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B.B. RETA A LA BANCA

La última intervención en TV del Presidente deja rondando el fantasma de la nacionalización de la banca.

27 de junio de 1983

No acababa de terminar su intervención el presidente de la República el domingo 22 cuando después del inevitable y apasionado debate sobre su coloquial estilo, comenzaron a aflorar comentarios y reacciones sobre lo que para muchos constituyó el punto esencial de su alocución, a pesar de no haberle dedicado al tema más de un minuto: se estaba agudizando un conflicto de grandes proporciones entre el gobierno y la banca privada.
Pocos antecedentes recientes existen de un enfrentamiento tan explícito entre el ejecutivo y un sector de la economía (ver recuadro). La controversia la había desatado Betancur en tres intervenciones públicas anteriores, destacándose una frente a las cámaras de televisión en la que, Constitución en mano, conminó a la banca privada a bajar las tasas de interés so pena de hacer uso de las facultades que la Carta le otorga en su calidad de presidente de la República.
No obstante lo enérgico del gesto esta y las intervenciones anteriores fueron recibidas con el beneficio de inventario que se le otorgaba a la retórica belisarista. Sin embargo, los términos radicales y absolutos utilizados por el Presidente el domingo 22, sumados al hecho de que 24 horas más tarde se hacía pública una sanción al Grupo Grancolombiano, dieron la impresión de que estaba dentro de las posibilidades "la hora de la verdad". Betancur se refirió al sistema bancario como "egóísta, que sólo corre riesgo cuando le conviene a sus intereses pero no los quiere correr cuando es en bien de la gente ".
En concreto, la alocución del Presidente estaba abonando el terreno para el anuncio, que vendría al día siguiente, de sanciones contra el Grupo Grancolombiano por los hechos relacionados con los fondos de inversión Grancolombiano y Bolivariano. El tema había sido discutido con anterioridad, en una reunión muy cordial entre Betancur y Michelsen, y este último había salido con la impresión de que el Presidente trataría el incidente en televisión en tono menor. En abstracto, el presidente dejó flotando la sensación de que esto podría ser tan solo un abrebocas, en la eventualidad de que la banca no tomara en serio sus admoniciones.

LAS REACCIONES
Las reacciones no se hicieron esperar. Como era previsible, la banca, a nivel gremial, rechazó la generalización que el presidente hacía de casos que deberían ser considerados como aislados, y sostuvo que en general había prudencia en el manejo de los ahorros. En cuanto a.la reducción de las tasas de interés, se puntualizó que estas "han bajado tanto como la situación demercado lo permite".
Sin embargo, la respuesta que más expectativa creaba, y en esto no hubo desilusiones, fue la de Jaime Michelsen Uribe, protagonista principal del caso como presidente del Grupo Grancolombiano. Los que pensaron que el regaño presidencial podía llevar a actos de contrición por parte de Michelsen quedaron defraudados. No había desaparecido Belisario de la pantalla ni se habían anunciado las sanciones, cuando en el noticiero "7 días en el mundo", patrocinado por el Grupo Grancolombiano, lanzaba Michelsen una contra-ofensiva publicitaria que habría de culminar en su discurso en la Asamblea de Anif, 48 horas después. Ante las cámaras Michelsen manifestaba su complacencia de que se hubiera llegado a un acuerdo entre el Grupo Grancolombiano y el gobierno en desarrollo de una Manifestación de Voluntad que él había elevado a escritura pública 2 años antes para la compensación de las pérdidas de los ahorradores. En cuanto a las sanciones que le iban a ser decretadas al día siguiente les restó cualquier importancia. El gobierno, a su turno, demostrando un evidente interés en rectificar la versión de un acuerdo entre las dos partes, se manifestó a través de la aparición del presidente de la Comisión Nacional de Valores en todos los noticieros, señalando que esta entidad no hacía transacciones sino que imponía sus decisiones unilateralmente en uso de sus atribuciones legales.
En cuanto al ofrecimiento que había hecho Michelsen ante notario público, la comisión manifestó que la fórmula no cobijaba a la totalidad de los damnificados, y en consecuencia fueron diseñados mecanismos que tendrían una cobertura más amplia. (ver entrevista con J .C. Restrepo).
En general los medios de comunicación, aun cuando aceptando la responsabilidad del Grupo Grancolombiano, trataron el tema en forma mesurada y registraron con complacencia que el incidente hubiera desembocado en medidas concretas. La gran excepción la constituyó "El Espectador" qué, reivindicando el desenlace del caso como un triunfo del periódico, invirtió durante casi todo el curso de la semana su primera página y su espacio editorial en criticar a Michelsen y elogiar al Presidente de la República. La intensidad y fogosidad con las que fueron expuestas sus posiciones llegaron incluso a ocasionar un mini-incidente cuando agencias internacionales de prensa reprodujeron una afirmación aparecida en un editorial del matutino, en el sentido de que estaba "organizándose una celada contra el presidente de Colombia", encaminada a "acallarlo, mostrándolo como un peligro público por que se atrevió a enfrentarse a los poderosos". Igualmente afirmaba el editorial que "los medios de comunicación del país controlados por Michelsen, que son practicamente todos, con la honrosa excepción de El Espectador, le habían otorgaao a las palabras de Michelsen más importancia que a las del Presidente ". Esta afirmación obtuvo inmediata respuesta de algunos de sus colegas, incluyendo a el diario "El Tiempo", que en una de sus secciones editoriales ridiculiza la versión de "la celada" contra el Presidente y censura la forma sensacionalista como el mencionado periódico ha manejado la información relacionada con el caso del Grupo Grancolombiano.

