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Así se vivieron los segundos de pánico dentro del bote que se hundió en Guatapé

Apenas comienzan a conocerse las historias de pavor que vivieron quienes se salvaron de morir ahogados cuando naufragó una embarcación turística. Siete personas fallecieron y hay dos mujeres que no aparecen.

26 de junio de 2017

Por: José F. Loaiza Bran*

Tres días después de la muerte bajo el agua los cuerpos salen a flote. Pero en las aguas frías se conservan como en una nevera y entonces tardan más en salir. En la represa de Guatapé, donde se hundió el barco El Almirante, podría pasar una semana sin que se tengan noticias de las posibles víctimas sumergidas. Tal vez más.

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Contra esa crudeza que describen los expertos forenses, 30 buzos, divididos en tres equipos de rescate, exploran la profundidad de la tragedia. Veintisiete metros debajo de la superficie, donde fue a parar la embarcación más grande de la empresa Asobarcos —con capacidad para 280 personas según estableció la Policía—, no se ven los objetos más allá de una distancia de 70 centímetros. Allí buscan todavía, entre la estructura de cuatro pisos a dos personas que quedan en la lista de desaparecidos: Aura Estella Barragán, de 62 años, y Érika Quinchía, de 35.

“Por uno solo mantendremos el esfuerzo. Se mantiene el objetivo que es el de paliar el sufrimiento a las personas que tienen seres queridos desaparecidos”, dijo Carlos Iván Márquez, director Nacional de la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres.

Si bien al principio no se tenía certeza de cuántas personas subieron al barco, sin una lista detallada de los pasajeros, el operario encargado de vender las manillas para abordar, dio a las autoridades la cifra de 161 turistas y cinco tripulantes. Siete personas que murieron en medio del agua ya fueron identificadas plenamente: Lupe del Socorro Cantor, Daniel Mora Ortiz, María Hilda Barragán, Edilma Barragán, John Jairo Palacios, Marta Nora Gómez y Valentina Jaramillo, hija del propietario de la empresa HJ Vallejo y Compañía Asobarcos Guatapé, también dueño de El Almirante, y hermana del capitán de la nave.

Los cuerpos fueron enviados a Medicina Legal y se cumplen los trámites para el traslado a sus lugares de origen, donde sus familiares les den el último adiós. Dos de las víctimas eran de Cundinamarca y una de Norte de Santander.

La publicación de los nombres de los desaparecidos sirvió para que la lista se fuera depurando a medida en que se reportaban a salvo. Solo el cuerpo de la señora Marta Nora fue rescatado en la mañana del lunes en el sitio del naufragio, a unos 300 metros del malecón de Guatapé, donde la Policía montó una plataforma con capacidad para cincuenta personas, que sirve para mantener los equipos de rescate sobre el barco hundido y es referencia para los helicópteros que sobrevuelan de manera permanente.

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No hay corrientes en la profundidad, de manera que los cuerpos no deberían desplazarse. Si no se encuentran en el registro de los cuatro niveles del barco, se ampliará la búsqueda a un radio de 50 metros, explicó el coronel Giovanny Buitrago, comandante encargado de la Policía Antioquia.

Un día después del naufragio, han comenzado a aflorar algunas de las historias de este infortunio. Valentina, de 20 años, atendía en la tienda, a bordo del barco, en el primer nivel. Según testimonios de sobrevivientes fue la primera en correr asustada cuando el agua empezó a inundarlo todo, muy cerca de donde ella estaba. Aunque su hija, una bebé de brazos, alcanzó a salir en una de las lanchas que prestaron auxilio, ella no logró sobrevivir.

Parado en el malecón, consciente de su suerte, Juan Carlos Palacio, de Itagüí, cuenta que algo se quebró en el fondo de El Almirante al poco tiempo de haber partido. Él llevaba unas sillas para sentarse con su esposa en la punta del barco, en el nivel superior, a tomarse unas cervezas y mirar aquel paisaje de la represa, cuando sintió que el piso se desnivelaba; aunque alcanzó a sentarse con su mujer mientras sonaba música de mariachis, vino un crujido más fuerte y la gente rodó por el suelo. Arriba, todavía sin saber del agua entrando en el barco, también hubo caos.

“Había un muchacho en muletas, no sé qué pasó con él. Había mucha gente, ancianos, niños… la verdad fue una zozobra grande porque nadie tenía salvavidas”, recuerda.

Tomó a su pareja de la mano y la convenció de tirarse al agua, aunque ella no sabía nadar. Y aguantó segundos eternos, con ella colgada del cuello y en pánico en medio del agua, hasta que se acercó una lancha.

“La seguridad no me pareció. En una zona turística como es Guatapé, no tener medidas de control con tantos barcos… Cuando yo entré me atendió la muchacha mona que rescataron anoche muerta, le pedí dos cervezas, me las dio y me subí. Me cobró un niño de 12 años, subió hasta el cuarto piso porque yo estaba encartado con las cervezas”, relató.

No está clara la situación para Asobarcos. A pesar de un historial con incidentes y reparaciones que la Fiscalía se comprometió a analizar dentro de la investigación que apenas comienza, El Almirante tenía los papeles en regla, según el viceministro de Transporte, Alejandro Maya. Sin embargo la ministra de Comercio, Industria y Turismo, María Claudia Lacouture, publicó en su cuenta de twitter que se ordenó el cierre de la empresa porque no tenía el Registro Nacional de Turismo.

“Si tenían obligación o no de tener Registro Nacional de Turismo, ya es un tema jurídico y no me atrevo a dar declaraciones sobre esto”, explicó Marleny García, alcaldesa encargada de Guatapé.

Afuera del agua, en el malecón, junto la estatua de la Virgen del Carmen, en el malecón, han puesto flores con los nombres de cada una de las personas fallecidas. Dos familias esperan todavía por sus seres queridos.

*Periodista. Colaboración para Semana.com.