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Un tractor transporta caña de azúcar a una refinería en Candelaria, Valle del Cauca. | Foto: AFP

VALLE

El momento amargo de los azucareros

Varios hechos aislados pero coyunturales golpean a uno de los sectores más productivos de la economía colombiana.

26 de mayo de 2015

¿Cuál es la relación existente entre una carta enviada al presidente Santos, el cierre de la planta de producción de Chiclets Adams en Cali; el esperado fallo de una investigación de la SIC; el premio a una película en el festival de cine de Cannes y la ocupación de tierras por parte de indígenas del norte del Cauca?

Que todos esos hechos se conectan de alguna manera con el gremio de la industria azucarera del país y que por estos días está en el ojo del huracán.

De la carta se dice que es una medida desesperada de ese gremio por evitar que les tumben beneficios arancelarios; en cuanto al cierre de la planta de Mondelez (Chiclets Adams) se rumora que uno de los factores de la decisión por trasladar su producción a México, fue el alto precio interno del azúcar.

Además, por estos días la Superintendencia de Industria y Comercio, SIC alista el fallo de la investigación por la existencia del presunto cartel del azúcar, en el que al parecer los ingenios acordaban restringir las importaciones y mantener precios altos.

Mientras que la conexión con la protesta indígena de la comunidad Nasa y que desde febrero pasado ocupan por la fuerza tierras del norte del Cauca, consiste en que todos esos predios le pertenecen a prósperos hacendados que cultivan la caña de azúcar que le venden a los ingenios.

Y el nexo con la película colombiana ‘La tierra y la sombra’, galardonada en el festival de Cannes, surge porque la historia premiada del director caleño César Acevedo, retrata a una familia valluna que lucha por subsistir en medio de la industria arrolladora de la caña de azúcar, el monocultivo, las quemas y la tenencia de la tierra.

De esas cinco coincidencias, las tres primeras impactan seriamente a esa industria, a tal punto que Luis Fernando Londoño Capurro, presidente de Asocaña, la asociación que agremia a los ingenios azucareros, dio algunas explicaciones a través de La W.

Carta cifrada

 
El clímax de esa alta tensión se evidenció el pasado 14 de mayo cuando representantes de once de los trece ingenios existentes en el país, le enviaron una carta ‘cifrada’ al presidente Juan Manuel Santos.

En la misiva los empresarios del azúcar le manifiestan al mandatario “nuestro deseo que las negociaciones en La Habana culminen en un acuerdo que sea favorable y aceptado por la mayoría de los colombianos. Como empresarios, estamos dispuestos a apoyar con todo lo que esté a nuestro alcance, la construcción de la paz”.

Seguidamente reiteran su agradecimiento “por la defensa que usted ha realizado de instrumentos de política agropecuaria como el sistema Andino de Franjas de Precios y el Fondo de Estabilización de Precios, fundamentales para la sostenibilidad de la agroindustria azucarera en el suroccidente colombiano”.

Obviamente la carta sorprendió no solo porque el propio Santos reconoce públicamente que el gremio azucarero no lo respaldó en su reelección, sino que están alejados de los diálogos con las FARC en La Habana.

Así quedó demostrado durante la celebración de los 150 años del grupo empresarial del ingenio Manuelita, en julio de 2014, donde el presidente Santos soltó un particular discurso ante mil invitados, entre ellos el gremio azucarero.

“(…) Entonces aprovecho esta audiencia tan selecta para responder una pregunta y hacer unas reflexiones. Muchos de los que Henry (Eder, presidente de Manuelita) llamaba la comunidad azucarera no me acompañaron en estas elecciones. Y yo me hacía la pregunta con algunas personas ¿por qué? ¿Por qué ciertos empresarios no nos acompañaban? Comenzamos a hacer un análisis. (…) Entonces debe ser el proceso de paz. Y yo creo que eso es”, concluyó el mandatario.

Precisamente en ese acto Santos tuvo un momento incómodo cuando varios asistentes aplaudieron y ovacionaron a uno de los expositores que recordó las bondades de la política de Seguridad Democrática del gobierno Uribe. El incidente fue interpretado como una encerrona contra el presidente, pero hay quienes creen que se trató de un hecho espontáneo difícil de evitar.

Lo cierto es que ese aniversario sirvió para ventilar las diferencias entre Santos y el gremio azucarero del Valle, un sector que representa el 17 por ciento del PIB del departamento y genera 188.000 empleos directos e impacta fiscalmente los ingresos de 30 municipios de la región.

De ahí que la carta reciente genere suspicacias, en especial porque actualmente el gobierno tiene listo un proyecto que busca desmontar las protecciones comerciales de las que gozan varios productos, entre ellos el azúcar.

Se trata del beneficio conocido como el Sistema Andino de Franjas de Precios, creado por los países de la región para proteger la agroindustria de la volatilidad del mercado.

La alarma de los azucareros se debe a que con esos beneficios los ingenios logran mantener la rentabilidad del sector a punta de aranceles proteccionistas y que al final paga el consumidor colombiano.

La Franja de Precios funciona como un arancel variable que se activa cuando el precio externo del azúcar cae por debajo de un umbral dado. Lo increíble es que ese arancel no solo se aplica a las importaciones, sino al azúcar que se produce y consume en Colombia.

El senador liberal Luis Fernando Velasco, que públicamente defiende al gremio azucarero, explicó durante una entrevista radial que “si no se mantiene la Franja de Precios, una de las opciones de los ingenios es la de tener que mecanizar y salir de los corteros de caña. Eso nos preocupa”.

¿Azúcar caro?
 
A ese millonario lío se sumó otro inesperado. En el Valle del Cauca circula la versión en el sentido de que el cierre de la planta de Mondelez, se debió entre otras razones, a los altos precios del azúcar, que es la materia prima de esa multinacional para producir sus dulces y chocolates.

Al respecto, Londoño Capurro, el presidente de Asocaña, fue enfático en negar ese escenario y argumentó que el precio del azúcar en Colombia, comparado con el de los confites, “ha crecido mucho menos y no pasa del 6,95 %”.

Insiste en que estudios recientes de Fedesarrollo demuestran que el gran problema de la industria de dulces y confites son los competidores informales y no el azúcar. Agregó, que el costo de las materias primas para la producción de dulces en Colombia, no supera el 27,5 %, muy por debajo de otros países como Brasil que es del 43,6 %, siendo potencia azucarera”.

En torno a la investigación que adelanta la SIC por el presunto cartel del azúcar, Londoño Capurro afirmó en La W que es respetuoso de las decisiones de la justicia.

Y el problema de tierra con los indígenas de Cauca y la película premiada en Cannes se conectan con la coyuntura porque tratan un tema sensible y que por décadas le han cuestionado a la industria azucarera: el monocultivo y la tenencia de la tierra.

En Cauca y Valle se calcula que existen 230.000 hectáreas de tierra sembradas con caña y desde muchos sectores cuestionan que la frontera agrícola de la región esté condenada a ese monocultivo. Además, critican que toda esa cantidad se dividen en tan solo 3.362 haciendas. En defensa de la industria azucarera hay que decir que de ese ‘tierrero’, solo el 20 % es propiedad de los ingenios.

Tal vez todo lo que hoy ocurre alrededor de ese sector productivo sea una simple coyuntura y el desenlace de los hechos le permita a ese gremio pasar rápidamente el momento amargo por el que atraviesa.