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Noemí Sanín y Andrés Felipe Arias se pelean uno a uno el apoyo de senadores, concejales, ediles y representantes a la Cámara. Ambos compiten por ser los candidatos conservadores en una campaña partidista que en otras épocas no habría despertado tanta emoción

POLÍTICA

Azules al rojo

En la decisiva campaña por la consulta conservadora, que encabezan Arias y Noemí, se juega mucho más que el nombre del candidato.

6 de marzo de 2010

El duelo entre Noemí Sanín y Andrés Felipe Arias en la consulta conservadora ha sido uno de los fenómenos que más atención han capturado en la campaña electoral. Ha sido más visible que las elecciones internas que el 27 de septiembre definieron las candidaturas del Partido Liberal y del Polo Democrático, y todo indica que atraerá a muchos más votantes que los que entonces acudieron a las urnas.

No hace mucho tiempo una elección interna del conservatismo, colectividad que apenas reúne a uno de cada siete electores, se habría perdido en el torrente de noticias políticas. Pero el voltaje ha crecido desde agosto pasado, cuando Sanín renunció a la embajada en Londres y se inscribió en el proceso del partido azul. Todavía no se sabía si el presidente Uribe sería candidato, y la coronación de Arias se daba por descontada. Era el gran favorito en la consulta prevista para septiembre, y tenía la connotación de que su eventual candidatura dependería de la suerte de su ex jefe: Arias dijo que se retiraría si triunfaba el referendo reeleccionista.

El panorama, sin embargo, cambió por completo y lo que iba a ser una lánguida coronación se volvió un pulso de alta política. No sólo por la llegada de Noemí, sino por la fogosidad e intensidad que Arias le impuso a su campaña. Por su juventud y parecido con el presidente Uribe, en la calle comenzó a ser reconocido como 'Uribito'y logró marcarse como uno de los herederos naturales del popular mandatario. No en vano, el Presidente lo despidió del Ministerio con una emotiva carta que muchos interpretaron como un primer guiño.

El alboroto se agitó cuando Noemí Sanín solicitó que la consulta, en la que también están inscritos Marta Lucía Ramírez, Álvaro Leyva y José Galat, no se celebrara en la fecha planillada y que se pospusiera para el 14 de marzo. Sus críticos tacharon la movida como un intento para ganar tiempo. Ella argumentó que al partido le iría mejor si escogía candidato después de que se supiera si Uribe podría aspirar nuevamente o no. "Habría una bipolaridad: el partido no puede apoyar el referendo y, a la vez, hacer una consulta para elegir candidato", dijo.

La pelea sobre la fecha de la consulta fue mínima frente a las que vinieron después. En septiembre se destapó el escándalo de Agro Ingreso Seguro, que golpeó a Arias. Noemí aprovechó la oportunidad y, palabras más, palabras menos, sugirió que el ex ministro no tenía talla moral para ser candidato conservador. Arias replicó con la denuncia de que algunos miembros de la familia Sanín habían recibido subsidios de AIS. La tensión llegó al límite a los pocos días, cuando Arias insinuó que personas cercanas a Sanín estaban espiando su campaña.

Las consecuencias de la consulta azul van más allá de la definición de quién será el candidato. El futuro del conservatismo será muy distinto según quién triunfe. Con Arias, el partido se ubicaría más a la derecha del espectro político y reforzaría su estrategia de los últimos años de formar parte de la coalición uribista.

Mientras Sanín insiste en que los conservadores deben tener un candidato propio, Arias ha sugerido que preferiría una alianza con la U antes de la primera vuelta. En otras palabras, que entre él y Juan Manuel Santos se decida quién será el candidato presidencial de la actual coalición de gobierno. Esta idea ha sido defendida desde hace más de un año por uribistas purasangre, que creen que con una alianza de este tipo podría cumplirse el deseo presidencial de encontrar un candidato "leal" a la seguridad democrática.

A pesar de que al aliarse con la U el Partido Conservador fortalecería su opción electoral y podría mantener la tajada de poder que ha disfrutado durante los dos cuatrienios de Álvaro Uribe, hay fuertes sectores de esta colectividad que se oponen a la idea. Creen que al jugarle de nuevo a fundirse en el uribismo perderían identidad. El ex presidente Pastrana ha dicho que "un partido no puede no tener candidato en las elecciones presidenciales". Pero a ocho días de la consulta, no se sabe cuál de los precandidatos ganará ni cómo jugará el partido en el mapa electoral. En términos de 'organización', la campaña de 'Uribito' y la de Noemí se pelean una a una las fichas de la maquinaria. Mientras el primero afirma tener el apoyo del 60 por ciento de los senadores y el 80 por ciento de los representantes a la Cámara, en la campaña de Sanín dicen lo contrario.

En el Senado las fuerzas están parejas. La mitad está con Noemí, que cuenta con el apoyo de caciques como Efraín Cepeda, Carlina Rodríguez, Ubéimar Delgado, Omar Yepes, Eduardo Enríquez, Hernán Andrade, Jorge Hernando Pedraza, Luis Emilio Sierra y Juan Manuel Corzo. Arias, por su parte, cuenta con grandes electores como Carlos Emiro Barriga, Alonso Acosta, Germán Villegas, Jesús Puello y parte del equipo de Gabriel Zapata. Roberto Gerlein, otro de los reconocidos caciques por el cual compiten ambas campañas, dijo a Semana que apoyará "al que tenga más posibilidades de ganar la coalición".

Entre los representantes a la Cámara y en los directorios conservadores, Arias le ganaría a la precandidata. En últimas, le lleva por delante seis meses de campaña y en su paso por el Ministerio de Agricultura logró mayor cercanía con dirigentes regionales. Entre ellos, la congresista Liliana Rendón, de Antioquia, quien probablemente será la mujer con más votos en el partido. Además, en aras de favorecer la gran alianza uribista, varios líderes de la U lo están apoyando indirectamente para no caer en la doble militancia. Según varias fuentes de la U, entre ellos estarían Zulema Jattin, en Córdoba, y Eduardo Crissien, en el Atlántico.

No obstante, el hecho de que la consulta coincida con las elecciones parlamentarias y que ese mismo día también se escoja el candidato de 'los tenores', hará que en ella también participe un electorado de opinión. Aunque la campaña de Sanín apunta a centros urbanos -que son su fortaleza-, el comportamiento de los electores que no dependen de la maquinaria también es incierto: en términos de imagen ambos candidatos están prácticamente empatados. Mientras la primera tiene una imagen favorable de 35 puntos y una desfavorable de 40, Arias tiene una favorable de 33 y una desfavorable de 39.

En términos de intención de voto también hay empate. Según la Gran Encuesta de SEMANA y RCN, el 30 por ciento de quienes votarán en la consulta conservadora lo hará por Sanín y el 33 por Arias. Noemí va en ascenso, puesto que de septiembre de 2009 a febrero de 2010 aumentó 18 puntos. Sin embargo, esta mejoría no fue a costa de quitarle votos a Arias ni de un descenso en la imagen del candidato. Al fin y al cabo, éste tenía en septiembre el mismo 33 por ciento de posibilidades de ganar.

El resultado, en fin, es impredecible. Ni Arias ni Sanín van a hacer una campaña sosa ni lánguida, porque ambos son peleadores, pero de quien resulte ganador dependerá en buena medida el juego de alianzas partidistas que se intentarán antes del 30 de mayo para evitar la dispersión del electorado. No menos importante será la forma como reaccione el perdedor, pues la unidad del partido está amenazada por las heridas abiertas durante la batalla. Y queda poco tiempo para sanarlas.