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Caso Surtifruver: el socio asesino

Con un inesperado desenlace terminó la investigación por la muerte del dueño de la cadena de almacenes de alimentos. Así llegó la justicia a identificar al responsable.

9 de septiembre de 2017

Pocos establecimientos comerciales ganaron en tan poco tiempo el reconocimiento de los bogotanos como Surtifruver. La historia de su propietario y fundador se había transformado en un ejemplo para los jóvenes empresarios. No era para menos.

Alfonso Orjuela llegó a la capital hace 30 años en compañía de sus padres y hermanos desplazados por la violencia. Trabajó de mensajero en el supermercado de un tío en Chía, en donde le arrendó un pequeño espacio del local para vender frutas. Así comenzó el que se convertiría en un reconocido emporio.

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Esta historia de lucha y superación era bien conocida, así como la amabilidad y sencillez de Orjuela. Por eso en octubre de 2016 su asesinato a manos de sicarios, cuando acudió a una cita en el norte de Bogotá, causó un gran impacto y acaparó la atención de la prensa. Los testigos del crimen aseguraron a las autoridades que observaron que una pareja se acercó hasta su vehículo, y de un momento a otro la mujer sacó un arma y le disparó en el pecho y la cabeza.

Orjuela no tenía enemigos ni había recibido amenazas. Aunque inicialmente una de las hipótesis de las autoridades señalaba que el motivo del crimen podía estar relacionado con su negativa a pagar una extorsión, la semana pasada la Fiscalía capturó a quien acusa de ser el autor intelectual del asesinato. Para sorpresa de familiares y amigos de Orjuela, el sindicado resultó ser nada más y nada menos que un socio suyo, Mauricio Parra.

Los investigadores basaron su trabajo en pruebas técnicas. Al analizar el celular de Orjuela pudieron determinar en qué lugares había estado y cuál había sido su recorrido el día que perdió la vida. Con esos datos realizaron un cruce con miles de números hasta lograr hacer un filtro. Allí apareció la primera pista. El celular de Parra aparecía emitiendo señal a pocas cuadras del lugar del crimen, a la hora exacta del asesinato.

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Esto les permitió a los sabuesos enfocarse en este hombre, pues ya en algunos interrogatorios había negado estar cerca del lugar donde murió su amigo. Sin embargo, la evidencia técnica demostraba otra cosa. Por eso comenzaron a investigar con quién se había contactado Parra, lo que los llevó hasta una mujer con la que había hablado insistentemente en los días previos al crimen.

Al investigarla los hombres de la Fiscalía descubrieron que unas semanas antes había creado un perfil falso en una red social, por medio del cual había establecido contacto con el dueño de Surtifruver. Al cabo de algunos días había ganado su confianza, a tal punto que lo citó en el lugar donde lo esperaban los asesinos.

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Según la Fiscalía, la investigación determinó que Parra tendió esta trampa y contrató sicarios porque Alfonso Orjuela le había notificado su intención de terminar la sociedad que tenían en un cultivo de arándanos, lo cual dejaba en serias dificultades económicas a Parra.

Dicen los investigadores que con mucha sangre fría, y sin pensarlo mucho, Parra sencillamente decidió que la mejor y la única forma de evitar su quiebra era eliminar a su socio y amigo. Durante meses pensó que su maquiavélico crimen había funcionado. Sin embargo, el lunes de la semana pasada cuando se disponía a salir del país, funcionarios de la Fiscalía lo detuvieron en el aeropuerto y le notificaron de su arresto, sindicado por homicidio agravado. Los dos sicarios quedaron grabados en video al momento del crimen y aún los buscan las autoridades. Por ahora, el hombre que asesinó a su socio por un puñado de pesos espera tras las rejas para conocer la condena que deberá cumplir por mandar matar a su amigo.