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Inés Carrillo dijo haber sido atacada por un hombre cuando abrió la puerta del negocio. | Foto: Archivo particular

JUDICIAL

Así se descubrió la mentira de la presunta víctima de ácido

Inés Carrillo no pudo sostener su mentira. Su hija y dos hijastros podrían ser procesados.

14 de abril de 2014

El país apenas se sobreponía de la indignación causada por el ataque con ácido contra Natalia Ponce de León cuando se conoció otro caso que encendió las alarmas: el ataque a una empleada de un negocio de comidas rápidas en la localidad de Bosa en el sur de Bogotá.

Era Inés Carrillo, quien, según su propio relato, había sido atacada supuestamente por una persona a la que no le vio la cara justo cuando abría la puerta del establecimiento de empanadas y sándwich donde se gana la vida. Su versión era conmovedora y contundente y despertó el rechazo de la sociedad.

Sin embargo, la Seccional de Investigación Criminal (Sijin) de la Policía de Bogotá emprendió una indagación en la que recopiló videos de cámaras de seguridad, hicieron entrevistas a familiares y vecinos del local y se realizaron interceptaciones telefónicas.

De las evidencias recolectadas en las interceptaciones nació la gran inquietud sobre si la mujer estaba mintiendo. En los audios, que ya fueron entregados a la Fiscalía como prueba plena, Inés da a entender que todo fue una farsa planeada para cobrar la recompensa ofrecida por las autoridades.

Inés no actuó sola. El plan para el cobro de la recompensa de 75 millones de pesos fue orquestado con su hija y dos de sus hijastros. Ellos, al parecer, creyeron que el dinero era para la víctima y no para quien entregara la información que condujera al atacante. Así lo dejan entrever varias entrevistas concedidas a medios de comunicación.

El pasado sábado todo el ‘teatro’ que tenían armado Inés y al parecer su familia se cayó. Con las pruebas, los investigadores le pidieron a la Fiscalía un permiso para hacerle una segunda entrevista a Inés, que se encuentra en el Pabellón de Quemados del Hospital Simón Bolívar. Allí, en presencia de un delegado del Ministerio Público, le mostraron los videos y los relatos recopilados. Inés no tuvo más remedio que confesar que había mentido. Lo hizo sin entregar las razones de su actuar.

Su testimonio fue corto: “Nadie me atacó”. Inés explicó que en el lugar tiene una repisa con los elementos de aseo donde hay cloro, limpia vidrios y químicos que ella misma compraba para desengrasar las paredes. En su caso, una mezcla entre amoniaco con ácido nítrico le cayó accidentalmente en el cuerpo. No obstante, hasta el momento Medicina Legal no ha entregado el dictamen de qué sustancia es.

Ahora la suerte jurídica de Inés y sus familiares está en manos de un fiscal al que la Policía le entregó todas las pruebas. Si es llamada a imputación podría ser acusada del delito de falsa denuncia.

El caso no es de poca monta, pues la conmovedora historia de Inés logró que el aparato de justicia y la Policía destinaran una gran número de personas para dar rápidamente con el culpable y que la prensa y la sociedad en general se movilizaran para pedir justicia en un caso que no es más que un abominable engaño.