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Los problemas del Guaviare

El aumento de la violencia homicida, la consolidación de las disidencias de las Farc y el crecimiento de los cultivos de coca y de la deforestación forman parte de las conclusiones del estudio realizado por la Fundación Paz y Reconciliación sobre el posconflicto en Guaviare y el sur del Meta.

11 de noviembre de 2017

Cuando alias Iván Mordisco, comandante del frente Primero de las Farc, y una parte de sus tropas se apartaron de la agrupación guerrillera a mediados de 2016, la gran mayoría de los analistas y el gobierno nacional consideraron que esta disidencia no tendría futuro. Carecían del poder para absorber otras estructuras de las Farc que hacían presencia en Guaviare, Vichada, Guainía y el sur del Meta, ni mucho menos lograr un alcance nacional.

Con el tiempo esta percepción comenzó a cambiar. En diciembre de ese mismo año, alias Gentil Duarte, comandante del frente Séptimo de las Farc que operaba en San José del Guaviare y la región del río Guayabero, engrosó las filas de los disidentes cuando esta guerrilla lo expulsó de la organización. Siete meses después, alias Rodrigo Cadete desertó del proceso de paz y entró en la ilegalidad.

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Ahora la situación comienza a preocupar. Según el estudio realizado por la Fundación Paz y Reconciliación sobre el posconflicto en Guaviare y el sur del Meta, los grupos disidentes de las Farc que operan en esta región no solo han aumentado el número de sus miembros, sino que se han unificado. Iván Mordisco, Gentil Duarte y Rodrigo Cadete tienen a su mando 550 hombres, de los cuales se cree que 450 militaron en la agrupación guerrillera. Con la consolidación de este ejército ilegal, el Guaviare y el sur del Meta se convierten en el fortín de las disidencias, que podrían tener una proyección nacional si el Estado no toma cartas en el asunto.

Además, la investigación señala el aumento de la violencia homicida, debido al fortalecimiento de las disidencias y a la anarquía social surgida luego de que las Farc dejaron de operar en el Guaviare. Allí, esta guerrilla controlaba desde el consumo de alcohol hasta las riñas, pero una vez finalizado el proceso de paz quedó un vacío de poder que las instituciones del Estado no han copado. Esa situación aumentó la violencia y, por supuesto, los homicidios. En Guaviare hubo un incremento del 314 por ciento, al pasar de 7 casos entre enero y septiembre de 2016 a 29 en el mismo periodo de 2017.

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La Fundación Paz y Reconciliación también alerta sobre el aumento de los cultivos de coca y de la deforestación. En los últimos años, los cultivos de coca en Guaviare crecieron el 17 por ciento, cifra que demuestra que las estrategias del Programa Nacional de Sustitución de Cultivos no han sido del todo efectivas. Esto sucede, entre otras cosas, porque muchos cocaleros no ven rentable la sustitución de cultivos y porque los estímulos y subsidios a cocaleros no vienen acompañados de planes de obras de infraestructura que faciliten y abaraten los gastos de transporte.

Este crecimiento de los cultivos de coca aumenta la deforestación de la selva amazónica, y ese fenómeno ha crecido con la salida de las Farc. Antes esta guerrilla dejaba “tumbar una hectárea de selva cada 3 meses, de las cuales la mitad iba para hoja de coca y la otra para cultivos de pancoger. Desde que se fue, algunas familias han tumbado hasta 100 hectáreas en 3 meses”. Ahora el Guaviare aporta el 20,5 por ciento del área deforestada en Colombia.

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Las alarmantes conclusiones del estudio ponen de presente que si el Estado no adelante un plan para copar los espacios dejados por las Farc y perseguir a las disidencias, el Guaviare podría repetir la historia de Tumaco, y ese sería otro golpe para la puesta en marcha del proceso de paz.