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Toda una paradoja: a Mauricio González, quien hizo parte del sanedrín de Uribe, le tocó darle al país la noticia de la caída del referendo. A pesar de que él votó en contra. La Corte en pleno lo acompañó.

CORTE CONSTITUCIONAL

Así cayó el referendo

La historia hasta ahora no contada de lo que ocurrió en la Corte Constitucional en los quince días en que definió el futuro del país. ¿Cuáles son sus argumentos centrales?

27 de febrero de 2010

Cuando la Corte Constitucional comenzó la sesión en la que se tomó la histórica decisión de hundir el referendo, el magistrado Nilson Pinilla pidió la palabra. Quería dejar claro ante los otros ocho magistrados las razones por las cuales el día anterior lo había visitado en su oficina del Palacio de Justicia uno de los escuderos del presidente Álvaro Uribe.

La visita se había convertido en noticia de todos los medios de comunicación. Y disparó la tensión de sectores de la opinión informada que no entendían qué tenía que ir a hacer el secretario jurídico de la Presidencia, justo cuando la Corte estaba dándole las últimas puntadas al fallo que partía en dos la historia de Colombia y que debía decidir si el presidente Uribe podía seguir en el poder cuatro años más.

Pinilla les explicó que el secretario de Palacio, Edmundo del Castillo, fue a buscarlo sin cita previa a las 7:45 y no lo encontró. Que luego regresó a la 1 de la tarde y le habló de dos temas que no tenían nada que ver con el referendo: una demanda sobre el acuerdo de las bases militares con Estados Unidos y a expresarle su solidaridad por una denuncia que puso en su contra un magistrado del Consejo Superior de la Judicatura.

A todos, incluido Pinilla, les quedó la sensación de que el propósito del enviado de la Casa de Nariño era otro. Sobre todo si se tiene en cuenta que el caso de las bases militares no lo lleva Pinilla y que la denuncia en su contra fue interpuesta hace más de dos semanas. De todas maneras, cualquier suspicacia, sobre un posible intento de cambiar los votos se disipó por completo nueve horas después, cuando la Corte dio su veredicto y dijo que la ley que convoca al referendo no es exequible. Es decir, nada más y nada menos que el presidente más popular de los últimos tiempos en Colombia tendrá que dejar la Casa de Nariño en seis meses.

La decisión se tomó por mayoría 7 votos a favor de hundir el referendo y 2 en contra. Estos últimos, los de Jorge Pretelt y Mauricio González, considerados los hombres de confianza del presidente Álvaro Uribe en la Corte Constitucional.

Pero la visita de Edmundo del Castillo a la Corte no parece ser un hecho aislado. Más bien se sumó a una serie de extraños fenómenos que desde el miércoles pasado enrarecieron el sosegado ambiente que había reinado en la Corte para el debate del referendo.

Jueves de pasión
La Corte Constitucional había comenzado a discutir la ley del referendo hace apenas dos semanas y el debate se venía dando en un ambiente de armonía poco usual para la fase final de un proceso tan atropellado como fue éste. El vía crucis del referendo había sido largo. Comenzó dos años y cuatro meses antes, cuando el entonces secretario general del Partido de la U, Luis Guillermo Giraldo, anunció que comenzarían a recoger firmas. Luego, tras muchos tropiezos, fue aprobado en el Congreso. Y el 8 de septiembre llegó a la Corte para su estudio.

Los magistrados hicieron un sorteo para decidir quién escribía la ponencia que serviría de base para el fallo definitivo. Y lo ganó Humberto Sierra Porto, quien a pesar de ser el más joven es el que más tiempo lleva en la Corte -le tocó el examen del anterior referendo y de la otra reelección- y el único de los nueve miembros experto en el tema constitucional.

