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Bajos instintos

El homicidio de un alcalde en el Huila comenzó como un asesinato político y terminó en crimen pasional.

11 de diciembre de 1980

La semana pasada el pais se despertó con lo que parecía ser un crimen político más: el asesinato del alcalde del municipio de Suaza -Huila-, Gentil Bahamón. Las primeras versiones sobre el caso, basadas en el testimonio de la esposa del mandatario, María Mora, afirmaban que a la una de la mañana del lunes 18 de agosto tres hombres irrumpieron en la casa de Bahamón y lo asesinaron de 72 puñaladas cuando descansaba. Algunas ONG dijeron que era un homicidio político y que la responsable sería la guerrilla ya que el alcalde podía estar amenazado por este grupo.

Sin embargo menos de 48 horas más tarde la investigación del caso dio un vuelco total y de asesinato político pasó a un crimen pasional. "Un grupo especial llegó al poco tiempo de ocurrido el asesinato. Evaluaron la escena del delito y era evidente que lo que la señora Mora decía no coincidía con las pruebas ", dijo a SEMANA el comandante de Policía del Huila, coronel Jairo Delgado.

El siguiente paso de los investigadores fue indagar por todo el pueblo sobre la vida del alcalde, hablar con sus amigos, vecinos, familiares y conocidos. Gracias a esta recolección de testimonios se enteraron de que María Mora mantenía una relación extramatrimonial con un hombre llamado José Alfredo Aguilar. En la mañana del martes varios miembros de la Policía fueron a buscarlo en el municipio de Pitalito. Al no poder contestar las preguntas de los investigadores y después de caer en varias inconsistencias Aguilar terminó confesando su participación en el crimen e incriminó a Ilson Franklin Vargas, a quien la Policía también capturó en el mismo municipio.

Los dos confesaron que Mora les facilitó los cuchillos utilizados en el homicidio, así como el acceso a la residencia. Revelaron el lugar donde se hallaban las armas: una casa que usaban María Mora y José Alfredo para sus amores . Estos testimonios y la investigación en la escena del crimen permitieron la captura de la esposa del alcalde el miércoles, minutos después de finalizada la honras fúnebres del funcionario. Aparte del crimen en sí mismo las autoridades quedaron sorprendidas con la confesión que hizo la viuda ante el fiscal 22 del municipio de Garzón.

De acuerdo con el relato de Mora, después de 14 años de matrimonio y de tener dos hijos con Bahamón, descubrió que ya no quería a su esposo. Confesó que su relación con José Alfredo Aguilar comenzó hace dos años, cuando éste llegó al pueblo a prestar servicio militar, y que desde entonces se veía regularmente con él en la casa de su empleada de servicio, a quien le pagaba para que les prestara la vivienda para sus encuentros amorosos. En la indagatoria la ex primera dama de Suaza afirma que quería separarse de su esposo para vivir abiertamente su romance pero que nunca encontró la forma de plantearle el tema a su cónyuge, "por eso decidimos con José Alfredo quitarlo del camino matándolo", dice uno de los apartes de la indagatoria.

Relató que ideó el plan para asesinar a su esposo hace seis meses y que en tres oportunidades lo intentó sin éxito. Aprovechando que Bahamón cumplía años el 20 de agosto, Mora lo convenció de adelantar la celebración para el domingo 17. Según ella ese día, en compañía de varios amigos, comenzaron a beber desde muy temprano. A las 4 de la tarde Aguilar la citó en la casa en donde habitualmente se encontraban, le presentó a dos hombres más y le dijo que ese día tenían que cometer el asesinato. Según le dijo Mora al fiscal su esposo notó su ausencia de la fiesta y salió a buscarla. "Mi cuñada le dijo que yo tenía mozo y dónde encontrarme. El llegó a donde estábamos y comenzó a pegarle a la puerta. Nosotros no le abrimos".

Tras el disgusto porque no le abrieron la puerta el alcalde siguió bebiendo hasta terminar totalmente ebrio. Los amigos que estaban en su casa lo acostaron en su cama poco antes de la media noche y se marcharon. Pasada la una de la mañana María les abrió la puerta a Aguilar y a otro hombre. Según dijo ella se refugió en el cuarto de sus hijos mientras los hombres asesinaban a su esposo. Después de que ellos abandonaran la casa ella llamó a la Policía y les contó la historia que habían ideado. Hoy los tres están tras las rejas y enfrentan una pena de 30 años de cárcel por un crimen cometido con la mayor sangre fría y bajos instintos.