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BUSCANDO ESCAMPADERO

Una encuesta realizada por Gallup muestra que casi la mitad de los colombianos de todos los estratos quiere irse del país.

25 de mayo de 1998

Cuando los medios anunciaron el asesinato del abogado Eduardo Umaña la semana pasada, 30 organizaciones no gubernamentales de Antioquia hicieron una pronunciamiento poco común. Propusieron el cierre definitivo de sus oficinas para que sus miembros se exiliaran en forma colectiva. La respuesta internacional no se hizo esperar. Fue por parte de Amnistía Internacional, cuya sede española creó un fondo para sufragar con aproximadamente 25.000 dólares el costo de trasladar a España a cada persona amenazada. Pero si bien la propuesta de Amnistía Internacional estaba dirigida exclusivamente a los activistas defensores de derechos humanos, el episodio fue sintomático del ambiente que se vive en el país. El síndrome del exilio parece haber contagiado a muchos colombianos. Así lo demuestra un sondeo de Gallup, en el cual se evidencia que un 45 por ciento de los encuestados se iría de Colombia con su familia se le hicieran la propuesta. Algunos expertos consultados por SEMANA aseguran que esta inconformidad de los colombianos con la vida en su país no es nueva. Pero coinciden en que la tendencia ha venido aumentando. La reciente estrategia guerrillera de hacer retenes en las principales carreteras para secuestrar personas en forma aleatoria ha generado una especie de claustrofobia colectiva. Mucha gente se siente encerrada y está empezando a ver que una guerra que se presentaba más en los titulares de prensa que en su vida cotidiana los está afectando personalmente. A esto se suma el que la mayoría de los 'signos vitales' o indicadores de desempeño del país vienen desde hace tiempo en franco deterioro. Y no ven una solución a corto o mediano plazo. Hace algunos días los funcionarios de la embajada de Estados Unidos se sorprendieron cuando 18 padres de familia del Colegio San George _un plantel de clase media alta de Bogotá_ se presentaron en forma colectiva para solicitar una visa especial de negocios, la cual permite obtener la residencia norteamericana y tiene un costo de cerca de 130.000 dólares por familia. Pero no han sido los únicos. Según Leopoldo Hernández, representante de AIS, una firma especializada en tramitar este tipo de visas ante el gobierno estadounidense, "en lo que va corrido del año hemos enviado más colombianos a Estados Unidos que los que hemos mandado en todos los años anteriores desde 1991. Y para el año 1999 estamos presupuestando un aumento del 300 por ciento". Según la encuesta de Gallup, el principal destino de quienes buscan salir del país es Estados Unidos. En total, un 38 por ciento de los emigrantes potenciales prefieren ese país. Otros lugares con buena acogida son España, Francia, Canadá y México.
¿Que esta pasando?
Para algunos expertos, estas cifras pueden ser engañosas y prestarse para sobredimensionar la situación. Después de todo los colombianos siempre han sido propensos a emigrar, como lo demuestran las enormes colonias colombianas en Miami, Nueva York, Caracas, Londres, Quito y Madrid. Pero hay otros indicadores que muestran que la tendencia actual supera los estándares normales. En primer lugar, no parece haber diferencias de estrato económico entre quienes piensan emigrar. Tanto los ricos como los pobres quieren irse. Y cuando los ricos se van, se llevan su dinero. Como dijo a SEMANA una analista de una importante entidad financiera del país, que quiso mantener su nombre en reserva, "la cantidad de plata que está saliendo de Colombia es enorme. Esa es la verdadera razón de la caída del peso. A pesar de que las tasas de interés están altas la gente no quiere arriesgarse a tener pesos, y muchos simplemente se están yendo con su dinero". Según la encuesta de Gallup, un 56 por ciento de los colombianos de estrato alto está dispuesto a irse del país, y entre ellos un 24 por ciento piensa hacerlo definitivamente.Aunque todo parece indicar que grandes cantidades de dinero han salido y siguen saliendo del país, no han sido solamente los dueños de capitales importantes quienes han hecho maletas. Las parejas jóvenes de clase media y media alta, especialmente las que tienen hijos pequeños, les siguen los pasos. Juan Pablo Ortega, un ejecutivo de Citibank en Bogotá, ha decidido emigrar a Australia con su futura esposa a finales de año. "Aunque no queremos irnos definitivamente la poca calidad de vida y la situación del mercado laboral nos llevó a tomar la decisión. Estamos buscando nuevos horizontes profesionales y aquí uno se siente estancado". Según la encuesta, un 54 por ciento de los colombianos entre los 18 y los 24 años piensa irse del país, y un 45 por ciento de ellos lo hace por falta de oportunidades económicas. La falta de empleo es considerada por los encuestados como la principal razón para emigrar. A factores como el de la tasa de desempleo _que llegó al 14,5 por ciento según anunció el gobierno esta semana_ se suma la opinión de muchos ejecutivos que se quejan de las pocas opciones de ascenso dentro de las empresas y la muy lenta rotación en los cargos directivos. Llegar a un puesto de mando en Colombia parece ser toda una odisea. Sin embargo la falta de oportunidades no es el único determinante de la situación. Para los encuestados entre 35 y 44 años que quieren irse del país la principal razón para querer emigrar es el ambiente de inseguridad y de violencia. A este respecto, otro ejecutivo colombiano que ya está haciendo maletas dijo a SEMANA: "Desde que la guerrilla secuestró a mi suegro hace dos años mi esposa y yo estamos planeando irnos. Finalmente decidimos emigrar a España. Acabamos de tener un bebé y no queremos criarlo entre esta agresividad". Después de hacer varios intentos de viajar a Chile, finalmente pudieron conseguir una oportunidad de trabajo en España. Irse no es fácil, según confiesa la mayoría, porque la nostalgia es grande. Pero no siempre es fácil aguantar. "Este país es una maravilla _dijo otro ejecutivo_; el problema es que la violencia ya pasó el límite". Y es que cada vez hay más gente que siente que la guerra es de verdad. "Al principio uno la ve en los noticieros y no le pone muchas bolas a los problemas de orden público. Pero cuando a uno le pasa ya es otra cosa. Los guerrilleros esperan dos años para volver a secuestrar a alguien de la misma familia", dijo con preocupación. "Y yo no pienso quedarme esperando". Dura realidad, sin duda. Pero realidad.