Cinco meses después de ser elegido ponente, Sierra Porto presentó un documento de 437 folios con el que pedía a la Corte tumbar el referendo por los vicios graves en que incurrió en el trámite que atentaban contra el corazón de la democracia. El jueves 11 de febrero, cuando la Corte comenzó el estudio del referendo, Sierra expuso los detalles de su ponencia y se hicieron evidentes dos cosas. Una, que Nilson Pinilla fue el que desde el primer momento y de manera más abierta mostró un absoluto acuerdo con la ponencia. Y la otra, que Jorge Pretelt fue el gran contradictor. Pretelt, ex vicerrector de la Universidad Sergio Arboleda y escudero del presidente Uribe, dio un debate con altura, según comentan conocedores de los intríngulis de la Corte. Pretelt, con Power Point en mano, defendía el trámite, y Sierra le contestaba con su Mind Manager (otro programa para organizar información).

Los temas estaban prácticamente agotados al comenzar la semana pasada. Tanto, que el miércoles en la mañana todos, incluido el propio Jorge Pretelt, consideraron que había suficiente ilustración. Estaban decididos a votar ese día y así lo dijeron. La decisión para ese entonces ya era clara, el referendo se caía por una votación de 7 contra 2. Pero de manera sorpresiva, en la tarde, el magistrado Mauricio González pidió aplazar la votación para el viernes porque, según les dijo, quería hacer una presentación final.

Nadie se explica qué pasó. Por qué González decidió dilatar la decisión. Lo único raro que ocurrió ese día fue que la Corte Suprema ordenó de nuevo la captura del primo segundo del presidente Uribe, el ex senador Mario Uribe. Ese caso, como se recordará, ha sido el detonante de los choques entre el primer mandatario y la Corte Suprema. Sería hilar muy delgado pensar que existe una relación entre una cosa y la otra. Pero lo cierto es que ese miércoles se comenzaron a dar hechos extraños en torno a la Corte y el referendo. Uribistas purasangre comenzaron a llamar a periodistas para intentar plantar rumores que pretendían desprestigiar a la Corte. Un reconocido candidato presidencial comentó que estaban "volteando" a dos magistrados. Un senador aseguraba que la votación ya la tenían 4-4. Y a otros más les dijeron que la Corte se había dejado comprar y que el fallo sería 5-4. El mensaje de varios de ellos era que sólo faltaba voltear a Nilson Pinilla. Y ¡oh sorpresa!, es precisamente a Pinilla a quien el secretario jurídico de la Presidencia visita el jueves a primera hora y decide hacerlo por la entrada del público general. ¿Con qué propósito, se preguntaban los magistrados. ¿Para que lo vea todo el mundo?

El viernes, la sesión final comenzó en un ambiente de crispación. Mauricio González empezó con una larga exposición. Prácticamente se tomó casi toda la mañana. Algunos de los magistrados no entendían bien cuál era el propósito, pues ya había suficiente ilustración. "Si quiere más debate, que diga", alcanzó a decir alguno.

Mientras tanto afuera crecía la tensión. Desde muy temprano el Palacio de Justicia estaba atestado de periodistas. Y a medida que se agotaban las horas, las especulaciones aumentaban. Se decía que el gobierno había cosechado votos entre el miércoles y el jueves. En varios medios, radiales y de Internet dijeron que González había pedido aplazar el debate para el lunes. "Voltean a la Corte", decían muchos. La incertidumbre creció a tal punto, que hacia la 1 de la tarde la propia Corte tuvo que sacar un comunicado negando que eso hubiera pasado. En él explicaban que tomarían un rato para almorzar y luego se volverían a sentar para concluir las deliberaciones y entrar a votar. Hacia las 5 de la tarde se filtró el resultado de la votación: 7 magistrados apoyaron el hundimiento del referendo contra 2 que pedían sacarlo adelante. El referendo estaba definitivamente sepultado.

870 días en vilo
A las 6:18 de la noche comenzó la rueda de prensa con transmisión por todos los canales de televisión del país. Por una de esas paradojas de la vida, a Mauricio González, quien fue escudero del presidente Uribe, le tocó leer el comunicado y responder las preguntas de los cerca de 70 periodistas.

