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Sobre el proceso de paz, Leyva afirmó: "El gobierno sabe y debe informar que aún faltan los temas más espinosos." | Foto: Archivo SEMANA

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“Una paz sin Uribe no es posible”

Álvaro Leyva, hombre cercano a las FARC, dice que la paz no está lista ni en seis meses ni en un año.

20 de octubre de 2014

Álvaro Leyva hace sorprendentes revelaciones sobre sus viajes a Cuba y dice que la paz no estará lista ni en seis meses ni en un año.
 
Este lunes, el exministro conservador Álvaro Leyva pareció sumarse al grupo de dirigentes políticos que se sienten traicionados por el presidente Juan Manuel Santos. Así pareció suceder cuando le envió una carta abierta al expresidente Álvaro Uribe en la que decidió revivir un episodio de hace ocho años en el que el entonces ministro de Defensa se opuso a un acuerdo humanitario.

En la carta, que fue ampliamente difundida este lunes, Leyva dice que logró convencer al presidente Uribe de hacer dicho intercambio humanitario, pero señaló al ministro Santos de haber desmontado la operación (ver carta). Y asegura que hay testigos. Por eso advirtió que Uribe no es el enconado enemigo de la paz, como pretenden demostrarlo, y le pidió a Santos que incluya al expresidente en la política de Estado de la paz.

En diálogo con Semana.com, Leyva además habló de sus viajes a La Habana, Cuba. El más reciente coincidió en la última ronda de conversaciones entre el Gobierno y las FARC y aunque dice que no ha interferido en lo mínimo en el proceso, advierte que el gobierno Santos está vendiendo humo cuando afirma que la paz está a la vuelta de la esquina.

SEMANA.COM: ¿Por qué decidió escribirle a Álvaro Uribe, un histórico contradictor suyo?

Álvaro Leyva: He venido perfilando las piezas del rompecabezas de un episodio verídico, y nada mejor que poner las piezas sobre la mesa. Hoy a Uribe lo tildan como salvaje, en términos de paz, y yo, que he sido antiuribista, puedo decir que él tiene sus posiciones, pero no se le puede excluir de un proceso de paz.

SEMANA.COM: ¿Cuál es ese episodio verídico que ha querido relatar? 

A. L.: Era agosto del 2006. Tuve reuniones con el presidente Álvaro Uribe sobre la posibilidad de hacer un intercambio humanitario. El presidente Uribe accedió y con el comisionado de paz, Luis Carlos Restrepo, me encomendó contar a varios funcionarios, uno de ellos el ministro Juan Manuel Santos. Nos reunimos en el Ministerio de Defensa, estaban todos los comandantes de las fuerzas y el ministro del Interior, Carlos Holguín. Usted puede llamarlo para que dé crédito de lo sucedido.

SEMANA.COM: Pero ¿dice usted que Santos se opuso al intercambio humanitario?


A. L.: Santos se quedó callado. Todos los comandantes de las fuerzas apoyaron y manifestaron que acatarían la instrucción del presidente. Luis Carlos Restrepo y el propio Uribe me dijeron que convocara a una rueda de prensa a la mañana siguiente para hacer el anuncio. Yo, como conozco a Santos, le dije a Restrepo que él iba a desmontarlo. Y en efecto, a las 6 de la mañana me llamó Restrepo a suspender la rueda de prensa.

SEMANA.COM: En la carta se aprecia cierta sensación de que usted se siente traicionado por el presidente Santos. ¿Es así? 

A. L.: No, en absoluto. Una cosa es el trato, y lo cortés no quita lo valiente. Uno puede tener adversarios en la política, pero lo que uno no puede hacer es cortar el trato. Antes de esa reunión yo había ido a declarar a su favor en la Fiscalía y había trabajado para impedir la moción de censura que le estaba promoviendo Juan Fernando Cristo, hoy ministro de Santos, por el tema de la conspiración contra el gobierno de Ernesto Samper. A pesar de ello, cuando llegué al Ministerio de Defensa, Santos no demostró su amistad, a duras penas me saludó.

SEMANA.COM: Pero hay quien dice que su actitud obedece a que usted no fue incluido entre los voceros del gobierno para dialogar con las FARC.

