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En 2013 la ministra María Fernanda Campo fue blanco de duras críticas tanto de estudiantes universitarios como de profesores. | Foto: Erick Morales

EDUCACIÓN

Notas en rojo para la educación en Colombia

No obstante los esfuerzos realizados por la ministra Campo para mejorar la educación básica, media y universitaria, los resultados no son satisfactorios y plantean grandes retos para el sistema educativo colombiano en 2014.

14 de diciembre de 2013

De la misma manera como un estudiante poco aplicado pierde el año, Colombia se rajó en materia educativa en 2013. Los continuos paros de los trabajadores, profesores y estudiantes de las universidades públicas, el deterioro de las instalaciones de la Universidad Nacional en Bogotá, las tensas relaciones de la ministra de Educación con los profesores agrupados en Fecode y los pésimos resultados en las pruebas Pisa bajaron las notas del país en materia educativa. Tanto es así que lograron eclipsar completamente los grandes esfuerzos que el gobierno ha hecho para mejorar la calidad y el cubrimiento educativo, especialmente en el nivel básico.

De hecho, el año no comenzó bien. El 20 de febrero cerca de 1.000 trabajadores de las sedes de Palmira y Bogotá de la Universidad Nacional iniciaron un paro indefinido en el que bloquearon las entradas de los edificios y laboratorios. La razón: el incumplimiento de los acuerdos firmados en noviembre de 2012 para la nivelación salarial.

Aunque el paro se levantó el 18 de marzo, con un acuerdo entre las partes, en agosto el sindicato volvió a convocarlo. Un pequeño grupo de trabajadores bloqueó los edificios de la ciudad blanca, lo que afectó las clases por varias semanas a más de 30.000 estudiantes. Incluso, motivó el aplazamiento de los exámenes de admisión y casi causa la cancelación del segundo semestre del año.

Este conflicto sacó a relucir otro problema: el visible deterioro de las instalaciones de la Universidad Nacional. El 56 por ciento de sus edificaciones tiene daños estructurales y varias de ellas, como en las que funcionan las facultades de Arquitectura, y Artes Plásticas, tuvieron que ser cerradas por el peligro que representan para los estudiantes.


Para arreglar los edificios viejos y construir los nuevos la universidad requiere más de 1,5 billones de pesos, una cifra que no se sabe de dónde va a salir. En especial si se conoce que el presupuesto total del conjunto de las universidades públicas es de 2,4 billones de pesos. Para resolver estos y otros problemas, el ministerio se había comprometido, tras los paros de 2011, a presentar al Congreso un nuevo proyecto de reforma a la educación superior. Pero este no llegó y según la ministra, María Fernanda Campo, solo será presentado en el primer semestre de 2014.

Pero si en las universidades llueve, en el nivel básico y medio tampoco escampa. Las dificultades en este campo estuvieron relacionadas con los enfrentamientos con Fecode por diversas razones, como la mejora de las condiciones laborales de los maestros y la elaboración de un nuevo estatuto único docente.

Si bien el gobierno logró desactivar el gran paro de maestros del 10 de septiembre, las relaciones con ellos siguen tensas, más aún de conocerse el desastroso desempeño de los estudiantes colombianos en los exámenes de Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (Pisa, por su sigla en inglés). Colombia quedó en el puesto 61 de 65 países, lo que abrió un debate nacional sobre el evidente fracaso del sistema educativo del país y puso en el ojo del huracán la pésima calidad de los maestros, que parecen estar más preocupados por sus reivindicaciones salariales que por enseñar bien.

Pese a este panorama poco alentador, hubo varios logros que vale la pena destacar. Según el informe de gestión del Ministerio de Educación, en 2013 se redujo en 4 por ciento la brecha de cobertura entre el sector urbano y el rural, lo que significa que 82.000 niños y jóvenes ingresaron al sistema educativo. También disminuyó la deserción escolar que pasó del 4,89 por ciento en 2010, al 4,3 por ciento en 2013. Es decir, “se evitó que 50.000 niños abandonaran sus estudios”.

En el sector de la educación superior se destinaron 265.000 millones de pesos adicionales a los previstos por la Ley 30 para el funcionamiento de las universidades públicas y, en los últimos años, se crearon 283.000 nuevos cupos en educación superior.

A pesar de estos avances todavía falta mucho por mejorar. El año 2014 es de grandes retos si se quiere mejorar la educación de nuestros niños y jóvenes. Es prioritario que se ponga en marcha la reforma a la educación superior para tratar de salvar de la crisis a la universidad pública, y que se llegue a un acuerdo en el Estatuto Único Docente que beneficie más que todo a los millones de estudiantes que hoy reciben una deficiente educación pública.