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Las obras de la troncal podrían comenzar a finales de mayo, pero mientras no se terminen todos los frentes, se pueda acceder al centro y haya claridad de los beneficios, comenzar la obra sería un harakiri político de Samuel Moreno.

BOGOTÁ

¡Ay, la séptima!

Frente a las crecientes protestas y dudas que genera la construcción de la troncal ligera, la administración se encuentra en un dilema que la tiene entre la espada y la pared.

12 de marzo de 2011

La construcción de la troncal ligera de TransMilenio por la carrera séptima podría convertirse en la gota que rebose la paciencia de los bogotanos y genere una ola de protestas que pongan fin a la administración del alcalde Samuel Moreno. Por lo menos eso piensan algunos integrantes del gabinete distrital, que sienten cada vez más el desespero de los bogotanos por el ahogo en el que está la ciudad debido al lento avance de la Fase III de TransMilenio y las obras de valorización, además de la llegada de miles y miles de carros nuevos a las congestionadas calles de la ciudad.

El anuncio de que en mayo la carrera séptima entre calles 32 y 72 será cerrada para permitir el inicio de la troncal generó una fuerte polémica sobre la conveniencia de hacer la obra en un momento en el que entrar o salir del centro, ir al occidente o al aeropuerto o cruzar la calle 100 con carrera 15 son una prueba a la paciencia.

De hecho, organizaciones como la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá, Corposéptima y miles de personas en Facebook, Twitter e Internet han empezado a crear una masa crítica que se opone a la obra. Incluso, candidatos a la Alcaldía como Enrique Peñalosa, David Luna y Carlos Fernando Galán han usado este malestar como caballito de batalla para sus campañas o para tratar de explicar lo que ellos harían si fueran alcaldes.

Si en la ciudad hay un consenso, en el gabinete distrital hay división. Por una parte, TransMilenio y el IDU, entre otros, son los que más están presionando para que los trabajos comiencen. Y por otro, la Secretaría de Movilidad y miembros de la Alcaldía piden que se inicien una vez se hayan entregado todos los frentes de obra y se haya terminado el Mundial Sub-20, que se realizará en julio. Lo lógico es que empezar las obras signifique un suicidio para Samuel Moreno, pues se taponaría la única arteria que hoy permite entrar y salir del centro de la ciudad. El otro problema es que hay un contrato firmado para hacer la obra, algo difícil de reversar.

La verdad sobre la obra es la siguiente: las exigencias impuestas por la Secretaría de Movilidad en el Plan Vial son tan altas que le tomarán al contratista de dos meses y medio a tres cumplirlas. Entre estas se encuentran adecuar y estabilizar la avenida Circunvalar, en la que habrá contraflujo en las noches; las carreras quinta, 16 y 17, entre otras, que soporten el cierre de la séptima en este importante tramo. "La Secretaría de Movilidad es consciente de la necesidad de construir la obra, pero con la menor afectación posible de la movilidad y menor incomodidad para los bogotanos. Por eso impuso cincuenta condiciones al constructor para que inicie la obra", dijo Fernando Álvarez, secretario de Movilidad.

Pero primero se deben despejar todas las dudas, algo que no ha podido hacer la administración desde hace seis meses. Angélica Lozano, exalcaldesa de Chapinero y líder de laseptimaserespeta.com, un movimiento cívico, advierte que en esta avenida puede pasar lo mismo que con la calle 26, pues los diseños no están listos, los predios para el portal de la calle 100 ni siquiera se han comprado y no está claro el fin de la troncal, pues se va a hacer como una solución que complemente al metro, pero esta megaobra está en veremos. Por eso, piden que se pare.

Al respecto, Néstor Eugenio Ramírez, director del IDU, reconoce que el mayor problema que sigue teniendo es el desconocimiento de la gente y los temores a que ocurra lo mismo que en la Fase III. "Los diseños ya están terminados, y la gente debe saber que las obras van a mejorar la séptima, pues va a reemplazar 500 buses que circulan por hora en la vía por solo 72, que tendrán estaciones e irán hasta la calle 72, donde bajarán a tomar la Caracas. En una segunda etapa llegará a la 100, en donde faltan los predios para hacer el portal, y en una tercera fase deberá extenderse hasta la 170".

Para Ramírez, no hacer la troncal ligera es parar el Sistema Integrado de Transporte y la conexión de la carrera décima al norte, por eso, la obra se hará. La discusión sigue siendo el timing. "Lo que sí debe quedar claro es que la obra se va a hacer y no se modificará por una troncal pesada, como la que se había diseñado en la administración de Lucho Garzón, porque eso sí acabaría la vía insigne de la capital. Solo para hacerla habría que comprar 349 predios y tumbarlos. La mejor solución para ese corredor sigue siendo el metro", dijo Ramírez.

Por ahora, las obras de la séptima estarán paradas hasta finales de mayo, pero con posibilidades de que comiencen en julio, cuando todos los frentes de obra estén terminados. De lo contrario, se puede generar una protesta que le dé el puntillazo final al alcalde.