¿NACIONALIZACION?
Menos despliegue recibió la intervención de Jaime Michelsen en Medellín con motivo de la clausura de la asamblea de Anif donde, según "El Espectador", se le habría hecho un significativo desplante al ministro de Hacienda, Edgar Gutiérrez Castro, cuando no se le fue a recibir al aeropuerto y tuvo que tomar un taxi; según el periodista Carlos Murcia, el ministro habría vengado este desplante no acudiendo al almuerzo que las entidades financieras organizaron posteriormente en su honor en la misma ciudad. En su discurso, en el que arremetió lanza en ristre contra el manejo económico del gobierno con la misma vehemencia verbal con la que el Presidente se había referido a los banqueros, Michelsen atribuyó al "incréíble" crecimiento de los rendimientos de papeles oficiales, "que rompió sanos principios", el alza en las tasas de interés, para cuya homologación la banca privada ha tenido que subir las suyas. Afirmó que el intervencionismo de Estado "ha convertido al empresario en cortesano de funcionarios y normas que buscan, con insistencia, obligarlo a que se haga perdonar el pecado de producir utilidades". Y acusó al gobierno de estar ejerciendo un "chantaje moral" contra la empresa privada, según el cual no se permite la distinción entre "ganar y robar" afirmando que quienes sitúan a la banca lejos de los intereses nacionales quizás pretenden justificar el cercenamiento de su inmediato futuro.
Con esta frase, "cercenamiento de su inmediato futuro", Michelsen parecía haber puesto el dedo en la llaga de lo que los observadores parecían considerar el trasfondo de todo este episodio: la posibilidad de que Belisario Betancur llegara a nacionalizar la banca. Observadores políticos, registrando la frecuencia y el calibre de las referencias presidenciales al comportamiento de la banca, consideran que gradual y deliberadamente se ha estado creando un clima propicio para esta eventualidad. A ello se suma el hecho de que el tabú ya fue superado con la nacionalización del Banco del Estado, que no encontró grandes tropiezos ni jurídicos ni políticos, ni menos aún de opinión pública, aunque es obvio que poco tienen que ver las implicaciones políticas de nacionalizar un banco quebrado con las de eliminar la banca privada.
Lo que es seguro, sin embargo, es que el tratamiento que le ha dado el Presidente al tema no es accidental. Y que además de haberle sacado grandes dividendos de popularidad al enfrentamiento con los "peces gordos" en nombre de los "pequeños ahorradores", la sola amenaza implícita de la nacionalización que pende como una espada de Damocles le permite ejercer efectivamente presión para obtener su objetivo de inducir una rebaja de las tasas de interés y exigir autocontrol a las entidades financieras para evitar que se repitan abusos e irregularidades que se cometieron en el pasado.
Sin embargo, a pesar de ciertos síntomas de histeria que comienzan a presentarse sotto voce alrededor de la nacionalización, los indicios parecen demostrar que el gobierno está andando con prudencia y que se estaría limitando a beneficiarse de la popularidad y el campo de maniobra que otorga el dejar abierta esa posibilidad, sin haber contemplado en forma concreta la necesidad de recurrir a una medida tan riesgosa y radical. No de otra forma podría interpretarse el hecho de que el gobierno haya encargado la elaboración de un estudio sobre un posible proyecto de reforma financiera que intentaría revitalizar el sector, a través de estructuras existentes, pero introduciendo ciertas modificaciones sustanciales; una de ellas sería la desvertebración del sistema financiero en compartimentos estancos, con el objeto de obligar a los intermediarios financieros a especializarse en tipos de mercados, como una forma de limitar el riesgo de que una crisis aislada en algún sector del ámbito financiero pueda contagiar a los demás. El proyecto también incluiría una reestructuración de los organismos de control existentes, en cuanto a competencias y alcances de su labor. Este estudio fue entregado oficialmente hace unos días en una reunión en Palacio.

