aquellos días en el departamento del Valle del Cauca. El mensaje tiene cuatro páginas y en uno de sus apartes dice lo siguiente: "nuestro América inició ya trabajo para enfrentar los compromisos más inmediatos: unos partidos amistosos en Buenos Aires contra River Plate y Nacional de Montevideo, en los primeros días del mes de febrero, para luego viajar a Asunción, Paraguay, por la Copa Libertadores de América".
La señora Uribe de Borrero le explicó a SEMANA que las cartas tienen sentido porque en esa época ella era gerente del América y Rodríguez era una persona que se sentaba con los banqueros y con todos los políticos en una mesa, porque no había absolutamente nada contra él.
"En ese momento Gilberto era amigo del América porque ni socio era, sino hermano del vivepresidente (Miguel Rodríguez) y vivía muy preocupado por todas las cosas -le dijo Beatriz Uribe a SEMANA-. Porque entre otras cosas don Gilberto fue toda la vida hincha del Deportivo Cali Cuando estuvo el señor Bilardo aquí en Cali el que le pagaba el sueldo al señor Bilardo era don Gilberto Rodríguez".
De ser cierta, esta revelación de la ex gerente del América seguramente causará bastante impacto a nivel nacional e internacional. De paso explicaría los emotivos saludos que el técnico campeón mundial argentino les enviara a los hermanos Rodríguez Orejuela en una entrevista que concedió a la radio colombiana después de la famosa derrota argentina frente a Colombia 5 a 0 en septiembre de 1993.

A VECES LLEGAN CARTAS...
En el paquete de cartas conocido por SEMANA hay dos más que no dejan de sorprender: una, enviada por Germán Navarro Palau, quien en 1985 se desempeñaba como secretario de asuntos administrativos de la Gobernación del Valle y hoy es procurador departamental del Guainía. " Tus amigos te recordamos con inmenso afecto y formulamos votos fervientes por tu pronto regreso", dice el mensaje del funcionario. En diálogo con SEMANA desde Puerto Inírida, Navarro dijo que en ningún caso iba a negar su amistad con Gilberto y con Miguel Rodríguez. "Sería una infamia y además sería una ingratitud porque conmigo han sido muy solícitos y muy amables y nunca los he conocido en actividades del narcotráfico".
Otra de las cartas enviadas a Rodríguez a su lugar de reclusión en España corrió por cuenta de monseñor Pedro Oliveros, miembro del Tribunal Eclesiástico, regional Cali. En su mensaje a Rodríguez, el prelado le dice que "en la santa misa, su nombre, sus necesidades, su familia, me vienen a mi mente y de todo esto hago una oración para pedir por usted y pedir lo que usted en este momento más necesita".
Al explicar el porqué del envío de la carta, monseñor Oliveros dijo que conoció y fue amigo de Rodríguez. "El vivió aquí en Cali y cuando el papá de la esposa de él murió, él fue al entierro. Ahí lo conocí. Con Miguel no tengo ninguna relación, así como de parentesco".
Cartas como las que conoció SEMANA habrá muchas de aquí en adelante y por ello va a ser muy difícil hacer una delimitación entre los amigos de los Rodríguez y los socios de los Rodríguez. Al mismo tiempo, va a ser muy difícil delimitar quiénes eran socios o amigos de los Rodríguez antes de que se conocieran sus vínculos con el narcotráfico.
La imagen de muchas personas se va a ver enlodada y algunas de ellas deberán pagar una elevada cuota de sacrificio por cuenta de haber enviado un mensaje en una época en la que hacerlo no era ningun pecado.
Y como dijera hace algunas semanas el fiscal Alfonso Valdivieso Sarmiento, ya es hora de que la gente en Colombia tome conciencia de que establecer relaciones de amistad o negocio con personas vinculadas al narcotráfico es algo censurable y por lo cual tarde o temprano se paga un precio.