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Sergio Fajardo. | Foto: David Estrada / SEMANA

ANTIOQUIA

El corregimiento al que Fajardo no pudo ir por razones de seguridad

Sergio Fajardo se declaró “frustrado” por no poder ir a Ochalí, en Yarumal, pues dijo que el Ejército no estaba en capacidad de brindarle seguridad. Esta es la realidad de la zona que desconocía Fajardo.

7 de abril de 2015

Un soldado experto en antiexplosivos del batallón de Ingenieros No. 4 Pedro Nel Ospina dice haber visto compañeros dejar las piernas en los matorrales más inesperados de Yarumal, en Antioquia. Los ha visto sangrar y llorar de dolor mientras él, con la paciencia de un cirujano, intenta desactivar los explosivos.  
 
Parado al borde de una carretera, este hombre reconoce que la tropa no puede abandonar ocho días una torre de energía porque aparecen los explosivos debajo de la tierra. “Si nos vamos de aquí, lo que hacen es enterrar un cilindro a dos metros de profundidad. Luego lo cubren de maleza. Con el paso del tiempo, de los meses, vuelven a instalar los dispositivos que les hicieron falta”, dice.
 
Ese mismo soldado se ha encontrado por las montañas del corregimiento de Ochalí, jurisdicción de Yarumal, minas que no pueden ser descubiertas ni por perros ni por detectores de metales. “Están envueltas en muchas bolsas de plástico que no les permiten a nuestros perros encontrarlas. Lo que hacen es destruir el detonador, y lo reenvasan en jeringas de plástico para que no generen señales”.
 
El gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo Valderrama, tenía justamente programada una visita a Ochalí el miércoles próximo. Pero desde su cuenta de Twitter dijo: “Frustración. Miércoles vamos a los corregimientos Ochalí, Cedeño y Llanos de Cuivá en Yarumal. ¿Por qué frustración?”. Minutos más tarde trinó: “No iremos a Ochalí. El Ejército y la Policía no están en capacidad de darnos apoyo en seguridad para el viaje en ese momento. Lástima”.
 
Lo que se podría interpretar como un reclamo de Fajardo a las Fuerzas Militares fue aprovechado por el expresidente Álvaro Uribe para lanzar desde su red social uno de sus acostumbrados dardos: “Desde hace 4 años denunciamos regreso del terrorismo a Ochalí, área de Yarumal, Gob Fajardo denuncia no poder ir”.
 
Pero la historia tiene más matices. El mensaje de Fajardo parecía desconocer que tropas del batallón Bajes, de la IV Brigada, llevaban varios días desactivando minas antipersonal para garantizar que tanto el gobernador como su comitiva pudieran visitar con tranquilidad una zona vasta y compleja por el incalculable número de artefactos explosivos sembrados.
 
El mayor general Leonardo Pinto, comandante de la Séptima División, recordó horas después que este año las autoridades han incautado en el territorio 1.382 kilos de explosivos y han desactivado 378 minas. Para llegar a Ochalí y asegurar el perímetro, el Ejército puede demorarse entre tres y cuatro días. De hecho, en las operaciones que se comenzaron a ejecutar con ocasión de la visita de Fajardo, los soldados desactivaron 15 minas antipersonal, dos de ellas de alto poder. “Nosotros sabemos que tenemos que avanzar, pero también tenemos que proteger las vidas de nuestros soldados, que valen tanto como la de los demás ciudadanos”, dijo Pinto. El año pasado, agregó el oficial, dos de sus hombres murieron al pisar estas minas.
 
El peso que ha dejado el conflicto en Ochalí no data de cuatro años atrás, como lo sugirió el expresidente Uribe. La zona montañosa de este corregimiento, bañado en sus faldas por el río Espíritu Santo, es un fortín histórico del frente 36 de las FARC. Ochalí limita al occidente con Briceño, una parte de Toledo y otra de San Andrés de Cuerquia, esto es, el área de influencia de la Hidroeléctrica Pescadero Ituango.
 
La guerrilla lleva más de 30 años escondiéndose por entre los filos de esta zona remota de Antioquia, cuidando cultivos de coca. La táctica del frente 36, comandado por alias “Román”, ha sido la de regar artefactos explosivos por doquier para frenar las tropas, que en todo caso no hacen presencia de manera permanente, sino que se mueven a través de operaciones específicas, según lo aseguró el general Pinto.
 
Quienes recientemente han visitado la zona poblada de Ochalí dicen que incluso ahora se puede percibir más presencia del Estado y que los pobladores se sienten más protegidos, excepto por las minas instaladas en las zonas a campo abierto. Hace unos años era imposible caminar por las calles del corregimiento sin permiso de la guerrilla. Y una década atrás, ir hasta allá era enfrentarse a una condena a muerte. El 17 de enero del año 2000, miembros de las AUC ejecutaron a nueve campesinos en Ochalí, cuatro en La Quiebra, dos en El Llano y uno en La Rivera, que son poblados aledaños.
 
Aunque ya no estamos en esos tiempos, el Ejército está obligado a desplazarse con sigilo y método para no caer en campos minados. Para el próximo lunes, prometió Pinto, sus hombres ya habrán avanzado lo suficiente como para garantizarle la seguridad al Gobernador Fajardo. Así de vasta y compleja es la operación.