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Arranca la campaña

Luego de la aprobación en el Congreso el referendo sale a las calles. Alvaro Uribe se juega su popularidad por el 'Sí'.

7 de diciembre de 2002

El presidente Alvaro Uribe lleva todo este año que termina en campaña. Primero fue la carrera hacia la Casa de Nariño y ahora el 'Referendo contra la Corrupción y la Politiquería'. La semana pasada el Congreso aprobó el proyecto y es cuestión de tiempo para que los colombianos vayan a las urnas no a votar por personas sino por artículos. El presidente Uribe ha dejado en claro que el referendo es para él un punto de honor.

¿Cómo se perfila esta campaña comandada por el Ejecutivo?

Con excepción de algunas escaramuzas menores, la aplanadora uribista arrasó en el Congreso con cada punto del proyecto de referendo. A pesar de que el proyecto está en estos momentos en conciliación no se esperan grandes sorpresas. Al fin de cuentas son los presidentes de Cámara y Senado, ambos uribistas, los que escogen a los miembros de la comisión que determinará el texto final del referendo antes de seguir al control constitucional.

El gobierno logró su cometido: hizo acuerdos con los liberales serpistas y los independientes; le introdujo nuevos artículos contra el déficit fiscal, y, ante cualquier conato de rebeldía, reaccionó el propio primer mandatario para sofocar y realinear sus mayorías. Es más, cuando fue necesario sabotear los debates parlamentarios, las bancadas aprovecharon el reglamento o abandonaron el recinto ante los reclamos de las minorías opositoras.

El presidente Uribe salió del Congreso con su referendo bajo el brazo. Llegó el momento de la verdad: cómo conseguir los seis millones de votos necesarios para que las reformas se conviertan en realidad. Para esto el círculo más interno del jefe de Estado volverá a hacer lo que hizo bien este año: despertar el fervor de la gente.

Mercadeo politico

La mejor arma del gobierno en esta nueva campaña es el propio Presidente. Los índices de popularidad del primer mandatario son altísimos y la luna de miel con los colombianos no pareciera tener fin en el corto plazo. Con un 74 por ciento de favorabilidad y una sensación generalizada de optimismo, es el mejor momento para refrendar la legitimidad.

Porque eso es precisamente lo que el gobierno busca. Un apoyo electoral masivo al referendo le insuflará mucho más aire y margen de maniobra a una administración que los tiene de sobra. Y despejará el camino para los duros sacrificios económicos que se avecinan en los próximos años para el grueso de la población colombiana. Además le dará más tiempo para que la estrategia de seguridad y los nacientes diálogos de paz den sus frutos. En resumidas cuentas, si el referendo cuenta con una masiva aprobación en las urnas Alvaro Uribe se convertiría en el presidente que "reformó la política".

El mensaje del gobierno será claro: vote el referendo para acabar con la corrupción y la politiquería. Sin embargo, a pesar del desprestigio de la actividad política entre el ciudadano del común y de la confianza en el primer mandatario, ir a votar sin el estímulo de la competencia sigue necesitando de ganchos más fuertes que, por ejemplo, la limitación de las pensiones o la reducción del Congreso.

Sin los atractivos iniciales de la revocatoria del mandato a los congresistas, el referendo tuvo que pasar su sex appeal a otros puntos como la congelación del gasto público y la penalización de la dosis personal de droga. Claro está que en los debates del Congreso el gobierno movió bien sus fichas al introducir la casilla del voto en blanco y la votación en bloque. De esta manera no sólo estimula a las personas a votar aunque discrepen del gobierno para conseguir el mínimo de sufragios necesarios sino, que también facilita una votación más rápida.

