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Álvaro Uribe Vélez. | Foto: Archivo SEMANA

POLÍTICA

"Me gustan los partidos impersonales": Uribe

De esa forma, el jefe natural del Centro Democrático, propone no cambiar el logo del partido por su foto, como lo permite una sentencia del Consejo de Estado.

15 de septiembre de 2015

Álvaro Uribe y su organización política protagonizaron una ardua batalla para poder identificarse en el tarjetón en las pasadas elecciones. Los que no son de memoria frágil recordarán que el partido, en principio, intentó llamarse Uribe Centro Democrático, y ante la negativa del Consejo Nacional Electoral de incluir el apellido del jefe natural del partido, intentaron identificarse con la foto del expresidente antioqueño.

Los uribistas, en ese momento, sustentaban su petición en el antecedente de que, en pasados comicios, había aparecido la cara de un dirigente político identificando su lista en el tarjetón. Casos concretos, la lista al Congreso de Enrique Peñalosa en el 2006 y la lista al Concejo de los Progresistas de Gustavo Petro en el 2011.

Pese a esos antecedentes, el CNE consideró que el uribismo quería sacar ventaja, y argumentando equilibrio con los demás candidatos, consideró que ningún partido político podía identificarse con el nombre o la foto de alguno de las personas que estuvieran integrando sus listas. Uribe encabezaba la lista al Senado.

Fueron varios los pleitos del uribismo por meter la foto de Uribe en el tarjetón. En el fondo, su pretensión obedecía a que la cara del expresidente jalonaría a muchos votantes.

Los uribistas se encontraron con tres decisiones adversas del CNE. Ni el nombre, ni la foto, ni los símbolos patrios podrían ser utilizados. Y aunque denunciaron falta de garantías en el CNE, no les quedó otra que modificar el nombre del movimiento.

Primero, al Centro Democrático le agregaron una especie de apellido “Mano firme, corazón grande”, lema de campaña con el que Uribe llegó a la presidencia en el 2006, y le incluyeron la silueta del expresidente Uribe con la mano en el pecho, y con los colores amarillo, azul y rojo ligeramente desteñidos.

Así se presentaron y así consiguieron casi dos millones de votos, 39 curules en el Congreso, ganaron la primera vuelta de las presidenciales y obtuvieron casi seis millones en la segunda. Y en su momento, algunos uribistas profesos pensaron que otros resultados habrían obtenido si la cara de su jefe natural hubiera estado presente.

Hace pocas semanas, el Consejo de Estado le dio la razón al uribismo en esa batalla jurídica. La Sección Quinta de ese alto tribunal anuló la resolución que impidió que el Centro Democrático se identificara con la imagen de su líder. “(...) No se evidencia que el derecho a la igualdad se ponga en riesgo cuando una persona preste su nombre para identificar una organización política, ni tampoco que ello implique volver al caudillismo", concluyó.

El fallo del Consejo de Estado no sólo permitió que el excandidato presidencial y director general del Centro Democrático reaccionara contra las autoridades electorales. “Nos da la razón y prueba la persecución política del pasado CNE”.

También ha generado profundas discusiones al interior de los directorios del Centro Democrático, que ante casos de confusión, promueven la idea de que el partido cambie de logo y recurra a la foto de Uribe para estas elecciones.

Sin embargo, el expresidente Uribe, jefe natural del partido y a quien le acatan cada una de sus decisiones, quiere convencerlos de lo contrario. Quiere que el partido mantenga sus emblemas institucionales.

Así lo dijo Uribe en el Congreso, al ser preguntado sobre el particular. “A mí personalmente me gusta partidos institucionales e impersonales. (En el CD) Hay una preocupación por las confusiones que se han presentado, por ejemplo con La U”. Además, dijo el expresidente, “yo les he dicho: ¿para qué poner la foto de un abuelo?”

Resulta muy extraño que tras haber librado tres batallas para que Uribe se ‘colara’ en el tarjetón, los uribistas se abstuvieran de hacerlo ahora cuando la justicia les da la razón. Y la respuesta del expresidente Uribe no deja de ser muy particular, más aún cuando su movimiento se ha hecho, prácticamente, alrededor de su figura y su liderazgo.

Falta ver si el Centro Democrático acoge el consejo de su máximo jefe, o si prefiere apostarle a la cara de Uribe para identificarse en las próximas elecciones. Algunos suspicaces le auguran poco éxito al uribismo en las elecciones del próximo 25 de octubre, y por eso afirman que Uribe no quiere aparecer como partido perdedor en el tarjetón.