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El valor de elementos hurtados está tasado en 18.728 millones de pesos.

SEGURIDAD

Hurto, el temor de los bogotanos

La situación de seguridad en la capital del país ya se salió de las manos. En lo que va del 2015, se han presentado 6.970 casos denunciados.

5 de mayo de 2015

La sensación de inseguridad en Bogotá está, tal vez, en uno de sus picos más altos. El hurto es el delito que cada día atormenta a los capitalinos. La situación es tan delicada, que el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, tomó cartas en el asunto y el pasado sábado anunció que 400 policías entrarán a reforzar la seguridad en Transmilenio y agregó que van a “tomar unas medidas de choque fuertes”.

¿Qué ha pasado recientemente que tiene alarmados a los bogotanos? El pasado 27 de abril se presentó un hecho sin precedentes en Transmilenio. Muchos no daban crédito a las noticias, nadie se había atrevido a tanto. Allí, se presentó un asalto masivo en un bus articulado que transitaba por la estación Alcalá, en el norte de Bogotá. Según las autoridades, seis hombres robaron las pertenencias de cerca de 30 personas.

El domingo 3 de mayo un fotógrafo de la agencia de noticias Colprensa, Juan David Páez, recibió un disparo en una de sus piernas por no dejarse robar su equipo de trabajo. Los ladrones se desplazaban en una motocicleta, lo abordaron y él opuso resistencia. El hecho ocurrió en la carrera 76 con calle 72.

El 29 de abril un hombre, puñal en mano, alteró la tranquilidad de quienes se movilizaban en un bus articulado. El individuo, según muestran los videos de los usuarios de Transmilenio, intentó robar a una joven su teléfono celular y amenazó con el arma a los usuarios mientras, desesperado, trataba de salir del bus una vez se vio rodeado.

Esta es una pequeña radiografía de lo que ocurre. En calles, buses, restaurantes, supermercados y cajeros automáticos parece que siempre hay un ladrón al acecho. Muchos no quieren interponer denuncias porque consideran inoperante a la Justicia: los trámites son engorrosos y la Policía pareciera verse desbordada.

Peor aún, el sistema judicial hace agua cuando los jueces dejan en libertad a quienes atentan contra la seguridad de los ciudadanos. Muchas veces es por falta de denuncias, de pruebas o porque la captura no se hizo conforme a las normas. Y para completar, las Unidades de Reacción Inmediata (URI), a donde llevan en primera instancia a quienes son señalados de cometer los delitos, ya no tienen espacio para un reo más.

Desde el primero de enero hasta el 3 de mayo del 2015, según información de la Policía Metropolitana de Bogotá, se han presentado 6.970 denuncias por hurtos en la capital, 68 casos más que en el 2014 en la misma época. Más aún, las cifras podrían ser mayores: “Esto es por las personas que logran interponer la denuncia. Muchas otras ni se atreven”, dice una fuente policial.

Por ejemplo, en el 2015 la Fiscalía ha recibido 841 denuncias de hurto en Transmilenio, de las cuales el 68 % de los casos (576) se han cerrado por no encontrar los méritos suficientes.

Cinco de las 20 localidades que tiene Bogotá acumulan casi el 50 % del total de las denuncias por hurtos de este año. Suba (806 casos), Chapinero (738), Kennedy (720), Usaquén (661) y Engativá (566) son las más afectadas.

Los hombres son las principales víctimas (66 %), especialmente aquellos de entre 21 y 40 años. El valor de elementos hurtados está tasado en 18.728 millones de pesos.

La acción de la Policía ha llevado a que se capture en flagrancia por el delito de hurto simple a 4.417 personas y a 653 por orden judicial. La pregunta es, si hay eficiencia en las capturas, ¿por qué no disminuyen los robos?

Según el analista en seguridad Hugo Acero, siete de cada 10 capturados terminan en la calle a los pocos días e, incluso, en unas cuantas horas.

“No es sólo un problema de la Policía, hay una problema al final de la cadena, y es que es no hay donde tenerlos. Las cárceles están hacinadas”, dijo.

Entonces la Policía puede capturar, la Fiscalía puede recoger pruebas y el juez de garantías puede decidir que el ladrón vaya a prisión. Sin embargo, ¿a dónde van las personas si en las cárceles ya no cabe un alma más? ¿A las URI? ¿A las estaciones de Policía?

El hurto se debe mirar como un todo. Acero asegura que el Gobierno debe mirar una solución de fondo que busque reformar el sistema carcelario del país, pues no sólo es cuestión de aumentar el número de policías.

Con todo, la percepción de inseguridad es cada día más patente. En marzo pasado, la Cámara de Comercio de Bogotá presentó los desoladores resultados de su encuesta sobre percepción de seguridad en la capital.

La muestra reveló que el 41 % de los ciudadanos encuestados dijo haber sido víctima de delitos; el 49 % percibe que la inseguridad en la ciudad ha ido en aumento; el 89 % considera que Transmilenio es inseguro; el hurto a personas es el que más le preocupa al 49 % y el 60 % no confía en los resultados de la Justicia.

Y, mientras el gobierno nacional y el distrital pugnan tras bambalinas por el tema, las soluciones estructurales al tema parecen cada vez más lejanas. ¿Deberán los habitantes de Bogotá resignarse ante tan desalentador panorama?