No obstante la campaña del presidente Uribe por el referendo ya comenzó hace rato. Desde su radicación el mismo día de su posesión el primer mandatario ha mantenido el proyecto dentro de los primeros lugares de su agenda de gobierno. En cada consejo comunitario que dirige habla de los puntos del referendo: "Miren lo que cuestan las personerías; con esa plata podríamos hacer cosas", dice el presidente Uribe. Para Jorge Iván Bonilla, profesor de la Universidad Javeriana, "los consejos comunitarios, aunque no parecen ceñirse a las teorías tradicionales de mercadeo político, son ciertamente una estrategia de comunicación política efectiva".

El enemigo por derrotar

Por otra parte, la inclusión de la prórroga por un año del mandato de alcaldes y gobernadores es un fuerte empujón a la aprobación del referendo. El gobierno convirtió así a 1.000 alcaldes y 32 gobernadores en jefes de debate por el 'Sí' en sus regiones. En medio de la aplicación de la ley de ajuste fiscal y de las dificultades presupuestales un año más no le cae mal a ningún mandatario local. Esta jugada tiene su otra cara: cambiar las reglas del juego electoral seguramente molestará a los grupos políticos locales que no están gobernando y que buscarán que ese punto no salga. No obstante, el presidente Uribe ya ganó al incluir el punto en el texto.

Desde ya se están preparando las baterías oficiales de promoción y publicidad para movilizar millones de personas en una elección sin personas ni enfrentamientos. Los medios masivos de comunicación serán el escenario en el que el gobierno buscará derrotar el mayor enemigo contra el referendo: la abstención.

No es casualidad que ésta haya sido la bandera escogida por el bloque de 10 senadores opositores al referendo, entre los que se cuentan Carlos Gaviria, Piedad Córdoba, Jorge Robledo, Jaime Dussán y Jesús Piñacué. En un comunicado estos congresistas manifestaron que el referendo "no es un instrumento democrático y rememora de modo patético los que usaron, para los mismos fines, los más caracterizados regímenes totalitarios de Europa y América Latina".

La estrategia de los opositores es clara: "La batalla no está entre el sí y el no, la que vamos a luchar será a favor de la abstención", dijo a SEMANA el senador Robledo, del Moir. Sin embargo el movimiento en contra del referendo está aún muy incipiente y concentra sus fuerzas en los sectores sindicales y de izquierda. Por otra parte, la senadora Piedad Córdoba está a la espera de una aprobación de la Registraduría para una campaña en contra de la aprobación del referendo. A pesar de que este bloque parlamentario está pidiendo garantías al gobierno la pelea será desigual, en especial, ante la gran capacidad de movilización de recursos del Estado.

Los opositores al referendo se enfrentarán a una corriente masiva a favor del proyecto. Según la encuesta Gallup de noviembre, 60 por ciento de los colombianos votaría por el referendo y artículos como el de la penalización de la dosis personal cuentan con respaldo del 69 por ciento. De otro lado, apoyar el referendo no se traduce automáticamente en votos efectivos.

Sobre todo si se tiene en cuenta la longitud y pesadez del texto del referendo. Antes de la conciliación legislativa, el proyecto tiene unos 18 puntos. Esto implica que el votante tendrá que manejar un tarjetón grande y engorroso.

Además, según Aurelio Irragorri Valencia, secretario privado de la Registraduría Nacional del Estado Civil, esta entidad ha estimado en 30 minutos el tiempo que una persona se tomaría en leer el referendo y votarlo frente a los cinco minutos de una elección normal. Esto preocupa a la Registraduría ya que podría verse obligada a ampliar las mesas de votación con los correspondientes gastos.

El referendo es una realidad. En el primer semestre del año entrante los colombianos votarán un largo y variopinto texto de reformas fiscales, políticas, pensionales y jurídicas. Sobre los hombros del presidente Alvaro Uribe recae todo el peso de la movilización de más de seis millones de votos y será contra su capital político que se girarán estos cheques. La votación del referendo es, al fin y al cabo, una excelente oportunidad para evaluar hasta dónde el discurso de la democracia participativa ha calado entre los colombianos.