A. L.: No es cierto. No fui convocado y así lo fuera, no sería representante del Gobierno porque cuando uno está cerca de las dos partes, supondría mayores dificultades que las que hoy tienen los plenipotenciarios. Me he puesto la meta de estar hasta el final y empujar para que todo salga bien.

SEMANA.COM: En la carta habla de sus visitas a La Habana, ¿cuántas veces ha ido?

A. L.: No llevo la cuenta, pero han sido varias. El gobierno colombiano las conoce, lo mismo que los países facilitadores. Es algo que he venido haciendo en todos los procesos de paz en el país y también haré presencia cuando haya proceso con el ELN. Entiendo que quieran encender la polémica, pero se me ha reconocido como una voz imparcial y de tener una larga experiencia.

SEMANA.COM: ¿Se ha reunido con los representantes de las FARC en Cuba? 

A. L.: Con los de las FARC y con los del Gobierno también. Siempre he viajado en fechas distintas a las que se desarrollan los ciclos de conversación, salvó en la última ronda, que tenía un viaje a la Isla que no podía aplazar. Jamás me he inmiscuido en las conversaciones.  

SEMANA.COM: ¿Cómo cree que va el proceso?

A. L.: El actual proceso tiene dos fases. La primera, la que el Gobierno trae, ajena a la de las conversaciones, y la segunda, la que realmente sucede. Por un lado, el Gobierno tiene un discurso optimista, de que entramos al postconflicto y que estamos en la víspera de poner fin al conflicto. Eso no corresponde a la realidad. El Gobierno sabe y debe informar que aún faltan los temas más espinosos.

SEMANA.COM: ¿Cuáles son?
 
A. L.: Mire usted el tercer punto de la agenda, el del fin del conflicto. Este tiene siete subpuntos que deben ser abordados integralmente y de forma simultánea. Y los más difíciles son el que el gobierno nacional coordinará la revisión de la  situación de las personas privadas de libertad, procesadas o condenadas por pertenecer o colaborar con las FARC. Otro es el que dice que el gobierno nacional revisará y hará las reformas y los ajustes institucionales necesarios para hacer frente a los retos de la construcción de la paz. Y también las garantías de seguridad. Pero otro subpunto es el de la reincorporación de las FARC a la vida civil, “de acuerdo con sus intereses”. De todo esto esto no se ha hablado, y el Gobierno ya está pidiendo plata para el posconflicto, el cual no tiene ninguna planeación. Entonces yo pregunto si la paz está a la vuelta de la esquina. No creo, soy consciente de las dificultades, esto no se va a dar ni en seis meses ni en un año.

SEMANA.COM: ¿Pero que el gobierno y las FARC hayan revelado acuerdos en tres de cinco puntos no cree que es un avance significativo?


A. L.: Esos tres puntos se firmaron en vísperas de las elecciones, y el Gobierno sabe y debe informar que se acordaron cosas parciales en materia de Desarrollo rural, Participación en Política y Narcotráfico. Hay que reabrir esos tres puntos para llegar a plenos acuerdos. Los temas que quedaron por fuera en estos puntos se han denominado “temas en el congelador”. Todos los días se oye en La Habana “¿qué pasa con los temas del congelador?”.

SEMANA.COM: ¿Qué cree usted que le falta al actual proceso de paz?

A. L.: Le falta verdad y participación. Este proceso no es de ahora, desde hace 30 años, en el gobierno de Belisario Betancur se está negociando. Y decir que la paz está a la vuelta de la esquina, y resulta que en la esquina se da cuenta de que falta una cuadra más, eso exaspera. Es mejor decir llevamos 30 años y preparar al país para ello, no ilusionarlo.

SEMANA.COM: Y en cuanto a participación, ¿usted no cree que está toda la sociedad colombiana representada?

A. L.: Esta etapa que resta debe ser más incluyente. Y por eso lo digo en la carta. Mi anhelo es que la paz sea una política de Estado y que como tal se integre al expresidente Álvaro Uribe. A este gobierno se le olvida que fue uribista, todos en el Ejecutivo fueron uribistas, el Congreso fue uribista, entonces no tiene sentido que permanentemente se viva acorralándolo. Mi invitación es a la verdad y a que se convoque a todos. Los procesos que han tenido éxito, como el del M-19, es porque se ha convocado a todos. El Gobierno debe saber que una paz sin Uribe no es posible y que mientras se habla de paz en La Habana, no se puede andar en esa especie de pugilato en el país.