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Bajo el Volcán

Una paradójica tragedia ocurrió en el Galeras cuando expertos vulcanólogos exploraban su cráter.

15 de febrero de 1993

ESTA VEZ NO FUERON SIMples señales de humo. A pesar de ser un evento vulcanológico de menor importancia, la reciente erupción del volcán Galeras tuvo un desenlace trágico. Se produjo en el preciso momento en el cual un grupo de expertos se encontraba en el cráter recogiendo muestras de piedras y gases volcánicos. El grupo, conformado por 54 expertos de varios países, estaba en Pasto desde hacía tres días en un seminario internacional que se realizaba sobre el Galeras. La jornada del jueves había sido programada para el trabajo de campo y, con el fin de recoger varias muestras y hacer observaciones, los expertos habían decidido dividirse en seis grupos. Uno de ellos, conformado por 15 científicos, tenía como misión bajar hasta el fondo del cráter para efectuar algunas pruebas.
Los reportes del observatorio y los estudios realizados durante los tres días anteriores indicaban que la expedición no implicaba mayores riesgos, y por ello, poco antes de las dos de la tarde del jueves pasado, 15 vulcanólogos de varios países, algunos periodistas y un número aún no determinado de turistas y curiosos fueron sorprendidos por la primera de las tres explosiones del volcán.
Al estruendo de las explosiones siguió una lluvia de rocas incandescentes y de cenizas volcánicas que causó varias muertes y más de una decena de heridos. Al cierre de esta edición, los organismos de rescate y los grupos de búsqueda se habían visto obligados a suspender los operativos en vista de la inquietante actividad volcánica y el mal tiempo. Sin embargo las autoridades lograron establecer que tres de los expertos habían desaparecido y que las tres víctimas que hasta el momento han sido encontradas eran turistas que se hallaban cerca del cráter. Sin embargo aún no se había precisado el número exacto de desaparecidos: el pánico creado por la explosión hizo que los visitantes no registraran su salida del parque, y sólo algunos de los turistas que allí se encontraban se han reportado ante las autoridades.
Pero independientemente de la intensidad del fenómeno- que de no haber sido por la desafortunada presencia de los científicos no hubiera tenido mayores consecuencias-, lo que resulta innegable es que a la oficina de Prevención de Desastres del Ministerio de Gobierno le pasó lo que al pastorcito. Luego de más de tres años de insistir sobre la inminencia del peligro que implica el volcán Galeras desde su reactivación en 1989, la anunciada erupción número 21 se produjo y esta vez no fueron simples señales de humo.
El evento no sólo confirmó la veracidad de los informes y la oportunidad de las voces de alarma que el Comité Técnico de Prevención y Atención de Desastres ha remitido con insistencia a las autoridades locales, sino que, además, puso en el tapete las diferencias de criterio que sobre el tema han demostrado tener, por un lado, las autoridades centrales y los expertos, y por el otro, la gobernación de Nariño. El gobernador, Alvaro Zarama, en aras de prevenir una ola de pánico similar a la que en 1989 sumió a la región en una profunda recesión, ha optado por restringirla difusión de información y por minimizar los campanazos de alarma de los expertos. No obstante, el Comité Técnico y los vulcanólogos no han hecho más que insistir en la importancia de mantener a la población informada y preparada, sin que ello implique causar alarma alguna entre los nariñenses. Y aun que no necesariamente la erupción del jueves implique una intensificaci6n de los riesgos, resulta obvio que en estas áreas se manejan altos niveles de incertidumbre.