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La mayoría de las manifestaciones fueron pacíficas, pero los actos vandálicos impidieron que los protagonistas fueran quienes protestaron de forma legítima. Este es el daño que le hacen los encapuchados al paro. | Foto: Guillermo Torres

BOGOTÁ

Una marcha creativa, pero opacada por vandalismo y poca gente en las calles

La mayoría de las manifestaciones fueron pacíficas, pero los actos vandálicos impidieron que los protagonistas fueran quienes salieron a protestar de forma legítima. En Bogotá, la alcaldesa Claudia López acudió al Esmad en cuatro puntos. En el centro hubo destrozos.

22 de enero de 2020

Aunque la alcaldesa Claudia López dijo que la primera jornada de protestas del 2020 deja un balance positivo, lo cierto es que la marcha pacífica se vio empañada por actos vandálicos de encapuchados. 

“De las 20 movilizaciones que hubo, solo en cuatro tuvo que intervenir el Esmad”, resaltó la alcaldesa. También dijo que, en comparación con lo que ocurrió el año pasado, en esta protesta no hubo muertos, ni heridos de gravedad y los daños a TransMilenio fueron menores.

"Se pasó de un manejo de la protesta con estigmatización, militarización, toque de queda a un proceso de reconocimiento respeto y reconocimiento de la protesta social", sostuvo la mandataria. Dijo, además, que se debe lograr que lo que brille sean los reclamos legítimos de los ciudadanos, quienes marcharon en contra del asesinato de líderes sociales, de las chuzadas, de las amenazas reiteradas de las Águilas Negras y por el pliego de peticiones del comité del paro. 

En el el reinicio de la protesta social, la alcaldesa cumplió el protocolo que anunció y, luego de intentar el diálogo, acudió al Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) para enfrentar el vandalismo en puntos como Suba, el portal de la 80 y el centro.

A Claudia le fue bien pese a las críticas, pero a los manifestantes del paro no tanto. Durante las primeras horas del 21E no se vio un número de manifestantes realmente significativo y los videos que circulaban en redes en la mañana eran los de los actos vandálicos.  

Así mismo, la marcha se vio desordenada porque los manifestantes salían a diferentes horas y no lograron concentrarse en un solo punto, de modo que se pudieran contar. Caminaron de un lado a otro sin un rumbo fijo. Por la carrera Séptima al frente de la Universidad Javeriana y en el Parque de los Hippies se vieron varias presentaciones de titiriteros, de payasos, de grupos de teatro, también percusionistas y hubo varios conciertos en tarimas móviles. Pero cuando unos llegaban al parque de los Hippies otros se iban a la Javeriana y viceversa. Eso pasó también con el grupo de estudiantes que salió de la Universidad Nacional. Algunos se fueron al norte y otros al centro. 

El panorama tranquilo empezó a cambiar a eso de las 4 de la tarde cuando decidieron irse a la Plaza de Bolívar. Allí, lo preocupante fue que, durante cuatro horas, hubo enfrentamientos entre el Esmad y los encapuchados, que destrozaron locales y el adoquín de la vía peatonal.

A eso de las 4:30 de la tarde, en la calle 26 con carrera Séptima, mientras un buen número de jóvenes disfrutaba de un concierto de punk, llegó un grupo de vándalos listos para una batalla campal. Avanzaron hasta la carrera Séptima con Avenida Jiménez y a eso de las 5:00, frente al Museo del Oro ya se veía cómo muchos de ellos rompían las baldosas y acumulaban piedras para lanzarlas a los Policías. 

Los jóvenes que ocultaban su rostro encendieron unas cuantas llantas y no pararon de lanzar piedras, pese a que los gestores de convivencia de la Secretaría de Gobierno, e incluso varios ciudadanos, intentaron detener el altercado con arengas como “Sin capucha, sin capucha”, “sin violencia, sin violencia” y “así no, así no”. 

En la Plaza de Bolívar había una tarima bien montada con sonido y luces, que contó con el apoyo de la Alcaldía de Bogotá, pero muchos manifestantes no llegaron por los disturbios. 

Otros tantos prefirieron ver el espectáculo de la piedra y los gases lacrimógenos a los cantos de diferentes bandas de rock, punk y folclore colombiano. La plaza no se habría visto tan vacía si los manifestantes hubieran llegado y los encapuchados se hubieran sumado de forma pacífica a la protesta. En Bogotá, lamentablemente, los protagonistas de las marchas no fueron los pacíficos. Tampoco lo fueron los músicos, titiriteros o percusionistas que acompañaron la protesta de forma creativa. 

Tanto así que muchos se perdieron shows como el de la banda Aguas Ardientes, que le dedicó varias canciones al gobierno de Iván Duque. Había críticas en contra de la reforma tributaria, el asesinato de líderes sociales, la estigmatización de la protesta, e incluso contra el exfiscal Néstor Humberto Martínez, el grupo Sarmiento Angulo y Odebrecht.

Era tal el disturbio en la zona que, a eso de las 7:30 de la noche, uno de los integrantes de la agrupación Aesa interrumpió el concierto y recordó "que estaban marchando justamente en contra de la violencia" y que los actos de los encapuchados no le sumaban a la protesta, sino que le restaban. Por eso, les pidieron a los "infiltrados" que se quitaran las pañoletas y dejaran de lado la violencia, pero fue en vano. Tampoco ganaron más público. 

El presidente Duque se refirió a las movilizaciones para rechazar los actos de violencia. La ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, dio un balance, sin hacer mayor anotación frente a las posibles soluciones para atender las peticiones del paro. El periodista Félix de Bedout no lo pudo resumir mejor: “El vandalismo en las marchas en Colombia es el más eficaz instrumento contra la protesta; devora el mensaje, centra el interés informativo, aleja manifestantes, disuelve los temas de fondo, regala argumentos a la contraparte. Al final solo logra que todo siga igual”.

El concierto de la Plaza de Bolívar se acabó a las 8:30 de la noche. A esas horas todavía había tanquetas del Esmad y algunos encapuchados que querían promover más disturbios.