Home

Nación

Artículo

| Foto: Cortesía Agroarte y No Copio

MEDELLÍN

Por qué nadie debería olvidar el nombre del joven que asesinaron en el concierto por la vida en Medellín

A Yasser Alberto Murillo Granados, de 17 años, lo mataron en un concierto en el que unas 4.000 personas querían marcar un precedente y enviarle este mensaje a la ciudad: que los asesinatos no se vuelvan paisaje.

José Guarnizo
16 de octubre de 2017

La escena que quedó plasmada en la fotografía es dramática, parece un cuadro de Goya. A Yasser Alberto Murillo Granados, que luce inconsciente, lo están subiendo, entre varios jóvenes, a una ambulancia. Por el brazo izquierdo de Yasser escurre la sangre, gotea el paso salvaje de varias puñaladas y heridas con machete.

Yasser, que apenas había cumplido 17 años, lleva una mínima pantaloneta. La camiseta está empapada de esa misma sangre que se escapa irremediablemente. Tiene los ojos cerrados, agoniza. O ya ha muerto. Alrededor todos quieren hacer algo, ayudar a cargarlo, acortar el tiempo para que llegue el auxilio. Hacia el flanco izquierdo de la foto y detrás de la multitud hay un niño, un niño que parece no creer lo que está viendo.

La foto es impublicable porque Yasser era un menor de edad. También por respeto a su familia y porque a Yasser, aún muerto, nadie le debería robar su dignidad.

Sin embargo, esa foto tan visceral tiene el poder de sacudir hasta el alma más insensible. Esa foto podría sacar del letargo a una ciudad e impulsarla a que haga algo. Porque esa foto es ante todo una denuncia, un espejo pavoroso en el que Medellín, donde este año ya se han cometido 437 homicidios, debería voltearse a mirar.   

El asesinato de Yasser ocurrió el sábado a las 7:15 de la noche, en el parque cementerio San Lorenzo, justo donde a esa hora se arremolinaban unos 4.000 jóvenes que querían mostrar su indignación frente a los asesinatos que se han venido cometiendo en esa ciudad. De hecho, el evento, promovido por la campaña #NoCopio, tenía el propósito de hacer ruido frente a que nada, absolutamente nada, justifica el homicidio.

Puede leer: Dolor y repudio por el asesinato en Medellín de un joven en medio de un evento por la vida

Pero de golpe, cinco hombres irrumpieron en el concierto, allí donde Yasser buscaba refugio. Lo venían persiguiendo. En ese momento, sobre la tarima estaba tocando la banda Niquitown. Don Vito, uno de sus integrantes, contaría después que antes de ese momento el ambiente estaba muy tranquilo. "Se sentía un aire de mucha solidaridad y un interés de que todo fuera muy bonito. Fue muy teso porque justo cuando terminamos una canción se subió a la tarima alguien y nos dijo que esperáramos porque algo estaba pasando". 

Desde el escenario, Don Vito alcanzó a ver la agresión. "Vimos que al lado de la tarima estaban atacando y golpeando a un joven que había llegado ahí. Lo tumbaron, cayó contra una reja justo frente al escenario. Y vi que otra persona desde el otro lado de la reja lo atacaba y le clavaba puñaladas".

Todo sucedió muy rápido. Los atacantes se fueron y los organizadores auxiliaron a Yasser mientras llegó la ambulancia. Y fue en ese momento en el que alguien tomó la fotografía. El promotor de la campaña #NoCopio, Lukas Jaramillo, se subió a la tarima y, con la voz entrecortada, al borde del llanto, hizo un llamado a perseverar, a no dejar que la muerte fuese el último mensaje que calara en un evento que buscaba celebrar la vida.

La intervención de Lukas quedó grabada en este video:

“El último suspiro de vida del muchacho se quedó entre nosotros y también el dolor de tener que despedir un ciudadano que, aunque pudo haber cometido errores, no merecía ser asesinado. Se especuló mucho: que había robado, que venía de una riña, que era un problema familiar. Y ante cada posible razón que algunos dieron y otros pidieron y piden ante esta muerte absurda como todo asesinato nosotros repetimos: no pregunte por qué lo mataron. ¡Nada Justifica el Homicidio!”, dice un comunicado de la campaña #NoCopio.

Los organizadores –dice el documento- habían solicitado acompañamiento permanente de la Policía. “Y justo en el momento en que persiguen y atacan al muchacho no están los uniformados para reaccionar en su protección. Estábamos, sí, unas 4 mil personas que pensábamos, al principio, que se trataba de un performance más para llamar la atención con arte. Pero no, esta vez la sangre fue real, como el llanto de nuestras almas que querían sonar más fuertes ante la violencia pero que se detuvieron por un instante ante el horror”.

Yasser falleció en la clínica. Estaba sin familia o conocidos, solo acompañado por un integrante de #NoCopio, quien, antes de cerrarle los ojos y desearle buen viaje, le habló para agradecerle su vida. “Le demostró que -aunque aún todavía ni sabíamos su nombre- también su vida y su muerte son nuestras”, dijeron los de la campaña.

Y es que durante el sábado y el domingo, el cuerpo de Yasser no había sido identificado. En los medios de comunicación registraron el homicidio de un muchacho de entre 25 y 30 años. No se sabía ni si quiera que era menor de edad. Pero ese joven tenia un nombre: Yasser Alberto Murillo Granados. Uno que Medellín nunca debería olvidar si quiere parar la sangre.