Mientras tanto, todo parece indicar que la estrategia del gobierno está dando resultados. Se está intentando negociar un acuerdo entre la banca y el gobierno, para reducir las tasas de captación a un 25 o 26 por ciento, lo cual representa una disminución de 4 puntos en relación con las tasas actuales.
Curiosamente esta fórmula proviene de una iniciativa del propio Michelsen Uribe. Sin embargo, muchos banqueros consideran que una tasa de captación tan baja no es aplicable en la actualidad, a menos que esté acompañada por requisitos de reciprocidad u otros que aumenten el costo real para el ahorrador. El gobierno, por su parte, aspira a que la tasa de intermediación, es decir, la diferencia entre la tasa de captación y la de colocación, sea de un 4%, cifra que la banca considera demasiado baja.
Aun cuando ninguno de estos proyectos se ha concretado, se puede deducir que el solo hecho de que se esté discutiendo significa que la estrategia del Presidente está funcionando. Se podría concluir de todo esto que, mientras la recursividad política de Betancur siga dando frutos, el fantasma de la nacionalización de la banca seguirá rondando al país, sin atrverse, por lo pronto, a dar el paso de la materialización.

DOS ANTECEDENTES HISTORICOS
Pocas veces se ve a un Presidente expresarse de manera tan contundente contra un sector de la economía. La última intervención de Belisario evoca dos casos en la historia contemporánea. El primero de ellos protagonizado por el entonces presidente Alfonso López Pumarejo contra los terratenientes, acusándolos de estar practicando la injusticia amparados por la ley. El segundo por el ex presidente Carlos Lleras Restrepo, cuando defendió los intereses de los pequeños accionistas de Bavaria contra lo que el gobierno consideraba ser abusos cometidos por los accionistas mayoritarios.
De ambos episodios SEMANA transcribe breves párrafos con el objeto de enterar a los lectores del contenido de las posiciones presidenciales.
Septiembre de 1934. Los empresarios agricolas se habían dirigido al presidente de la Republica, Alfonso López Pumarejo, pidiéndole que les devolviera la tranquilidad a los "propietarios y creadores de riqueza del pais", como ellos mismos se auto-definieron, ante la situación de inseguridad que estaba formándose por los conflictos rurales. El Presidente López les respondió con inusitada fuerza el 6 de septiembre de 1934 diciendo entre otras cosas las siguientes: "Es que perduran en el país aberraciones en las formas. de relación del capital y el trabajo que una gran parte de la opinión no alcanza a apreciar en toda su importancia, porque las ve amparadas por la ley, y porque han venido encontrando el constante apoyo de la autoridad, la cual se ha sentido inclinada hasta ahora a considerar subversivas las más humildes reacciones del campesino y el obrero. (...) La ley tiene que ser respetada, debe hacerse respetar por medio de la autoridad. Pero la autoridad no puede ponerse al servicio incondicional de la injusticia, sin perder su vigor y la naturaleza misma de sus funciones; y hoy, por desgracia, no puede negarse que existe la injusticia y que la ampara la ley" .
Marzo de 1969. Utilizando palabras duras y directas, el presidente Carlos Lleras criticó en un discurso, pronunciado el 18 de marzo de 1969, a las empresas cerveceras, más concretamente a Bavaria, por el aumento de la emisión de acciones, la reducción de su valor nominal y la evasión de impuestos. "Todas estas son cosas oscuras, indiscutiblemente oscuras", afirmó en esa oportunidad el ex presidente. "Es conveniente que los hechos se presenten con claridad para que los administradores de las grandes empresas adquieran el sentido de la responsabilidad que deben tener. No pueden jugar con los intereses de los accionistas. No pueden poner al pequeño accionista a seguir las consecuencias de evasiones fiscales. (...) Lo que perseguían con la emisión de 50 mil millones de acciones, era proseguir una labor de construcción de monopolio, de concentración de poderes, adquiriendo otras fábricas a cambio de acciones. (...) Pero esto va a dejar buenas lecciones... que vamos a tener que tomar medidas contra aquellos grupos que aspiran a monopolizar los grandes negocios. (...) Vamos a tener que defender para bien del ahorro colombiano al accionista privado contra el gran accionista, contra aquellos que tienen el sentido del poder, del predominio, del monopolio, del querer dominar la economía nacional".