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Aprender a competir

Este viernes, Gaviria y los industriales se van a cantar la tabla en Cartagena, en un debate cara a cara sobre la competitividad de Colombia.

13 de septiembre de 1993

ESTA SEMANA, CARTAGENA va a ser escenario de un evento, sin duda, sui generis. El presidente César Gaviria, su equipo económico y los principales industriales del país, se van a encerrar a hablar duro y con franqueza sobre los problemas de la apertura, y en particular sobre cómo mejorar la competitividad internacional de la industria colombiana. La reunión es el resultado de una vieja idea del ministro de Desarrollo Luis Alberto Moreno, quien contrató hace ya varios meses a una prestigiosa firma consultora de los Estados Unidos, la compañía Monitor, cuyos ejecutivos llegaron a Colombia hace varias semanas y se dedicaron a encuestar a más de 150 cabezas de empresas de los más variados sectores de la industria nacional.
Para los consultores, está claro que el país tiene grandes ventajas comparativas para competir en el mercado mundial. En eso coinciden con decenas de analistas. Pero en lo que están en desacuerdo es que esas ventajas sean, por sí solas, suficientes. Un buen ejemplo de lo que se tiene y de lo que hace falta lo da la industria de las flores. Si bien está claro que hay mano de obra barata y buenas condiciones climatológicas, con lo cual Colombia se ubica, a la hora de competir, en una posición de partida mucho más cómoda que, por ejemplo, su gran competidor en este campo que es Holanda, hay otras condiciones como la falta de infraestructura aeroportuaria, la escasa demanda local y, sobre todo, la falta de una estrategia moderna de exportaciones, que atentan de manera permanente contra la competitividad de este sector. En términos generales. la enfermedad que más aqueja a buena parte de los sectores exportadores es que, sin las anteriores condiciones, es muy difícil enfrentar un mercado internacional cada vez más sofisticado.
Según los investigadores, el cuadro que Colombia presenta es el típico de un país que por décadas estuvo sometido a la política de sustitución de importaciones. Como su mercado interno es muy pequeño, los sectores más desarrollados son los de ciertos productos básicos como el petróleo y los minerales, o aquellos de bienes de consumo de procesamiento relativamente simple, como el café y ciertas manufacturas. Pero en sectores más complejos, como el transporte, las telecomunicaciones, el sector energético y electrónico, así como en ciertas áreas de intermediaeión y negocios, el país aún está en pañales.
Es posible que a largo plazo, la apertura permita que la economía se vuelva más compleja y eso se refleje justamente en que los sectores exportadores adopten estrategias más sofistieadas, pero según los investigadores, sería un grave error sentarse a esperar que esto se produzca. Los consultores encontraron que si algo puede estar fallando, es la cooperación entre el Estado y el sector privado. Y no se trata de acordar subsidios.Los industriales se equivocan cuando solo piden eso, y los altos funcionarios oficiales se equivocan cuando los rechazan sin ofrecer alternativas de cooperación. La encuesta demostró que a la hora de buscar asesoría, sólo el cinco por ciento de los industriales la encuentran en entidades oficiales, un 13 por ciento en sus propios gremios y la inmensa mayoría acude a sus competidores más amigables. El ejemplo de países como Corea del Sur es que el Estado, más que brindar subsidios, facilita recursos para proporcionar asesoría. Y algo similar deben hacer los gremios: en vez de limitarse a presentar memoriales de agravios, deben ofrecer a sus asociados permanente información, actualización y recursos de investigación y modernización. Un modelo ideal de cooperación sería, segun el estudio, que el Gobierno ofreciera más transporte, más energía y más telecomunicaciones, que el sector privado mejorara su conocimiento sobre el manejo de costos, y sobre sus competidores y consumidores; y que juntos se dedicaran a emprender proyectos para mejorar la calidad de los recursos humanos que necesitan, y, en general, a investigar más sobre los productos y el mercado que enfrentan. Es difícil predecir si estas nuevas reglas del matrimonio Estado-sector privado serán pactadas este fin de semana en Cartagena. Pero en cambio, es fácil anunciar que si no se avanza en ese sentido, el país podrá estarle apostando al fracaso de la apertura.