El fallo tiene tres puntos para destacar. El primero, que la Corte acogió de manera integral la ponencia de Humberto Sierra que señala al menos 20 vicios en el trámite de la ley y seis de ellos graves. Por eso en la sentencia se habla de "cadena de vicios de inconstitucionalidad". Arrancó por el espinoso tema de la financiación de la recolección de firmas, cuyas cuentas turbias resultaron un vicio insalvable para la Corte. Al respecto la sentencia concluyó que los promotores se volaron los topes hasta en 30 veces en lo referente a aportes individuales y "una suma global que supera en seis veces lo permitido".

No fue menos demoledora la posición de la Corte frente al hecho de haberle dado trámite en el Congreso a la ley sin contar con el debido certificado del registrador. Certificado que éste a su vez no dio porque no habían cumplido con los requisitos de financiación. "Esa situación vició todo el procedimiento en lo actuado en el Congreso de la República", expuso al respecto González.

Otro de los eslabones de esa cadena de errores es el llamado cambio de la pregunta. La formulación que se les presentó inicialmente en la calle a las personas para que firmaran en pro del referendo sufrió una mutación en el Congreso. "El cambio de la pregunta en la Comisión Primera del Senado excedió las limitaciones que el principio de democracia participativa le impone a la labor legislativa". Y como para que no quedara la menor duda de la gravedad con la que la Corte observó los anteriores lunares cerró el aparte con una frase lapidaria: "Los vicios de trámite no son meras irregularidades, son violaciones sustanciales a los principios democráticos".

El segundo aspecto para destacar de este fallo es que tiene un efecto importante en materia de disciplina de partidos. Se sienta jurisprudencia para darle dientes a la ley de bancadas que hasta ahora más parece un canto a la bandera. La Corte consideró como un vicio grave que cinco congresistas de Cambio Radical votaran a favor del referendo, es decir en contra de lo que su partido había acordado. Ellos tenían la excusa de que se habían trasteado para la U un día antes de la votación. Pero para la Corte lo que importa es el partido por el que los eligieron. Y con la decisión abre la puerta no sólo para que sean sancionados los congresistas que incurran en estas prácticas, sino para que se caigan leyes en las que hayan sido definitivos este tipo de votos inválidos.

Y el tercer punto significativo del fallo es que a la ponencia de Sierra, que era ya lo suficientemente contundente, la Corte le sumó los vicios de competencia o de fondo. Es decir, recogió la herencia de la Corte Constitucional anterior, que a la hora de dar su fallo sobre la primera reelección del presidente Álvaro Uribe dijo que daba su permiso pero por una sola vez, porque si un presidente se mantenía en el poder en un tercer período consecutivo se desbarataba toda la estructura de pesos y contrapesos del Estado de Derecho. Y esta Corte, en su fallo del viernes, lo ratifica al decir que encontró que la ley del referendo "desconoce ejes estructurales de la Constitución Política como el principio de separación de los poderes y el sistema de frenos y contrapesos, la regla de alternación y períodos preestablecidos, el derecho de igualdad y el carácter general y abstracto de las leyes". En este punto, la posición de la Corte no fue tan unánime, la votación quedó 5-4. A los magistrados González y Pretelt se les sumaron Sierra y Pinilla, quienes históricamente han considerado que la Corte no se debe meter a estudiar esos asuntos.

A las 7 de la noche del viernes todo estaba consumado. Casi 870 días el país estuvo en vilo. Buena parte de la Nación tenía miedo de que se aprobara el referendo y Colombia comenzara a escribir una historia hasta ahora desconocida con visos de dictadura constitucional. Con el fallo de la Corte no sólo se salvó la democracia, y el Estado de Derecho triunfó sobre el Estado de Opinión, sino que salió fortalecido uno de los pilares fundamentales de esa democracia: la Corte Constitucional.