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¿`ARETE' DE FANTASIA?

Las confesiones de Carlos Alzate Urquijo lo convertirían en el mayor criminal de la historia colombiana, pero no le darian en ningún caso más de 10 años de cárcel.

16 de mayo de 1994

AL PRINCIPIO FUE LA CHIva del año. La reportera Gloria Congote del noticiero QAP acordó por medio de la Fiscalía General de la Nación una entrevista con Carlos Mario Alzate Urquijo, alias 'Arete', uno de los más peligrosos criminales del cartel de Medellín. Las declaraciones de Alzate Urquijo no pudieron ser más espeluznantes. Sin que le temblara la voz confesó: "Me autoincrimino y asumo la responsabilidad del atentado del avión de Avianca. El atentado era contra el presidente César Gaviria, de quien el cartel de Medellín tenía conocimiento de que viajaría en ese vuelo". También se responsabilizó del atentado terrorista a las instalaciones del DAS: "Este atentado se hizo contra la extradición y contra el general Maza Márquez". En estas dos acciones 'Arete' habría ordenado la muerte de por lo menos 200 personas: 107 del avión de Avianca y las demás en el acto terrorista al DAS.
El jueves pasado en la noche todo estaba listo para que QAP divulgara la noticia, pero sus directoras, María Elvira Samper y María Isabel Rueda hicieron un análisis jurídico y cayeron en la cuenta de que la ley de Orden Público, dictada el año pasado prohibía pasar al aire este tipo de entrevistas. La chiva se frustró en su forma, mas no en su fondo, pues aunque los televidentes no pudieron escuchar de viva voz la confesión de 'Arete', el contenido de ésta sí se divulgó. El alcance de la noticia iba más allá del impacto de su divulgación, de por sí horrorizante, por las revelaciones del narcoterrorista.
En efecto, dentro de la agria disputa del fiscal general de la Nación, Gustavo de Greiff, con el gobierno colombiano, el hecho de que 'Arete' confesara ser el organizador material, por orden de Pablo Escobar, de la voladura del avión de Avianca en 1989, parecía darle la razón a De Greiff, quien hace apenas dos semanas soportó duras críticas por haber enviado una carta al juez Sterling Johnson, encargado del proceso que adelanta la justicia estadounidense contra Dan Denys Muñoz Mosquera, alias 'La Quica', en la que le informaba que no existe evidencia que vincule a Muñoz con ese atentado terrorista.

DUDAS EN MAZA
Pero el efecto buscado por la Fiscalía al contribuir a revelar la confesión del 'Arete' se frustró. Primero, porque buena parte de las críticas que se ganó el Fiscal por su carta al juez del caso de 'La Quica' no estaban dirigidas tanto a que éste fuera o no culpable de la voladura del avión de Avianca, como al hecho mismo de que el Fiscal saliera en su defensa. Y segundo, porque, aparte del horror, las declaraciones de 'Arete' despertaron una profunda incredulidad. Nadie entendía muy bien por qué de la noche a la mañana había optado por echarse al hombro buena parte de los más espantosos crímenes cometidos por la organización narcoterrorista de Pablo Escobar.
El primero en salir a cuestionar la veracidad de lo dicho por el narcoterrorista fue el general Miguel Maza Márquez, quien era director del DAS por la época de esos atentados. El hoy candidato presidencial señaló que la declaración de 'Arete' "no es veraz". "Se ve -agregó- que le dieron un guión, una cartilla para que dijera las cosas". Maza aportó una información que haría pensar que, más que 'Arete', detrás del atentado habría estado otro hombre de confianza de Escobar: "Cuando se produjo el atentado al DAS, Pablo Escobar se enteró de que yo no había muerto y llamó a su lugarteniente, a quien apodaban 'Pinina' y se puso muy bravo. 'Pinina ' le contestó: 'Doctor, le pusimos todo el calor que se necesitaba. Sin embargo, las cosas no se dieron".
Dudas como las anteriores generaron el aparente absurdo de que cuando por fin uno de los principales jefes del ala terrorista del cartel se decidía a confesar algo más que el envío de pequeños cargamentos de drogas o crímenes menores, nadie le creyera. La explicación de este escepticismo parece estar en el hecho de que muchos colombianos han perdido todo nivel de ingenuidad después de una década de guerra a muerte y de cinismo por parte de los narcoterroristas. El comentario típico al día siguiente de las espectaculares revelaciones de QAP era: "¿Qué será lo que se traen entre manos estos hombres ahora?".

PENA MENOR
La verdad es que tanto pedido de perdón, tanto altruismo y tanta generosidad, viniendo de alguien como 'Arete', puede obedecer, según fuentes de los organismos de inteligencia del Estado, más al deseo de favorecer a algunos amigos que al de colaborar con la justicia.
En efecto, mientras para 'Arete' confesar un delito que implica una pena de 30 años como base para la negociación de rebajas da el mismo resultado que confesar varios, pues en todo caso esos 30 años son la pena máxima, para otros narcoterroristas del cartel quedar exonerados por cuenta de la confesión de `Arete' es un favor que le agradecería a éste toda la vida. Un favor que él podría hacerles sin mayores sacrificios en cuanto a sus años efectivos de prisión, que serían unos 11 -de los cuales ya cumplió cerca de uno y medio -porque tendría derecho a rebajas por confesión, colaboración y delación, y posiblemente- tal y como lo han pedido sus abogados -por solicitar una sentencia anticipada en su proceso, todo ello sin contar con la reducción por trabajo y estudio en la cárcel (ver cuadro).
El anterior cálculo de cerca de 11 años, realizado por SEMANA con la ayuda de algunos penalistas, corresponde al más conservador, pues si se aplicaran las rebajas máximas a que podría tener derecho 'Arete', el resultado podría ser que, después de un año largo que lleva en prisión desde diciembre de 1992, ya no le queden más de dos, algo que resultaría definitivamente escandaloso para quien se autoincrimina de los peores crímenes de la historia del país, por cuanto apenas pagaría el equivalente a una condena por un delito financiero menor.
Esta puede ser la clave de la sorpresiva confesión de Alzate Urquijo. Pero también puede serla para acabar de convencer a la opinión de la urgente necesidad de reformar un Código de Procedimiento Penal que el gobierno y la Fiscalía promovieron en el Congreso, y que hoy está a punto de deslegitimar sin remedio y por muchos años la política de sometimiento en la que tantas esperanzas se habían puesto como mecanismo eficiente para enfrentar judicialmente a las organizaciones del narcotráfico. -